LA HABANA, Cuba. — Muy a su pesar, los izquierdistas que odian las comparaciones entre la dictadura castrista (1959-presente) y la del general Augusto Pinochet (1973-1988) tienen que admitir que en la práctica de recoger a potenciales enemigos y encerrarlos en campos deportivos Fidel Castro se le adelantó en más de doce años a la dictadura militar chilena.
Tras el golpe militar del 11 de septiembre de 1973 que derrocó al gobierno del presidente Salvador Allende, millares de militantes de izquierda y sospechosos de serlo fueron encerrados en el Estadio Nacional de Santiago de Chile.
Algo similar, aunque de modo incruento, había sido hecho por el régimen castrista a mediados de abril de 1961, cuando en vísperas de la invasión de Bahía de Cochinos —o Playa Girón, como es más conocida en Cuba— recogió a miles de personas consideradas desafectas y las encerró en la Ciudad Deportiva y sus terrenos aledaños, donde estuvieron incomunicados y bajo custodia militar durante varios días.
Habiendo recibido informes de que una fuerza expedicionaria de exiliados apoyados por la CIA se preparaba para una invasión, el régimen, con aquella redada masiva, se proponía cortar el apoyo a los invasores y a las organizaciones anticastristas que operaban en la clandestinidad.
El 16 de abril de 1961, cuando aún no había terminado el discurso de Fidel Castro en el sepelio de las víctimas del ataque aéreo a varios aeropuertos del día anterior, donde proclamó el carácter marxista-leninista de su régimen, ya la Seguridad del Estado había iniciado las redadas.
Los sospechosos que fueron “preventivamente recogidos” fueron aquellos cuyos nombres aparecían en listas confeccionadas por el G2 y los Comités de Defensa de la Revolución (CDR). Se trataba de personas que habían tenido alguna vinculación con el derrocado régimen de Batista, burgueses, propietarios expropiados, y otros que, según los chivatos de los barrios, se mostraran “irritados, descontentos y se pronunciaban públicamente en contra de la Revolución”.
Ninguno de los detenidos fue puesto en libertad antes de que el 19 de abril fuera derrotada la invasión. Todos, marcados como “contrarrevolucionarios”, seguirían siendo vigilados, con más o menos seguimiento, por el G2 y sus chivatos.
Se me ocurre que hoy, cuando la irritación contra el régimen crece por día, se le haría muy difícil a los mandamases de la continuidad castrista hacer una recogida de desafectos como aquella de 1961.
Para empezar, todas las instalaciones deportivas del país, bastante deterioradas en su mayoría, no alcanzarían para albergar a todos los que —sin ser abiertamente opositores o los que la Seguridad del Estado considera “personas de interés operativo”— no ocultan su malestar y se pronuncian en duros términos en contra del régimen y sus dirigentes, lo mismo en las redes sociales, en una parada de guagua que en una multitudinaria cola para comprar comida o en un apagón.
De la magnitud del descontento popular ya tomaron nota los mandamases el 11 de julio de 2021.
La otra cuestión, aunque sea de lo menos preocupante para los mandamases, es cómo se las arreglaría para alimentar a los detenidos. Se sabe que el hambre es muy mala consejera. Y eso me lleva a otra consideración, que ni por asomo pretende ser clasista, líbreme Marx de eso.
¿Pueden ustedes imaginar cómo se sentiría una multitud hambreada y hacinada que ha sido encerrada en un estadio solamente porque alguien los considera desafectos?
Los recogidos y encerrados en 1961 se portaron bien y no causaron mucho problema, no tanto por la vigilancia de los milicianos, sino porque eran en su mayoría personas educadas y decentes, de “hábitos burgueses”, como se solía decir en la despectiva jerga revolucionaria de entonces.
La mayoría de las personas que encerrarían hoy, con tanta pérdida de valores como hay en la sociedad cubana luego de que fuera erradicada la moral burguesa y no encontraran otro tipo de moral para sustituirla, constituirían una turba vociferante, pendenciera, incontrolable, irreductible aun para los esbirros de las Boinas Negras. Basta ver lo que ocurre a diario en las colas para comprar comida.
Los mandamases, si se ven en aprietos, lo que, tal y como están las cosas, puede ser en cualquier momento, deben pensarlo muy bien y varias veces antes de ordenar una redada masiva preventiva como la de abril de 1961.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org