La aceleración del deterioro económico abre cada vez más incógnitas electorales en el oficialismo; los viajes en jet privado del ministro a Washington y las posibles exigencias del FMI; claves de Río Negro y Neuquén
Por Carlos Pagni
Las recientes elecciones de gobernador en Río Negro y en Neuquén tienen un significado nacional. Pesan en la vida del país. Son provincias energéticas, sobre todo Neuquén, que es la dueña de los principales yacimientos de hidrocarburos no convencionales del país. Es la dueña de Vaca Muerta. Pero, además, estos comicios importan porque representan una película en cámara lenta que vamos viendo a lo largo de los meses respecto del conflicto mapuche, que es una novedad en la Argentina de los últimos años. Ese conflicto tiene distintos niveles de agresividad, mensajes, y significados que pueden llegar hasta una reivindicación separatista. Eso también ocurre en esa área de la Patagonia. En esas provincias se puso en discusión quienes son las autoridades de los rionegrinos y los neuquinos, pero también influyen en el resto del país.
Hay dos números de Río Negro que pueden iluminar la vida política nacional: el porcentaje del electorado que participó en las elecciones bajó de 74% a 67%, respecto a la elección anterior de 2019. Se verifica un fenómeno que puede aparecer de nuevo en las próximas elecciones nacionales, que es el nivel de desapego de la gente frente a las urnas, como ocurrió en las elecciones de medio término en 2021, especialmente en la provincia de Buenos Aires. Es decir, se trata de un fenómeno general que ya registran los encuestadores, no solamente cuando van a ver los números, sino cuando trabajan, porque cada vez más personas no los quieren atender. Las personas no quieren hablar de política y dicen que están enojadas con ella.
En tanto, a los dirigentes del Movimiento Popular Neuquino (MPN), que perdieron este domingo, les llama la atención otro aspecto de la elección. Ellos dicen que fueron a buscar a la gente para ir a votar, pero que muchos no se dejaban llevar. El MPN es un movimiento con un gran aparato político, construido a lo largo de 60 años, que tiene una notoria capacidad de movilización de su base. Ellos dicen que varias personas se resistieron en esta ocasión a formar parte de ese juego. A su vez, algo interesante para destacar es que las fuerzas nacionales parecen no tener mucho predicamento en estas elecciones locales.
En Río Negro, Alberto Weretilnek, que es alguien que viene del Frepaso y que armó su propio partido, no está alineado a ninguna corriente nacional, más allá de sus afinidades con el kirchnerismo. Y lo mismo pasa con Rolando “Rolo” Figueroa, que es el que gana la elección de Neuquén derrotando al MPN. Podría llegar a afirmarse esto último de manera contundente, si no fuera porque el mismo Figueroa es un desprendimiento del Movimiento Popular Neuquino.
Estos dos grupos, que ganaron en Río Negro y Neuquén, proyectados sobre el Congreso, forman un conglomerado. Antiguamente, se les llamaba irónicamente “el barrio chino” de la Cámara de Diputados. Son fracciones minoritarias en las que hay misioneros, diputados de Lavagna, partidos de izquierda, diputados solitarios, de Tucumán, Neuquén (Rolo Figueroa, por ejemplo), y también el sector de Weretilneck. No forman parte de ninguna de las corrientes que han polarizado la política argentina en los últimos años. En esto se da un fenómeno en espejo. Los partidos nacionales, los líderes, fueron a apoyar candidatos, que no son los candidatos con los cuales se alineó su propio partido en la provincia. Y esto genera discusiones. De hecho, el gobierno nacional tiene a un rionegrino importante en sus filas, que es el ministro de Justicia, Martín Soria, hijo de un gobernador y dirigente importante del peronismo tradicional. Sin embargo, el kirchnerismo con Cristina Kirchner a la cabeza fue a apoyar a Weretilnek, que no es un candidato de su partido. La discusión se dio más en Neuquén, donde por conflictos internos de Juntos por el Cambio, Figueroa obtuvo la adhesión de Rodríguez Larreta y de Mauricio Macri, pese a que hubo algún ruido al final de la carrera. Macri se molestó porque Figueroa dio quórum para favorecer a Sergio Massa en la votación de la última moratoria previsional. El gobernador electo tuvo menos apoyo de Patricia Bullrich, que a último momento salió a sumarse con la victoria. Desde Neuquén le dijeron ‘Patricia, vos estabas en otra película”. Ella estaba con Juntos por el Cambio, que en realidad rodeaba al candidato radical Pablo Cervi. Aún así es difícil encontrar fotos de Figueroa con Larreta o con Macri. Tampoco ellos estuvieron con Cervi, con el que sí estuvo Martín Lousteau. El propio Figueroa que tuvo también el apoyo enfático de Massa, es decir, se presentó una rarísima ocasión en la que coinciden dos personajes incompatibles de la política argentina -probablemente una de las enemistades más firmes de la política argentina- que son Massa y Macri. Figueroa logró reunirlos. Pero él no quiso fotos, porque quiso provincializar la elección. Y en alguna medida ganó con una lógica provincial, enfrentando a su viejo partido.
La provincialización parece ser la forma con la que las dirigencias locales, también las del peronismo, expresan el mismo desencanto del electorado, que se muestra en las encuestas, respecto del proyecto nacional de su partido. Los electores afirman que están alejados de la política porque no les da respuesta. En la élite eso también se expresa cuando un gobernador adelanta las elecciones y pide que no vayan a visitarlo desde Buenos Aires. Hace una elección en sus propios términos, porque tampoco existe la posibilidad de dar al electorado local algo del producto que le llega desde la Capital Federal. Pareciera que también en la dirigencia se reproduce este desapego respecto de las grandes corrientes nacionales y de lo que ellas expresan a nivel discursivo y como propuesta de gobierno.
Hay una clave en la elección de Neuquén. Figueroa no es un antibiótico, es decir, no es un producto elaborado para combatir algo distinto, que sería una bacteria. No, es una vacuna. Es un producto hecho con el mismo material que él quiere combatir. Viene hecho con la genética del MPN. Por eso hay que ver hasta dónde murió el MPN en Neuquén. Hasta dónde, como él dice, representa una renovación en la forma de hacer política. El MPN neuquino es lo más parecido, probablemente, que tenga la Argentina al PRI mexicano: control de la oposición y del gobierno, de sus propias disidencias, de los negocios, del territorio y hasta de los mapuches. Con una figura central que fue el gran derrotado de esta elección, que es Jorge Sapag, exgobernador, exsenador, y heredero de una corriente familiar que gobernó Neuquén por 60 años. En su momento, Sapag había avalado la candidatura de Omar Gutiérrez, el último gobernador de Neuquén, y le habría prometido aparentemente a Figueroa que iba a ser el sucesor. Cuando llegó esa instancia, Figueroa, que fue vicegobernador de Gutiérrez, se vio traicionado porque Sapag apostó a la reelección de Gutiérrez. Hace poco, seis meses, Figueroa le pasó factura y armó su propio partido para ir en contra de Sapag y del MPN. Y vence.
En Neuquén hay otra curiosidad. Allí hay boleta única electrónica, el experimento que quiere montar Horacio Rodríguez Larreta en Buenos Aires. Y ocurrió algo interesante. Figueroa ganó en la categoría de gobernador en la capital provincial por 36% a 29% al candidato oficial del MPN. Sin embargo, en la categoría de intendente, se impuso el candidato oficial del MPN por 42% a 23%. Quiere decir que la boleta única electrónica es una forma de institucionalización del corte de boleta. Por eso la busca Lousteau en la capital, que no tiene un candidato competitivo a nivel nacional. Y por eso no la quiere Jorge Macri, que prefiere ir colgado de las boletas de Larreta y de Bullrich. Nota al pie de página: seguramente Jorge Macri va a seguir siendo ministro de Gobierno de la Ciudad, a pesar de que enfrentó a su jefe. Antes de que su jefe lo anuncie, dijo que el sistema electoral era malo. Asoma ahora una pregunta. ¿Larreta va a dejar que su ministro maneje un proceso electoral con el que no está de acuerdo, o se lo va a quitar de las manos?
Neuquén es una provincia que atraviesa un boom económico por la actividad hidrocarburífera. Curiosamente ahí pierde también el oficialismo. Pareciera que los oficialismos están condenados a perder en este ciclo histórico. Ahora, ¿qué significa esto para la economía? No se sabe. Figueroa no solo denuncia un sistema opresivo de corrupción y de manipulación política por parte de Jorge Sapag y el MPN en Neuquén, sino que además dice que él tendría posiciones mucho más intervencionistas en materia de hidrocarburos. Esto plantea una incógnita porque Massa, Macri y Larreta fueron llevados a apoyar a Figueroa por consejos de empresarios que están involucrados en Vaca Muerta. ¿Es el discurso de campaña de Figueroa o esos empresarios están equivocados y empieza una política más estatizante de la provincia de Neuquén sobre sus recursos hidrocarburíferos? Algunos expertos en energía, en gas, en petróleo, se lo están preguntando en estas horas.
El tema del desapego, del malestar de la gente con la política, centralmente con la economía, nos lleva a un problema que es el contexto económico que se está agravando día a día y que pone a la economía de Sergio Massa en una especie de callejón dramático.
Un cuadro elaborado por el consultor Fernando Marull muestra un escenario muy inquietante, que alimenta cualquier fantasía. Compara los meses de noviembre y diciembre de 1988, las vísperas de la hiperinflación que se desata en abril del 89′ y se profundiza en mayo del 89′, con estas inflaciones de Massa de ahora. En noviembre de 1988 hubo 6%. En febrero de este año tuvimos 6,6%. En marzo tuvimos 7,7%. ¿Vamos a un 9%? Muchos creen que sí, que hay una inercia de remarcación. La mayoría de los economistas dicen que es muy difícil que haya una hiperinflación, pero piensan -inclusive muchos heterodoxos del kirchnerismo- que la economía va a un régimen de muy alta inflación aunque no sea hiper. ¿Vamos a las PASO en ese contexto?
En otro cuadro, de Alfonso Prat-Gay, que compartió en su Twitter, se muestran las inflaciones que dejó cada ministro de Economía de la historia reciente de la Argentina en el último mes de gobierno. Por ejemplo, lo tenemos a Peirano, que debería ser un prócer hoy, con menos cuatro décimas, deflación; Prat-Gay, con 1, 2%; Lavagna, con 1,2%; Lousteau, con 3%; y Remes Lenicov, que sería el maldito, 10, 4%. Antes de Remes, el último es Massa con 7.7%. Es el penúltimo. Y acá viene lo interesante de la comparación de Prat-Gay. Él examina el significado de Remes con el significado de Massa y los presenta como contrafiguras a pesar de estar pegados en el cuadro. Remes Lenicov, dicho sea de paso, acaba de publicar un libro de memorias de cómo él desarmó la bomba, que había dejado la convertibilidad. Un libro muy recomendable, que cuenta mucho. Prat-Gay explica que Remes encaró los problemas con mucho coraje facilitándole la tarea a su sucesor. Se encargó del problema, produjo el sinceramiento y se tuvo que bancar esa inflación de más de 10% mensual como producto de la bomba que estaba desarmando. Massa patea todos los problemas para adelante, dice Prat-Gay, complicándole la vida a su sucesor, al revés de Remes, y concluye como una especie de silogismo: “Massa es un Remes al pedo”. Debe estar enojado Prat-Gay porque no suele decir malas palabras, pero se ve que el cuadro le inspiró bronca.
Hay entonces una inercia inflacionaria difícil de controlar, que es el signo de este tiempo y que plantea un gran misterio sobre el destino electoral del oficialismo. Es lo que hace pensar que es muy difícil revertir esta dinámica y que por lo tanto es muy probable que vayan a una catástrofe electoral.
Sin embargo, lo que más les preocupa a los que están al frente del comando electoral de los distintos Frentes de Todos que conviven hoy en el Gobierno, en esa oposición al Gobierno que sería Cristina, la Cámpora, etcétera, es otro fenómeno que se ve claramente en un cuadro de Marull, que relaciona aumento de la pobreza y caída electoral. Marull muestra cómo la cantidad de votos del Frente de Todos pasa del 48% en 2019 a 34% en 2021. Hay una relación entre esta caída y el ascenso de la pobreza. Marull piensa así: si yo mantengo esta proporción entre aumento de la pobreza y caída de las elecciones, si fuera solo una cuestión aritmética, el Gobierno tendría que ir a una elección del 25%. Es de temer.
Esto en un contexto de falta de dólares plantea otros problemas. Es inflación con falta de dólares. Hace que Massa tenga que ir produciendo devaluaciones segmentadas para el campo, para las economías regionales. Hay una para el sector textil, no se entiende muy bien por qué ese sector. Están los que cariñosamente, como hay un empresario simbólico del sector textil, lo llaman el dólar “karagozián”. Son devaluaciones segmentadas que tienen una principal finalidad: que Cristina no entienda del todo que él está devaluando, porque Cristina prohíbe la palabra devaluación y mucho más la consecuencia de la devaluación. Esto genera un negocio espectacular para mucha gente, porque el Banco Central vende dólares baratos y compra dólares caros. El importador que va a buscar dólar oficial compra un dólar barato y el sector, por ejemplo, el sojero, que vende su soja, adquiere del Banco Central un dólar caro. La diferencia se compensa con emisión monetaria. Por eso no es solamente un problema de remarcación de precios comercial el que está motorizando la inflación, sino que hay también un fenómeno monetario detrás, que al Gobierno le cuesta mucho más identificar.
No hay que sorprenderse por esto, porque es lo mismo que hizo Massa con los bonos. Compró bonos cuando estaban a 35 centavos de dólar y los vende a 25 centavos. En el medio alguien hace una diferencia de 40%, que es más o menos la misma diferencia que hay con el tipo de cambio. Pareciera que hay una producción de negocios del 40% del Ministerio de Economía para sectores que hacen ese tipo de especulación.
Mientras tanto, el INDEC avisó en su última medición que el pan subió 13%. Y la yerba mate anda por ahí, y si no, miren el tuit que emitió Alicia Castro, una kirchnerista muy volcada hacia la izquierda, diciéndole a Alberto Fernández si conoce el precio de la yerba mate. “Salga a comprar una lechuga y un kilo de yerba, don Alberto Fernández, antes de seguir hablando pavadas”. Casi dan ganas de defenderlo a Alberto porque es muy agresiva. “No ha habido otro gobierno más inoperante que este para controlar la inflación y la especulación con el precio de los alimentos”, escribió. Cualquiera que conozca a Alicia Castro y el lugar donde está ubicada ideológicamente, sabe que antes de escribir esto lo ha pensado mucho, porque creo que es la primera vez que dice que Alberto Fernández en esta materia, control de la inflación y especulación, es peor que Macri. Porque si no ha habido otro gobierno, quiere decir que ya superó al de Macri. Palabras mayores, para esta posición ideológica.
Para explicar por qué vende bonos, compra bonos, etcétera, sale el informe pedido por Massa de la Facultad de Ciencias Económicas manejada por el radicalismo. El líder de esa área es el diputado radical Emiliano Yacobitti, que dijo que estaba en contra de la política de bonos de Massa en la Anses. Económicas produce un dictamen que es una respuesta al pedido solicitado por el Ministro de Economía, un dictamen favorable, de siete páginas, que lo firman, entre otras personas, el Magister Julián Gabriel Leone. En el currículum de Leone figura que es Jefe de Trabajos Prácticos de la cátedra de Matías Tombolini. ¿Tendrá algo que ver? Seguramente no. ¿Por qué hay que pensar que que trabaje para Tombolini lo va a condicionar en el dictamen que hace para Massa? Seguramente hay una autonomía intelectual que hay que respetar. Pero hay gente mal pensada.
Massa viajó a Washington para intentar que se flexibilicen las metas, los parámetros de su acuerdo con el FMI. Es importante el entorno geopolítico en el que se encuentra el gobierno argentino. Daría la impresión que le es muy favorable. Vamos a poner un solo hecho para explicarlo. En este momento está el canciller ruso Sergey Lavrov en Brasilia reuniéndose con el gobierno brasileño, llevado por el principal asesor en materia de política exterior de Lula, que es Celso Amorim, llevado por Mauro Vieira, el canciller brasileño. En esas reuniones se está hablando de la mediación que pretende hacer Brasil con los Emiratos Árabes y con China, en el conflicto por el ataque de Rusia a Ucrania. Y los rusos subliminalmente intentan decir que Brasil está por lo menos neutral, a diferencia de todo Occidente, en su ataque a Ucrania. Casi cercano a la posición rusa. Celso Amorim estuvo en Rusia hace diez días. Al mismo tiempo, en el mismo momento en que Lavrov visita Brasilia, Laura Richardson, la jefa del Comando Sur del Pentágono, encargada de vigilar el avance de China en la región en temas estratégicos, visita Buenos Aires y se reúne con las autoridades del gobierno argentino, sobre todo autoridades de defensa y militares. El gobierno argentino hace los deberes para el gobierno americano en un tema central, como es el enfrentamiento entre Estados Unidos y China, esperando que la Secretaría del Tesoro, que ejerce un poder enorme en el FMI, ayude en la flexibilización del acuerdo con el Fondo.
Otra nota al pie de página. De nuevo, Massa viajó en un vuelo privado. Salió de San Fernando el 12 de abril rumbo a Aeroparque, y de ahí hacia Santo Domingo, donde se encontró con Wendy Sherman, que es la encargada del Departamento de Estado para monitorear la agenda de seguridad internacional de la Argentina. Sherman es una diplomática de alto nivel del gobierno demócrata, con muchos antecedentes en temas de seguridad, como Corea del Norte, Medio Oriente, etcétera. Es la encargada que puso Biden para monitorear los alineamientos internacionales de la Argentina. En un momento en el que Lavrov está en Brasil. De este ajedrez estamos hablando. Massa viajó a Santo Domingo a verla en un avión operado por la empresa de taxi aéreo, Flyzar, que maneja el piloto Gustavo Carmona, con otros inversores. De Santo Domingo viajó a Washington. ¿Cuánto cuesta ese viaje? Si uno pregunta, en el mercado de la aeronavegación privada, hay que calcular más o menos por hora 4 mil dólares. Entre ida y vuelta, como algo bajo, barato, como una atención, suponiendo que se lo regalan y paga solo el costo, son 100.000 dólares. Es un viaje de un funcionario de un país que tiene 40% de pobreza. ¿Por qué Massa no puede viajar en clase primera de un avión de línea? Nadie le pide que se degrade viajando en clase turista. Probablemente tiene miedo a algún abucheo o, en todo caso, lo magnetizan los vuelos privados. El viaje anterior a Washington lo hizo en un avión de Francisco De Narváez, un Gulfstream, que despegó desde San Fernando. No se sabe cuánto costó porque ya no se trata de la contratación de un taxi. Es un vuelo que ni siquiera pertenece a una empresa comercial. Los viajes de Massa en avión privado tienen un gasto mínimo de 100 mil dólares. Alberto Fernández inauguró la semana pasada la última terminal del Aeropuerto de Ezeiza. Dijo que se trató de algo espectacular y que ha hecho mucho por los aeropuertos. Y es posible que sea cierto. Pero, además, dijo que ojalá se use poco esa terminal para que los argentinos no consuman muchos dólares viajando al exterior. Que hable con Massa entonces.
Existe una duda. ¿Le van a dar a Massa el próximo desembolso del crédito con el FMI, sin que devalúe? Esta es la pregunta que todo el mundo se hacía en la reunión del Fondo. Hay algo que trascendió, que es inverificable. Inversores que participaron de una reunión organizada por el Banco Barclays con Luis Cubeddu, que es el encargado del programa argentino en Washington, dicen haberle escuchado a Cubeddu que se está evaluando pedirle a Massa que devalúe la moneda en serio, antes de hacer el próximo desembolso. Obviamente, Cubeddu está obligado a desmentir esa afirmación. El Fondo teme también hacer un papelón técnico y quedar atrapado, no en una hiperinflación, pero sí en alta inflación, como aquella a la que está siendo conducida la Argentina. Por supuesto que una devaluación puede agravar el problema.
Por alguna razón, Kristalina Georvieva no aparece más. Nadie la vio en fotos con Massa. La manda a Gita Gopinath, la vicedirectora, representante de Estados Unidos. A propósito, Massa le dijo a un inversor en Washington la semana pasada: “Con el Fondo está todo bien porque con Gopinath nos llevamos bien, y es muy coqueta”. No se sabe qué quiso decir. Pero si ese es el nivel de análisis sobre el frente externo de la Argentina con el FMI, el país está en problemas.
¿Por qué está en problemas? Porque pueden pasar tres cosas. Por un lado, que haya una devaluación mal manejada, se la exijan o no. Segunda posibilidad: existe la advertencia de que puede haber una inflación de 9% este mes y que llegue a 10% el mes siguiente, cuando ya la máquina se acelere. En ese escenario, ¿Massa va a querer seguir siendo ministro de Economía de este Gobierno o se querrá ir?. En la Casa de Gobierno hay gente que dice, [Antonio] “Aracre calienta motores”. Es el empresario que preside el equipo de asesores del Presidente de la Nación. El otro fenómeno que puede alterar gravemente la dinámica de la economía es que el Frente de Todos, en una primaria, salga tercero. Y hay razones para pensarlo si se mira una encuesta en particular. Un estudio realizado por Sebastián Galmarini, el cuñado de Massa, arrojó un altísimo nivel de incertidumbre, porque hay muchísima gente (31%) que no contesta o no sabe, y que tiene que ver con el desapego de la gente por la política y también por las encuestas. Sin embargo, esa encuesta sugiere que el Frente de Todos y el peronismo estaría tercero con 18% , Juntos por el Cambio con 23% y 20% de los libertarios. Galmarini, el autor de esta encuesta, es, además, director del Banco Provincia. No se sabe cómo son las relaciones de familia entre los Massa, pero esta debe ser una encuesta a la que Massa le presta atención. ¿Qué pasaría con la economía si en agosto se verifica este resultado? ¿Qué pasaría con la tendencia del dólar y de la inflación? Es un signo de interrogación que seguramente se lo está planteando el propio Massa.
En este ambiente depresivo aparecen bromas de humor negro. El Senasa promovió el curso “Primer Encuentro Nacional de la Cadena de Valor de Insectos para Consumo Humano y Animal. Una industria en expansión, el futuro de la alimentación”. Lo hace un organismo del Gobierno que venía a reponer el asado.
Este es el telón de fondo de una presión que a diario recrudece sobre Cristina Kirchner, apelando a su sentido de responsabilidad histórica. Le plantean que debe revisar una posición que ella hizo explícita dos veces con solemnidad creciente, que es que no iba a ser candidata a nada. Sin embargo, varios le dicen que no puede ser la responsable de una catástrofe oficialista. De hecho, Axel Kicillof pidió este fin de semana que Cristina reconsidere su posición. El gobernador tiene motivos para pedirlo, porque tiene varios activos en la provincia de Buenos Aires como para competir. De hecho, le va muy bien en las encuestas. Y hay un aspecto que hay que reconocerle. En un kirchnerismo muy impugnado moral y judicialmente, no se conocen en su historia personal, individual, casos de corrupción en la vida de Kicillof. Más allá de políticas arbitrarias, por lo tanto inmorales, como la de distribución de montos enormes en materia de publicidad para grupos oficialistas, como El Destape, los medios de Víctor Santa María o los de Cristóbal López.
Kicillof ve que pesa una lápida sobre él, la situación nacional del partido, la economía que maneja Massa y el gobierno y la política que maneja Alberto Fernández. Alberto Fernández sigue sin dar vuelta la baraja de cuál va a ser su situación. Recibe cada vez más presión para que revele qué va a hacer. A lo suyos les dice qué él no va a ser candidato y que, en todo caso, va a acompañar a Daniel Scioli a todos lados. Inclusive tiene la fantasía de una fórmula Daniel Scioli-Victoria Tolosa Paz.
De todas maneras, Scioli se ve más con Cristina que con Alberto Fernández. Salió a recorrer Quilmes con Mayra Mendoza, que es el corazón de La Cámpora. Cuesta muchísimo imaginar que Scioli fue invitado a Quilmes sin una autorización expresa de Máximo Kirchner. Quiere decir que, probablemente, Alberto se esté quedando sin instrumentos para esa pelea o para esa primaria que él tiene en su cabeza para terminar con 20 años de kirchnerismo, como dijo él. O de personalismo, es decir, para terminar con el dedo que lo puso en el poder. Sucede hoy en el oficialismo lo que sucede en todo grupo humano desesperado cuando se está en un callejón dramático y las estrategias empiezan a ser invertebradas.
Este martes va a haber un día caliente en la Legislatura bonaerense, porque el kirchnerismo ha decidido tratar un proyecto para crear un padrón para todos los trabajadores que prestan servicios en plataformas como Rappi, como PedidosYa, e inclusive Uber. Es la antesala de una sindicalización que subiría el costo de esos servicios. Las empresas que manejan esas plataformas dicen que, si eso ocurre, se van de la provincia de Buenos Aires. El peronismo en la Capital Federal intentó hacerlo y no pudo, porque Larreta usó un argumento técnicamente correcto: la legislación laboral es de carácter federal. Los repartidores se van a movilizar a la legislatura con carteles en los que llaman a defender su fuente de ingresos. No dicen “puestos de trabajo”, porque ellos se ven a sí mismos como un remisero que tiene un convenio de prestación de servicios, pero no un contrato laboral con la agencia de remises. La provincia de Buenos Aires quiere cerrar las aplicaciones. Hay que ver qué efecto electoral tiene eso. En tanto, en la misma Legislatura bonaerense, Massa tuvo una mala noticia. Finalmente y correctamente, fue destituido el fiscal Claudio Scapolan acusado de integrar una banda de narcotraficantes con policías. Hay que reconocer el mérito de la primera que puso el dedo en la llaga de este entramado mafioso, Elisa Carrió. El tema salpica, obviamente, a Massa que lo protegió. Solo una persona votó en contra de la destitución, la senadora provincial Sofía Vannelli, del Frente Renovador. Entre los abogados defensores de esa banda había colaboradores de la gestión de Cristian Ritondo cuando era ministro de Seguridad de María Eugenia Vidal. Por ese motivo, surgió una versión que dice que la jueza Sandra Arroyo Salgado, a quien le quitaron el caso por influencia de esos abogados, le avisó a Patricia Bullrich que tenga cuidado con proponerlo a Ritondo como candidato a gobernador. Si así fuera, la jueza habría prometido presentarle una denuncia penal por día.
Fuente La Nacion