Cientos de miles de israelíes salieron a las calles para protestar contra Benjamín Netanyahu por decimoquinto sábado consecutivo desde que se anunció la polémica reforma judicial.
Se trata de una iniciativa que, según sus críticos, socavará la democracia; pero que se paralizó para buscar consenso entre el Gobierno y la oposición.
Más de 140.000 manifestantes -según los recuentos- salieron a protestar en Tel Aviv, el epicentro de las manifestaciones, mientras otras decenas de miles de personas se congregaron en 150 puntos diferentes de todo el país.
Ondeando pancartas y banderas israelíes, muchos de los manifestantes advirtieron de que continuarán las protestas hasta que la reforma judicial sea “completamente archivada”.
Entre la muchedumbre, el jefe de la oposición, el ex primer ministro Yair Lapid, saludó a los «maravillosos israelíes que salieron a las calles a defender su país».
Sin embargo, también hubo una contramanifestación de 500 personas en Netanya, al norte de Tel Aviv, encabezada por el ministro de Seguridad Nacional, el ultranacionalista Itamar Ben Gvir.
«Esta es una innovación histórica. Muéstrame un caso en la Historia donde el Gobierno se manifiesta en contra de sus ciudadanos!», escribió Lapid en Twitter.
«No protestamos en contra, protestamos por», replicó el controvertido Ben Gvir, conocido por su retórica incendiaria.
«Cuando quiero salvar al pueblo de Israel, hay dificultades legales. El pueblo de Israel no se da por vencido, todos gritan: ¡reforma ya! Con la ayuda de Dios, la reforma nos permitirá alcanzar estos sueños (…) aprobar la pena de muerte para los terroristas y la inmunidad para los soldados», dijo.
La jornada transcurrió con varios conatos de violencia que dejaron al menos 13 detenidos, ocho por iniciar incendios y otros cinco por bloquear vías.
En tanto, las autoridades hicieron uso de la Policía montada y de cañones de agua para dispersar a los manifestantes.
ECONOMÍA EN RIESGO
Esta nueva jornada de protestas tiene lugar un día después de que la agencia de calificación de riesgo Moody’s rebajara la perspectiva de Israel de positiva a estable por la incertidumbre económica que genera la polémica reforma, que en su planteamiento inicial pretendía socavar la independencia de la Justicia y la separación de poderes, al dar al Ejecutivo y Legislativo más control.
A pesar de que la presión social de las protestas y la convocatoria de una huelga general a finales de marzo obligó a Netanyahu a aplazar la tramitación de esa legislación, el respaldo social al Gobierno y al primer ministro cae en picado.
Una encuesta publicada la noche de viernes por el Canal 12, el más visto de Israel, indicó que solo el 52 % de los votantes de Likud, el partido de Netanyahu, volvería a votar por la formación.
Además, entre el global de los votantes, el sondeo revela que el 74 % cree que la crisis económica es más importante, frente al 19 % que opina que la reforma judicial es prioritaria.
“La economía de Israel es estable y sólida, con la ayuda de Dios, seguirá siéndolo”, dijeron este sábado Netanyahu y su ministro de Finanzas, el ultranacionalista Bezalel Smotrich, en un comunicado.
«La preocupación que plantean los analistas de Moody’s sobre la reforma y su efecto en la estabilidad política y económica de Israel es natural para aquellos que no conocen la fuerza de la sociedad israelí”, añadieron.
Uno de los aspectos que más preocupa a los israelíes sobre la reforma es la ley de selección de jueces, que da al Gobierno un poder casi total sobre el comité que los nomina, y que debería haberse aprobado en la Knéset (Parlamento israelí) la última semana de marzo, antes de la pausa parlamentaria por Pésaj (Pascua judía), pero que Netanyahu decidió posponer mientras impulsa un diálogo con la oposición auspiciado por el presidente Isaac Herzog. EFE y Aurora
Fuente Aurora