Los Veintisiete están empezando a agotar el tiempo para lograr ponerse de acuerdo durante el mes de marzo sobre en qué aspectos coinciden en el debate de la reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, un terreno común que la Comisión Europea necesita para hacer una propuesta legislativa formal y también para tenerlo en cuenta a la hora de hacer sus directrices para la elaboración de los presupuestos nacionales del próximo curso.
Elisabeth Svantesson, ministra de Finanzas de Suecia, que ostenta la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea, ha asegurado que ve la posibilidad de “encontrar terreno común”, pero ha admitido que todavía existen muchas diferencias. “No es un secreto que los Estados miembros tienen visiones distintas y puntos de inicio diferentes”, ha explicado la ministra sueca. Otras fuentes diplomáticas se muestran optimistas y creen que se podrá cumplir con el objetivo de encontrar ese consenso en la reunión de ministros de Finanzas del mes de marzo.
La Comisión Europea hizo en noviembre 2022 una primera comunicación con algunas ideas sobre cómo podía ser la futura reforma fiscal, en la que los Estados miembros tendrían un mayor poder de decisión sobre sus planes de reducción de deuda, pero sin modificar los dos grandes pilares: el objetivo de mantener el déficit presupuestario por debajo del 3% y la deuda pública por debajo del 60% del PIB. El objetivo era comprobar las visiones de los Estados miembros y medir si su visión de la reforma tenía opciones de sobrevivir. Algunos países, como España o Portugal, lo recibieron positivamente, pero otros consideraron que las primeras ideas de la Comisión Europea eran demasiado vagas.
“Muchos comparten la visión de que hay que combinar el ajuste fiscal con reformas e inversiones”, ha explicado Svantesson. “También vemos beneficios en adoptar una perspectiva a medio plazo (…). Vemos que es importante tener mayor implicación nacional mientras mantengamos un fuerte sistema de reglas comunes y marcos, encontrar un equilibrio entre estos dos es la clave”, ha indicado la ministra sueca. “Hay áreas de terreno común e intereses compartidos”, ha defendido, optimista, la ministra. “Estoy contenta con la discusión de hoy y tengo esperanza en que nos estamos moviendo hacia una convergencia de visiones”, ha señalado Svantesson.
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“Las discusiones se están volviendo más técnicas pero eso significa que estamos moviéndonos”, ha señalado por su parte Valdis Dombrovskis, vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea. Pero eso no significa que haya un acuerdo o que estemos cerca de uno. Sigue habiendo diferencias sustanciales en dos aspectos fundamentales, según han explicado distintas fuentes: por un lado en cómo casar el enfoque más ajustado a cada Estado miembro con una serie de normas que deben ser comunes para todos, y por otro lado sobre el análisis de la sostenibilidad de la deuda, que será clave para la supervisión de la Comisión Europea.
“Muchas discusiones han girado en torno a esta cuestión: cómo lograr más responsabilidad de los Estados miembros sobre sus propios planes con una senda de ajuste más adaptada a ellos, pero al mismo tiempo asegurar un trato igual entre Estados miembros, con transparencia y predictibilidad”, ha explicado Dombrovskis, señalando que ese equilibrio entre esos elementos es ahora mismo la clave de las discusiones.
Cómo lograr más responsabilidad de los Estados miembros sobre sus propios planes con una senda de ajuste más adaptada a ellos
La demostración de que todavía existen diferencias importantes son las declaraciones de Christian Lindner, ministro de Finanzas alemán. “Reconocemos las necesidades de inversión de los estados miembros, necesitamos inversiones del sector público y privado para la transición verde, pero esto no es una excusa para evitar reformas estructurales en nuestras economías”, explicó a su llegada al encuentro. “Estamos abiertos a una mayor flexibilidad en el medio plazo, pero necesitamos sendas de reducción de la deuda creíbles y déficits más bajos”, ha subrayado Lindner.
Dombrovskis ha subrayado que la intención de la Comisión Europea es presentar su propuesta formal de la reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento después del Consejo Europeo del 23 y 24 de marzo, donde, según las fuentes consultadas, los líderes podrían adoptar conclusiones recogiendo ese terreno común que los ministros deben acordar en las próximas semanas. El vicepresidente ha admitido que el calendario para intentar llegar a un acuerdo antes de las elecciones europeas de mayo de 2024 es “estrecho” incluso aunque presenten su propuesta legislativa a tiempo. Fuentes del Gobierno español señalaban en los últimos días que el objetivo es llegar a ese Consejo Europeo, la reunión de jefes de Estado y de Gobierno, “con algún embrión de posición común que le permita a la Comisión Europea poner sobre la mesa una propuesta legislativa concreta”, señalan, subrayando la importancia de actuar con urgencia.
Guía para 2024
No se trata de buscar un terreno común únicamente para que la Comisión pueda hacer una propuesta legislativa. Se trata también de un debate relevante para el diseño de los presupuestos generales del estado de 2024, ya que será la primera ocasión desde 2020 en la que estarán reactivadas las reglas fiscales europeas, ya que desde el año de la pandemia ha estado activada la cláusula general de escape que las deja congeladas. Para diseñar esos presupuestos la Comisión debe publicar unas directrices que preferiblemente tengan en cuenta el terreno común que existe sobre la reforma de las reglas fiscales.
“El tema de los plazos y el encaje con el proceso presupuestario es uno de los motivos por los que nosotros estamos promoviendo no dilatar las discusiones y llegar a un acuerdo”, explican fuentes del Gobierno. “Es importante que demos a la Comisión unas bases para que lance unas directrices para 2024 aunque el texto no esté totalmente cerrado. Los tiempos son complicados. Los directrices tienen que venir a tiempo para el paquete de primavera. En ningún calendario estaba previsto que tuviéramos una propuesta legislativa antes de las directrices”, señala la fuente.
Los Veintisiete están empezando a agotar el tiempo para lograr ponerse de acuerdo durante el mes de marzo sobre en qué aspectos coinciden en el debate de la reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, un terreno común que la Comisión Europea necesita para hacer una propuesta legislativa formal y también para tenerlo en cuenta a la hora de hacer sus directrices para la elaboración de los presupuestos nacionales del próximo curso.
Fuente El Confidencial