Por Víctor Pombinho Soares
Los investigadores del Conicet Mariana Gené y Gabriel Vommaro acaban de sacar el libro “El sueño intacto de la centroderecha” (Siglo XXI), en el que analizan cómo fue la construcción de la coalición Juntos por el Cambio, su ascenso al poder liderada por Mauricio Macri, su experiencia en el Gobierno y cuál puede ser su futuro como representante de una parte importante del electorado.
Poco después de la aparición del libro, Macri dio a conocer su decisión de renunciar a la carrera presidencial de este año, lo que simplificó la oferta electoral de JxC y abrió una incógnita de cómo continuará el Pro tras el corrimiento de su creador y líder indiscutido.
-¿Qué visión tienen de la renuncia de Macri, cómo encaja con el análisis que hacen en el libro?
GV: El Pro es un partido creado en torno a la figura de Macri, con un diseño de poder centralizado e informal, que le da un gran margen de maniobra. La derrota del 19 abre una nueva situación en Pro y en la coalición. Hasta allí Macri era el líder indiscutido de Cambiemos. Y casi ninguna decisión de gobierno fue consultada con sus socios antes de ser tomada. Eso cambia a partir de la derrota, porque se abre la lucha por la sucesión y aparecen Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich como competidores.
Larreta era el más esperado porque heredó la Ciudad ante la caída de María Eugenia Vidal y Marcos Peña, era el sucesor natural. Bullrich es inesperada. Asume el cargo de presidente de Pro, que no era un lugar relevante y de eso construye una posición de poder competitiva.
Ahí se abre ese conflicto en el que Macri tenía un lugar incómodo y ya no era tan respetado en los socios de la coalición, era desafiado. Es bastante probable que Macri haya decidido poner a Bullrich como contrapoder de Larreta, pero ahora es contrapeso de su figura.
Macri estaba administrando su salida controlando lo más que podía ese corrimiento, antes de que lo corran. Eso implicaba poder negociar, sobre todo con Larreta, que tiene los fierros, controla el bastión y los recursos económicos y organizativos del partido a cambio de no perder el control de la Ciudad. Larreta parecía bastante dispuesto a negociar casi todo en pos de avanzar en su candidatura.
Creo que el anuncio era esperado en términos de contenido, probablemente la reunión con Larreta tuvo que ver. Es una decisión poco inesperada, bastante bien administrada por Macri. Y despeja los términos de la competencia. Sin embargo, todavía puede haber más sorpresas, reacomodamientos.
-¿Piensan que Pro sobrevivirá a Macri, que durará décadas, como la UCR y el PJ?
MG: Es difícil hacer futurología, pero sin dudas por todo lo que trabajamos en el libro sobre la expansión en la Ciudad y hacia el Interior, parece que tiene varios elementos para superar la prueba de la salida de Macri, para ser un partido institucionalizado, que tenga líneas internas y otros mecanismos de toma de decisiones y de resolución de conflictos internos, lo que implica una nueva época. Hay elementos que hacen pensar que puede ocurrir esto: triunfos electorales, cuadros intermedios, militantes y una base electoral.
-¿Y Juntos por el Cambio como coalición?
GV: Por ahora parece haber pocos incentivos para que se rompa, se consolidó un electorado en torno a la coalición. Los radicales en parte pusieron a su votantes, es muy difícil que ahora los abandonen. Por ahora espacios para armados centristas parece no haber. Estamos más cerca del resquebrajamiento de esa lógica de que aparezca una avenida del medio a la Macron. Estamos más cerca de una ruptura por descontento con las dos coaliciones. La lógica bicoalicional hace que las coaliciones funcionen en espejo. Mientras se mantenga una tiene incentivos la otra para mantenerse unida, a pesar de los problemas internos, a pesar de que diriman sus diferencia a cielo abierto.
-¿Es Pro un partido más coherente ideológicamente, de centroderecha, que el peronismo o el radicalismo?
MG: Sin duda alguna, por ser un partido más joven es menos heterogéneo, si bien se nutrió de cuadros de proveniencias diferentes, radicales, peronistas, cuadros de ONGs, empresarios, lo cierto es que es un partido que se volvió cada vez más nítido, más homogéneo en términos programáticos.
Las discusiones internas de una posible siguiente gestión no son en torno al programa, sino más bien de estrategia, de tiempos, de negociación y alianzas, de modos de relacionarse con los actores, de método, no de programa, esa gran heterogeneidad que cobijan el PJ y la UCR está mucho menos presente en el PRO.
GV: En 2011 había bastante heterogeneidad en sus cuadros en temas culturales y morales, y menos en la cuestión económica, en la concepción de la economía y la política, se veían facciones nítidas. Es probable que ahora sean más homogéneos. Hubo un trabajo interno claro. Hoy hay un electorado de centroderecha más nítido y amplio. El electorado de Pro se parece mucho más a sus líderes que en 2015.
-¿Qué rol piensan que ocupará Macri en un hipotético gobierno de JxC?
MG: Es difícil saberlo. Pero por las señales que dio hasta ahora parece que tiene la vocación de incidir en la agenda de gobierno por la experiencia que le dio ser presidente, es el único de la coalición. Parece posible que su vocación sea tener voz y voto en un próximo gobierno. Este corrimiento parece que le dio la posibilidad de elegir a algunos cuadros, como su primo Jorge de candidato en la Ciudad. Tiene una agenda internacional, probablemente el cargo en la FIFA le guste ocuparlo y le dé cierto brillo.
GV: En la Argentina el lugar del expresidente está poco institucionalizado, sobre todo cuando gobierna el mismo partido, son figuras incómodas. Veremos cómo lo resuelve JxC en caso de gobernar. Es probable que Macri espere que si gana el candidato opositor lo primero que haga sea matar al padre. Por eso tal vez haya buscado cierto control que lo dejaría en cancha. Macri querría tener ese rol de expresidente de gira por el mundo, por encima de las disputas.
-¿Argentina puede entrar en un ciclo de coincidencias básicas entre líderes de centro? ¿Puede convertirse el peronismo en un partido de centroizquierda o seguirá en su versión populista?
GV: Creo que las dos cosas son ciertas. El peronismo pos 2003 hizo un giro hacia la izquierda en términos de programa en DDHH, cultura, género, que no eran parte de su ideario, sobre todo en los 90. Y además generó una coalición sociopolítica. EL kirchnerismo hizo una alianza con movimientos de DDHH, sociales, con diferentes actores que venían del mundo progresista y es muy difícil ver a dirigentes peronistas hablar despectivamente de los DDHH o de cuestiones de género.
Ese giro a la izquierda ya lo hizo el peronismo y en 2008 hubo un giro al populismo. Es posible que haya una competencia entre centro izquierda y centroderecha sin una mirada tan negativa y tanta animadversión, incluidos los votantes.
En Estados Unidos hubo algo parecido, los partidos se homogeneizaron bastante y se separaron más entre sí, lo mismo los votantes. Hay mucha literatura intentando descifrar cuánto de componente afectivo e ideológico hay. La particularidad argentina es que esa polarización se imprime en la polarización peronismo-antiperonismo. Es más difícil de desarmar, porque es un compuesto de cuestiones culturales complejas. No creo que el voluntarismo de un dirigente logre eso. Lo que acecha es más la descomposición o la crisis porque hay mucha bronca y decepción por fuera de estos núcleos.
-Ustedes son muy contundentes en el subtítulo del libro al decir que el gobierno de Macri fracasó. ¿Hay algún aspecto que consideren positivo?
MG: Por supuesto, el título sintetiza una parte. Y tiene un carácter provocador. El fracaso tiene que ver con los niveles de inflación y endeudamiento y la promesa de solucionar temas económicos que se agravaron, como la pobreza. También con la no capacidad de conseguir la reelección y la dificultad de hacer avanzar una política reformista. Pero sí hay éxitos, como la consolidación de esta coalición electoral y del electorado. La constitución de un electorado movilizado, que muestra la metamorfosis de Macri, de la gestión de los problemas a una posición de líder, que se consolidó con las marchas del sí se puede.
Otro de los logros fue haber llegado al final del mandato. Sin duda hay distintos logros que el libro reconoce y por eso se toma en serio al actor. La relación con el empresariado es otro de los problemas que tuvo.
V: Es importante subrayar que el libro no tiene una vocación de juzgar qué hizo bien o mal, es más de análisis sociopolítico. Nuestra respuesta siempre es qué pudo hacer y qué no.
-¿Qué dice de Macri como líder que deje tres candidatos bien perfilados a la presidencia, así como otros dirigentes importantes en Capital y Provincia?
GV: Es un punto muy importante desde hace mucho tiempo. El Pro es un partido que le permite a los candidatos ser competitivos a nivel nacional teniendo una una estructura pequeña y centralizada. El Pro ha sido y es un semillero de buenos candidatos. No me queda tan claro si eso es un rasgo estructural del partido por su diseño, que es un partido nuevo que absorbe perfiles heterogéneos que estaban fuera de la política y al haber un armado de centroderecha es un polo de atracción muy interesante para muchas personas.
Es un partido muy hábil en la construcción de candidatos una vez nominados. Tiene una estructura de comunicación política, de diseño de campaña muy profesional y avanzado. No estoy tan seguro de que haya una cultura política más generosa que en otros partidos, teniendo en cuenta lo que pasó con Gabriela Michetti después de la interna con Larreta. Sí pone mucho el foco en los candidatos y en atraer figuras competitivas e interesantes.
-¿Qué diferenció al Pro de otros terceros partidos como la UCD, el PI o el Frente Grande?
GV: Este año sale un libro en Cambridge que escribí comparando el derrotero de Pro con Recrear, con un candidato -Ricardo López Murphy- que parecía más competitivo, que hace una muy buena elección presidencial en 2003, con una colición de particos conservadores que parecía hacer a Recrear la gran promesa de la centroderecha, pero el Pro lo terminó absorbiendo.
El Pro hizo tres cosas bien que Recrear hizo de modo deficiente: la primera es una apuesta programática innovadora. El discurso de López Murphy era un discurso conservador. Este cambio le permitió a Pro acercarse al votante medio, al centro político. Hubo un desmarcamiento de los guiños ideológicos clásicos de los partidos conservadores en pos de una fuerza muy pragmática, de la solución de problemas prácticos. Esa renovación programática fue hecha de un modo muy coordinado, muy cuidado por esa coalición dirigente. Marcos Peña tuvo un rol clave en eso, en crear una marca partidaria bien definida, consistente y sostenida en el tiempo.
Una segunda cuestión fue que el Pro invirtió en algún tipo de organizaciones que lo conectaran con el electorado. Esta idea de que el Pro es un partido fuertemente informal pero que no renunció del todo a tener un aparato propio. Lo ayudó mucho la ciudad de Buenos Aires pero también esta idea de crear organizaciones parapartidarias como las fundaciones G25 y Pensar, que acercaron al Pro a su núcleo electoral y que le permitieron reclutar cuadros y asignarles una tarea, una función dentro de la vida política. Hay partidos, como el Frente Grande, que claramente desdeñaron cualquier tipo de inversión en organización partidaria. Por supuesto que al Pro lo ayudó mucho en eso llegar rápido al gobierno de la Ciudad, que le dio muchos recursos.
Y una tercera cuestión es que el Pro se ubicó claramente en el polo no peronista, antikirchnerista, y usó inteligentemente la idea de crear una salida a la “amenaza kirchnerista” o “populista”. Todo el tiempo uno ve que el Pro utiliza la idea de la amenaza para solidificar su electorado y ser una alternativa sostenida en el tiempo frente al kirchnerismo. Esas tres cosas que hizo el Pro no sé si fueron suficientes pero sí necesarias para su consolidación.
También lo ayudó tener candidaturas competitivas y un líder como Macri, que controló los resortes partidarios. Y una buena integración entre cuadros de diferentes partidos: radicales, peronistas, conservadores, nuevos políticos, empresarios, gente que venía de las ONGs, ahí hubo un trabajo de ensamblaje muy importante.
-La irrupción de Javier Milei parece haber convalidado el discurso liberal. Parecería que dejó de ser mala palabra ser liberal o de derecha en la Argentina.
MG: Sí, es algo a lo que aludimos en el libro, sobre cómo el escenario político cambió de forma notable. El escenario discursivo, de lo que se puede decir. En 2015 también había opciones a la derecha de de JxC, pero ahora el fenómeno libertario expandió el campo semántico y hay mucho más espacio para consignas más claras.
La agenda económica, que en 2015 estaba escondida, ahora está mucho más clara. Y la experiencia de gobierno hace más claro el programa. Sin duda la emergencia de la derecha radical habilita un discurso mucho más explícito. Habilita ese liberalismo económico de Macri, lo legitima y lo vuelve más abierto.
Fuente La Nacion