Profunda preocupación de la Administración estadounidense con respecto a las últimas movidas del Gobierno de Netanyahu.
Por Eldad Shavit
En respuesta a la pregunta del periodista del New York Times, Tom Friedman, sobre la legislación propuesta por el Gobierno israelí sobre el sistema judicial, el presidente estadounidense Biden dijo que «la genialidad de la democracia estadounidense y la democracia israelí es que ambas se basan en instituciones sólidas, en controles y equilibrios, en un poder judicial independiente”.
“Construir consenso para cambios fundamentales es realmente importante para garantizar que la gente los adapte para que puedan mantenerse», añadió el mandatario norteamericano.
Su breve y enfocada respuesta se une a una serie de declaraciones estadounidenses, encabezadas por los comentarios del secretario de Estado Blinken durante su reciente visita a Israel, que expresan la profunda preocupación de la Administración estadounidense con respecto a las últimas movidas.
Biden, que es indiscutiblemente un gran amigo de Israel y ha tenido cuidado en el pasado de no interferir en sus asuntos internos, fue llamado a señalar de manera inequívoca que a Estados Unidos le resultará difícil ignorar las medidas y su impacto negativo en la continuación de la valoración del carácter democrático de Israel.
En su respuesta, Biden no aborda la cuestión de si el sistema judicial debe o no reformarse, pero recuerda (a ambos partidos en el sistema político israelí) que los cambios deben ser consensuados y deben mantener la independencia de los tribunales. A esta crítica habría que añadir el miedo estadounidense al deterioro frente a los palestinos y las reiteradas advertencias a Israel (y a los palestinos) para evitar medidas unilaterales que pueden incendiar la zona.
Las palabras del presidente Biden deben tomarse con la seriedad requerida: recientemente en su Discurso sobre el Estado de la Unión, el presidente de los EE. UU. se jactó una vez más de que la Administración se adhiere a la agenda liberal como objetivo central e insiste en promover el fortalecimiento de las democracias.
El activo de Israel para los Estados Unidos se deriva en primer lugar de la capacidad de la Administración para presentarlo como la única democracia en el Medio Oriente.
Las advertencias de altos funcionarios de la Administración no dejan lugar a dudas de que Israel no puede esconderse bajo la explicación de que es una «democracia joven y vibrante».
Más bien, debe tener en cuenta que una evaluación estadounidense (en la Administración y el Congreso) de que los «valores compartidos» han sido dañados puede tener un efecto directo en las relaciones entre los dos países, particularmente en este período sensible, cuando los desafíos de seguridad, especialmente por parte de Irán, que continúa avanzando con determinación en su programa nuclear, requieren un estrechamiento de la coordinación entre ambos países.
Fuente: INSS The Institute for National Security Studies
Fuente Aurora