Israel enfrenta a una serie de decisiones críticas en el ámbito de la seguridad nacional, y la condición necesaria para hacer frente a esos desafíos es mantener la máxima cohesión nacional.
Por el profesor Efraim Inbar, el general (retirado) Yaakov Amidror y el coronel (retirado) Dr. Eran Lerman
Por lo tanto, es imperativo bajar las llamas en los debates públicos actuales y llegar a un compromiso.
El Instituto de Estrategia y Seguridad de Jerusalén (JISS), que encabezamos, ha ofrecido repetidamente una agenda política a los gobiernos de Israel en los últimos años, que incluye una serie de recomendaciones.
La primera recomendación siempre ha enfatizado la necesidad de mantener la máxima cohesión nacional. Eso es imperativo para una nación que enfrenta un entorno estratégico hostil. Los acontecimientos recientes destacan aún más la importancia de la cohesión nacional.
Israel enfrenta un punto crítico de decisión, especialmente con respecto a Irán, un enemigo decidido que se esfuerza por conseguir armas nucleares, y frente a sus apoderados [proxies], que se encuentran dispersos a lo largo de las fronteras de Israel, listos para la acción militar contra el Estado judío. Ahora no es el momento de profundizar las divisiones de la sociedad israelí y empujar a partes del público a una peligrosa alienación.
La necesidad de cohesión social es conocida desde hace años por los responsables de la toma de decisiones. El programa político para el gobierno israelí número 36 que JISS publicó en 2021 incluía esta declaración: “La cohesión nacional es una condición necesaria para la resiliencia de Israel en las difíciles pruebas de seguridad que enfrenta”.
A esto también se deben agregar los desafíos de la gobernabilidad en casa, la necesidad de navegar correctamente el barco de la economía israelí dentro de la economía global y la necesidad de mantener puentes con los judíos de la diáspora. La forma en que sus enemigos ven las disputas en Israel podría dañar el poder disuasorio de Israel. Una sociedad dominada por el conflicto parece débil. Ya escuchamos sonidos de júbilo en Teherán y otros países de la región. Al mismo tiempo, las disputas internas también afectan las relaciones de Israel con sus amigos y socios en la región y el ámbito internacional.
La gravedad de la crisis actual no puede subestimarse. La escalada que estamos presenciando en las disputas ideológicas y políticas en casa, en primer lugar y sobre todo en torno a la cuestión de los cambios en el sistema legal y también en torno a cuestiones que inciden en las relaciones entre la religión y el Estado, está golpeando a Israel en el peor momento. La erosión de la cohesión nacional, incluso si es un subproducto de un deseo legítimo de corregir las deficiencias en el orden existente, conlleva el potencial de dañar la seguridad y los intereses políticos de Israel.
El peligro al que se enfrenta Israel surge de la combinación de varios factores: dar predominio a las divisiones sobre la unidad; la tendencia a la erosión en el apoyo a los órganos estatales, que encarnan la legitimidad y cohesión estatal; y la gravedad de los desafíos de seguridad inmediatos que se avecinan, principalmente la necesidad de evitar que Irán obtenga armas nucleares.
Proyectar una amenaza militar creíble requiere que los enemigos de Israel perciban al país como unido y decidido. Desafortunadamente, esa no es la impresión creada en las circunstancias actuales.
Además, la escalada en el discurso entre las partes en disputa podría dañar las relaciones con la Administración estadounidense y la capacidad de planificar adecuadamente una respuesta al desafío iraní y los desafíos esperados en la arena palestina. Además, las expresiones de preocupación en el extranjero, especialmente entre los judíos estadounidenses, no ayudan.
Bajo estas circunstancias, el liderazgo en Israel -coalición y oposición- debe actuar para calmar los ánimos, cambiar la dinámica del discurso público y establecer un marco práctico para un diálogo genuino, que se esfuerce por crear una base de acuerdo lo más amplia posible para la necesitada reforma legal. La iniciativa del presidente del Estado, Yitzhak Herzog, ofrece un marco para el diálogo constructivo y un esbozo para un posible compromiso sobre las cuestiones debatidas.
A pesar de las preferencias ideológicas y los intereses sectoriales, los líderes de Israel deben enviar un mensaje inequívoco sobre la gravedad del momento y la necesidad de apagar las llamas de las disputas dentro de la esfera pública. Hay ciertos momentos, como el período de espera antes de la Guerra de los Seis Días, cuando los desafíos nacionales comunes deben superar las divisiones de la nación.
La cohesión nacional es más importante que ganar discusiones políticas.
Fuente: JISS – The Jerusalem Institute for Strategy and Security
Fuente Aurora