Era un secreto a voces, pero en los últimos días pasó al terreno de los hechos. El presidente Alberto Fernández retomó el contacto con su exministro de Economía Martín Guzmán. El intermediario fue el canciller Santiago Cafiero, quien se lo puso al teléfono la noche del lunes pasado en Nueva York. La conversación tuvo lugar en la antesala de la cumbre con el mandatario estadounidense, Joe Biden.
Según pudo saber La Nación, Guzmán y Cafiero se encontraron discretamente en un hotel neoyorquino, donde fueron vistos por argentinos que se encontraban en el lugar. La reunión, que pasó bajo los radares mientras duró la estadía de Fernández en Estados Unidos, llegó a oídos del ministro de Economía, Sergio Massa, quien no atraviesa el mejor momento de su relación con la Casa Rosada.
Tanto Massa como a la vicepresidenta Cristina Kirchner -y especialmente su hijo Máximo Kirchner– siguen siendo muy críticos del papel que jugó Guzmán en el acuerdo que firmó con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en marzo de 2022, lo que disparó una oleada de cuestionamientos que terminó con la renuncia del exministro tres meses después, en medio de una crisis interna.
Al momento de hablar con el Presidente, Guzmán se encontraba en Nueva York porque al día siguiente tenía previsto brindar una conferencia sobre la “deuda soberana” en la universidad de Columbia, junto a su mentor el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz. Pese a que cerca del exministro dijeron desconocer la charla con Fernández, sí reconocieron que desde hace un tiempo “el contacto es obvio”.
A tal punto, que admitieron una relación fluida de Guzmán con otros exministros del Presidente, como Claudio Moroni (Trabajo) y Matías Kulfas (Desarrollo Productivo), ambos eyectados del Gabinete luego de haber sido señalados como los “funcionarios que no funcionan” a los que se refirió Cristina Kirchner en un acto en La Plata, antes de la derrota electoral de medio término en 2021.
En la búsqueda de redimirse luego de haber sido señalado por el propio gobierno que integró, y también para aprovechar su experiencia en el mítico y “maldito” quinto piso del Palacio de Hacienda, Guzmán se embarcó en el armado de un think tank económico que llamó Fundación Suramericana, que nuclea a un equipo de 30 profesionales para ofrecer asesoramiento en la Argentina y la región.
La sequía le costará a la Argentina alrededor de 18-19 mil millones de USD. En ese contexto, el FMI le cobra al país un interés extra, “sobrecargos”, por 1200 millones de USD para acumular “balances precautorios que protejan al Fondo de potenciales pérdidas”. 👇 https://t.co/2zVvxOmtmu
— Martín Guzmán (@Martin_M_Guzman) March 31, 2023
Aun manteniendo un bajo perfil, que en los últimos meses solo alteró para ofrecer un par de entrevistas periodísticas, Guzmán se encargó de hacer saber a la Casa Rosada -no así al Ministerio de Economía- que en el undécimo párrafo del acuerdo que firmó con el FMI en 2022 dejó asentado que “los shocks relacionados con el clima”, como la sequía, podrían modificar las condiciones del entendimiento.
Pero durante su estadía en Washington, donde mantuvo reuniones en el Tesoro y el Departamento de Estado -además de acompañar a Fernández en la Casa Blanca- hubo quien escuchó a Massa despotricar contra lo que firmó Guzmán con el FMI, que ahora le reclama que limite el alcance de la última reforma jubilatoria. ¿Incluyeron “cláusulas secretas” en el memorando, que prohíben las moratorias?
Es un tema muy sensible para el kirchnerismo, que avanzó en el Congreso con una moratoria previsional que despertó cuestionamientos de la oposición y provocó un reto público de Máximo Kirchner al Poder Ejecutivo por una demora de diez días en la promulgación de la ley. Pero ahora el Fondo Monetario avisó que pondrá la lupa en la reglamentación de la normativa, en base a lo que firmó Guzmán.
La bronca del kirchnerismo y el massismo con Guzmán se extiende a otros temas, como los controles laxos en la Aduana que permitieron maniobras de sobrefacturación y dispararon medidas cautelares por 2.600 millones de dólares, lo cual llamó la atención del staff técnico del FMI. La presencia del director del organismo, Guillermo Michel, en Washington, se debió a esa situación previa a su gestión.
En otros puntos, como el ya clásico reclamo de Alberto Fernández para que el Fondo elimine los “sobrecargos” que le cobra a la Argentina y a otros países endeudados, también se nota la mano de Guzmán, que hizo la misma demanda cuando era ministro y que la sigue elevando en los foros de los que participa: su voz se escucha especialmente en el Vaticano al comando del Papa Francisco.
El Presidente insistió con ese reclamo en la cumbre iberoamericana que sesionó la semana pasada en Santo Domingo e incluso el canciller Santiago Cafiero y el embajador Gustavo Martínez Pandiani destacaron que se incluyó en el documento final de la cumbre, pero sugestivamente Fernández no trasladó el pedido a la Casa Blanca. “Es estéril”, admitió un integrante de la delegación.
Esa diferencia de estilo entre un Guzmán más propenso a la discusión académica y un Massa más pragmático -”yo hago la agenda y resuelvo”, suele repetir a modo de mantra- es también trasladable a la relación que existe entre el propio Alberto Fernández y su actual ministro de Economía. En Washington resultó evidente que el tigrense tuvo una agenda propia enfocada en el acuerdo con el FMI.
Eso es lo que se concretó el viernes por la noche. Y ayer por la mañana trascendió un presunto encuentro en la quinta de Olivos entre Fernández y Massa que, en rigor, no se concretó por la renuencia del ministro. “Los días de buenas noticias buscan la foto, pero en las malas la Casa Rosada pide que hable Economía, como si fuera otro gobierno”, fue la argumentación que salió desde Hacienda.
Massa, que ya tuvo algún indicio de que la auditoría de la UBA sobre el canje de bonos en dólares de la Anses le será favorable, adoptará a partir de ahora una nueva política en su tirante relación con la Rosada. En el quinto piso del palacio ya recibieron instrucciones para “señalar públicamente” a los responsables de resultados económicos que no tengan relación con la gestión del tigrense.
Así sucedió tras la publicación del índice de pobreza del Indec, cuando Economía hizo circular un paper que achacaba a la crisis que provocó la renuncia de Guzmán, a mediados de 2022, el salto en el indicador más sensible de la economía. Justo cuando Alberto Fernández volvió a escuchar los consejos del exministro, reconvertido en consultor y sin abandonar del todo sus sueños políticos.
Fuente La Nación