El aumento de la actividad aérea sobre Siria es la indicación más visible y audible de una situación de seguridad más general en el vecindario.
Por Jonathan Spyer
El aumento notable en el ritmo de la actividad sobre los cielos de Siria en las últimas semanas refleja las crecientes tensiones entre Israel e Irán. El período reciente también ha sido testigo de un raro enfrentamiento directo entre las fuerzas estadounidenses y los apoderados [proxies] iraníes en el este de Siria. ¿Qué explica el ritmo intensificado y el alcance más amplio de los últimos incidentes?
En primer lugar, recordemos la secuencia de eventos. Israel llevó a cabo tres ataques aéreos el jueves, viernes y sábado de la semana pasada. Estos incluyeron un ataque contra una instalación de vehículos aéreos no tripulados [drones] en el aeropuerto de Dabaa en la provincia de Homs el sábado, cerca de la frontera con el Líbano, y una incursión el viernes en el área de Damasco en la que dos «asesores» del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (IRGC, por sus siglas en inglés), Meqdad Meqdani y Milad Heidari, estaban entre los muertos. Las últimas incursiones aéreas siguieron a dos recientes ataques israelíes adicionales en el aeropuerto de Alepo, que condujeron a su cierre temporal.
El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (SOHR, por sus siglas en inglés), un grupo de monitoreo asociado con la oposición siria pero cuyos informes son generalmente confiables, publicó un artículo en árabe el 3 de abril que señalaba que Hezbollah había “admitido el asesinato de uno de sus miembros como resultado del bombardeo israelí en la noche del sábado al domingo que tuvo como objetivo los sitios militares de las fuerzas y de Hezbollah en Homs”.
Mientras tanto, en el este de Siria, el 8 de marzo, cuatro milicianos vinculados a Irán murieron y ocho resultaron heridos en un ataque con aviones no tripulados en una instalación en la ciudad de Deir al Zor. Esta área alberga una gran concentración de efectivos del IRGC iraní y sus milicias aliadas.
Los iraníes intentaron devolver el golpe. El 23 de marzo, un ataque con drones suicidas iraníes contra una posición estadounidense en el campo petrolero de al Omar en la provincia de Hasakah mató a un contratista estadounidense e hirió a cinco efectivos del servicio norteamericano. Luego, EE. UU. lanzó ataques aéreos contra varias instalaciones mantenidas por las milicias franquiciadas del IRGC en el este de Siria. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos informó que uno de los muertos en los ataques aéreos estadounidenses era un oficial de Hezbollah. El SOHR, por cierto, también informó sobre la muerte de otros tres combatientes de Hezbollah en Siria la semana pasada, cuando su automóvil pisó una mina terrestre mientras realizaba una misión en la campiña de Homs.
Los últimos eventos siguen al siniestro incidente en Meguido el 13 de marzo, en el que un operativo logró atravesar la frontera desde el Líbano con Israel con una poderosa mina Claymore. Los artefactos de este tipo son comúnmente utilizadas por Hezbollah. Si bien muchos detalles precisos sobre este incidente permanecen en secreto, la participación de Hezbollah parece muy probable. El Líbano, al sur del río Litani, y en particular la zona fronteriza, están bajo el estricto control y seguimiento de la organización. Es muy poco probable que cualquier organización o individuo pueda llevar a cabo una infiltración armada a través de esa frontera sin el permiso de Hezbollah.
Nicholas Blanford, un periodista británico radicado en el Líbano, señaló en un artículo del 22 de marzo para el Atlantic Council que hay un precedente de incidentes de este tipo. En marzo de 2002, recordó Blanford en su artículo, Hezbollah ayudó a dos agentes de la Yihad Islámica Palestina a cruzar la frontera entre Líbano e Israel. Los dos llevaron a cabo un ataque terrorista contra civiles en la zona fronteriza antes de ser abatidos a tiros. Blanford señaló que el uso de una de sus bombas “distintivas” al costado de la carretera en el ataque de Meguido parecería indicar que Hezbollah quería difundir su participación; de lo contrario, ¿por qué emplear este medio que seguramente debería conducir a la identificación del movimiento como probable copartícipe de la operación?
La serie de incursiones israelíes en el transcurso de la semana bien puede haber tenido la intención de ser una represalia por el incidente de Meguido. Si es así, cabe señalar que Israel optó por llevar a cabo su respuesta en Siria (aunque notablemente cerca de la frontera con el Líbano). Al hacerlo, Jerusalén dejó en claro que no buscaba una escalada hacia un conflicto generalizado, que podría haber precipitado una represalia en suelo libanés. Si el informe del SOHR que afirma que un miembro de Hezbollah estaba entre los muertos es exacto, entonces Israel, sin embargo, habrá dejado claro su punto. Habrá enviado un mensaje disuasorio a Hezbollah, evitando al mismo tiempo presentar al movimiento sin otra alternativa que escalar, porque el mensaje fue entregado en suelo sirio.
Una serie de hilos aparentes vinculan estos eventos.
Tanto el ataque en el campo petrolero de al Omar como, al parecer, el incidente de Meguido parecen reflejar un momento de disparatada autoconfianza e incluso una aparente imprudencia por parte del IRGC y sus organizaciones de franquicia en el Levante. El ataque con aviones no tripulados del 23 de marzo en al Omar resultó en la muerte de un ciudadano estadounidense, un resultado que los iraníes generalmente intentan evitar en sus lanzamientos ocasionales de artillería contra las posiciones estadounidenses en Siria. Mientras tanto, el incidente de Meguido parece, según la evidencia disponible, haber sido un intento deliberado de introducir los métodos y capacidades de Hezbollah en Israel y Cisjordania.
¿Qué puede estar detrás de este estado de ánimo de autoconfianza por parte de Irán y sus aliados, que produce una inusual asunción de riesgos?
Los discursos de Hassan Nasrallah y otros sugieren que la percepción de una renuencia de Estados Unidos a involucrarse en la región, combinado con el caos interno actual en Israel y el resurgimiento de los ataques armados que emanan de Cisjordania se han sumado para producir este estado de ánimo. Todavía no está claro si las duras respuestas de Estados Unidos e Israel serán suficientes para disiparlo.
Una lectura cuidados de los detalles de estos eventos demuestra hasta qué punto todos los frentes están vinculados y, más específicamente, hasta qué punto el interés iraní representado por el IRGC y sus diversas franquicias constituyen un solo proyecto, cuyos diversos componentes ayudan y actúan unos en favor de otros en diversas formas prácticas. Así que, los miembros libaneses de Hezbollah se encuentran entre los efectivos iraníes en Deir al Zor, en el extremo este de Siria, cerca de la frontera iraquí, lejos del contexto libanés. Mientras tanto, los efectivos del IRGC están en Homs, cerca de la frontera con el Líbano, ofreciendo su experiencia a sus camaradas libaneses. Y, por último, el incidente de Meguido es solo la evidencia aparentemente más abierta de que el IRGC está tratando de ayudar activamente a los crecientes disturbios palestinos en Cisjordania. Teherán busca la capacidad de actuar militarmente dentro de Israel y Cisjordania para contrarrestar la evidente capacidad de Israel para operar dentro de Irán. Vincular las capacidades de Hezbollah a la arena palestina es la forma de lograrlo.
Por lo tanto, el aumento de la actividad aérea sobre Siria es la indicación más visible y audible de una situación de seguridad más general en la vecindad, a saber, una de mayores tensiones derivadas del comportamiento inusualmente audaz e imprudente del eje liderado por Irán en las últimas semanas en una serie de áreas
Fuente: The Jerusalem Post
Fuente Aurora