La alineación regional no declarada con Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita está facilitando a Jartum desarrollar relaciones con Jerusalén.
Por Jonathan Spyer
El ministro de Exteriores, Eli Cohen, anunció a fines de la semana pasada que Israel firmará un acuerdo de paz completo con Sudán en el transcurso de 2023. El anuncio siguió a una visita de Cohen a Jartum.
Este desarrollo refleja una mayor cristalización y avance de la alineación regional no declarada de la que Israel forma parte, y en la que Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita son sus componentes cruciales.
El anuncio se produce en el contexto de la estrecha asociación entre Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y los actuales gobernantes militares de Sudán, junto con una importante inversión emiratí en el país.
Un revés para Irán
Si se firma el acuerdo, marcará un revés importante para Irán, que una vez utilizó a Sudán como una estación de paso en la ruta de las armas hacia sus aliados en Gaza; y para Turquía y Qatar, que mantuvieron estrechas relaciones con los líderes islamistas derrocados de Sudán.
Sudán ya es signatario de los Acuerdos de Abraham, a los que se comprometió en enero de 2021. Pero en ese momento Jartum firmó solo la parte formal y declarativa del acuerdo. A cambio de este compromiso, Sudán fue eliminado de la lista estadounidense de patrocinadores estatales del terrorismo y recibió una serie de incentivos financieros.
Sin embargo, a diferencia de los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Marruecos, no firmó un acuerdo bilateral formal con Israel.
El compromiso con los Acuerdos de Abraham tuvo lugar durante un período de transición política para Sudán. En abril de 2019, el régimen del presidente islamista Omar al Bashir fue derrocado por un golpe militar, luego de meses de protestas contra su gobierno. Al Bashir había gobernado Sudán desde 1989 y presidido un régimen islamista de línea dura, se había alineado con las fuerzas de los Hermanos Musulmanes, y ofrecido refugio durante un tiempo a Osama bin Laden y sus seguidores.
Durante dos décadas, al Bashir también alineó a su país con Irán antes de buscar el camino de regreso a conexiones más estrechas con los países del Golfo por razones económicas después de 2011. Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos demostraron ser dóciles, pero al Bashir no pudo respaldar a Riad y Abu Dabi durante la crisis con Qatar en 2017. Este último concluyó que era un lastre y debía ser sustituido.
La estabilidad política no siguió a la destitución de Bashir. Más bien, bajo el gobierno nominal del primer ministro Abdullah Hamdok junto con un consejo militar de transición, varios intereses se disputaron el poder. Fue el gobierno de Hamdok el que se alineó formalmente con los Acuerdos de Abraham en 2021.
Abu Dabi y Riad vieron correctamente la expulsión de al Bashir como una oportunidad para llevar a Sudán completamente a su eje. A raíz de la oposición interna al gobierno militar y la desaprobación de EE. UU. y Occidente de la mano dura de los militares y el historial de derechos humanos; los emiratíes y los sauditas intentaron cooptar a la oposición interna reunida bajo el título general de las Fuerzas de Libertad y Cambio.
Al mismo tiempo, su asociación clave fue con las Fuerzas Armadas de Sudán, específicamente con el general Abdel al Fattah Burhan y con el general Mohammed Hamdan Daglo, conocido como Hemedti. Hemedti es el comandante de las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido.
La historia familiar en muchos países árabes ve a los militares alineados contra las fuerzas del Islam político, con las fuerzas seculares y civiles a menudo aplastadas entre ellos. La situación sudanesa no se ajustaba a este simplismo binario, ya que las Fuerzas Armadas de Sudán habían respaldado durante muchos años al régimen islamista, por lo que elementos del mismo permanecieron cerca de los círculos islamistas.
En septiembre de 2021, elementos del ejército, alineados con los leales al régimen derrocado de al Bashir, intentaron un golpe de Estado contra el gobierno de transición. El intento de golpe fue frustrado. Un mes después, el liderazgo militar (sin vínculos con las figuras del antiguo régimen), bajo el mando del general Burhan, destituyó a Hamdok el 25 de octubre y asumió el poder.
Desde el principio, Burhan buscó orientarse hacia los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita y dejó en claro su voluntad de aumentar la cooperación pública con Israel (ya existía una cooperación tácita en el campo del intercambio de inteligencia y la lucha contra el terrorismo).
Burhan realizó su primer viaje oficial al extranjero, después del golpe, a Emiratos Árabes Unidos en marzo. Su propósito, sencillamente, era recaudar fondos. La economía sudanesa estaba en picada. Tuvo éxito.
Sin embargo, los Emiratos Árabes Unidos han seguido desempeñando un papel sofisticado, aprovechando las relaciones anteriores con el ejército sudanés y con el liderazgo civil. Tal vez consciente de que no se enfrentaba a una situación como la de Egipto 2013, donde la elección eran civiles islamistas o oficiales no islamistas, Abu Dabi ha trabajado para reconciliar a los líderes militares y civiles, al tiempo que permite que el poder real permanezca en manos de los militares.
La exitosa creación de Burhan de la relación con Emiratos Árabes Unidos ha ido de la mano con movimientos hacia Israel. La comunicación y cooperación preexistentes en el campo de la seguridad han sido reconocidas abiertamente desde el golpe militar. En febrero, Burhan dijo que las relaciones en esta área “no eran secretas” y que el intercambio de inteligencia permitió a Jartum “arrestar a grupos terroristas en Sudán que podrían haber socavado la seguridad de Sudán y la región”.
En el transcurso de 2022, altos líderes sudaneses hicieron una serie de declaraciones públicas que parecían estar preparando el camino para el establecimiento de relaciones diplomáticas plenas. En septiembre, en una reunión de la Unión Africana, Burhan expresó su voluntad de viajar a Israel. En noviembre, felicitó a Benjamín Netanyahu por su victoria electoral.
Los emiratíes y los sauditas han tratado de contrarrestar las afirmaciones de que estaban en proceso de allanar el camino para un régimen tipo “Sisi” en Jartum, al continuar apoyando el diálogo entre las autoridades militares y los líderes políticos civiles. Al mismo tiempo, las autoridades en el transcurso de 2022 parecen haber contenido con éxito las manifestaciones populares semanales contra su gobierno, que nunca constituyeron una amenaza seria.
Burhan ha hecho una serie de declaraciones públicas en las que promete su intención de hacerse a un lado eventualmente y que las Fuerzas Armadas de Sudán cedan el poder a un liderazgo civil electo. Sin embargo, no se ha fijado un calendario para ello. Mientras tanto, el poder permanece firmemente en manos de los militares y sus patrocinadores.
Mientras tanto, la clara decisión de Burhan de alinearse con Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita ha comenzado a dar sus frutos. En diciembre, el gobierno militar firmó un acuerdo preliminar de 6.000 millones de dólares con dos empresas de Emiratos Árabes Unidos para construir un nuevo puerto en la costa del Mar Rojo. Según un informe reciente de Associated Press, Abu Dhabi Ports Group e Invictus Investment construirán y administrarán el nuevo puerto en Abu Amama, 200 km. al norte de Puerto Sudán.
Así que la dirección de los acontecimientos es clara. La alianza tácita de la que forma parte Israel tiene la ventaja dentro de Sudán. No parece haber obstáculos serios para que continúe su gobierno. Hace una década, Sudán formó parte de la ruta de Irán hacia Israel y su influencia en África, y cooperaba con las fuerzas islamistas y yihadistas sunitas.
Ahora, esta situación se ha invertido. La transición de las relaciones de Sudán con Jerusalén -de la cooperación encubierta a los movimientos de fomento de la confianza-, y ahora parece inminente a las relaciones diplomáticas plenas, forman un elemento natural en este proceso.
Las relaciones plenas con Sudán, a su vez, beneficiarán a Israel en términos de monitorear la actividad hostil a lo largo de la costa del Mar Rojo y en términos de abrir puertas potencialmente a otros países africanos, incluidos Yibuti y Somalia.
Sudán también formará un componente importante en el esfuerzo en curso para contener a Irán a lo largo de toda la costa sur del Mar Rojo. Así que los últimos desarrollos constituyen un logro significativo para lo que el analista egipcio Mohammed Soliman ha llamado la “Alianza Abrahámica”.
Fuente: The Jerusalem Post
Fuente Aurora