Por Carlos M. Reymundo Roberts
Como vimos en decenas de títulos y análisis, lo más importante que dijo Cristina en su master class de anteayer en La Plata fueron cuatro palabras: “Yo ya di todo”. Soy tan despistado que pensé que se estaba negando a poner guita en la colecta de Santi Maratea por Independiente. Pero no: parece que con esa frase vino a decir, urbi et orbi, que no cuenten con ella para arreglar el bolonqui que ella armó. Esas cuatro palabras malditas suponen, pues, que el operativo clamor fue un absoluto fiasco, y que, en todo caso, habrá que reorientarlo: “Luche y vuelve Scioli de Brasil”, “Luche y vuelve Kichi” o “Luche y vuelve Wado de Pedro, argentino, 46 años, pelo entrecano, oriundo de Mercedes”. Puede que terminen aceptando a Massita, con otro clamor: “Luche y vuelve la hiperinflación”.
Caben entonces algunas reflexiones. La más importante. Qué perversidad es esa de juntar a una multitud con la promesa implícita de que asistirá a una histórica proclamación y, dos horas después, la despiden con las manos vacías; peor: habiéndose tenido que fumar una clase de economía de alguien que solo conoce la teoría de la acumulación. No llevaba hablando más de un minuto cuando, al grito de “Cristina presidenta” surgido de la platea, contestó con eso de que no tenían que hacerse los rulos. ¡Se habían hecho los rulos, las manos y los pies! ¿Dejaron correr la versión de un gran anuncio para que la presentación tuviera suficiente fervor? Cuidado, porque la gente también puede ser cruel y vengativa: conté exactamente cinco personas a las que la televisión mostró dormidas mientras discurseaba la señora. Desdichada Cris: antes los hacía soñar en grande; ahora los tiene que despertar.
Me permito un consejo: si los que se durmieron eran extras, no les pagaría un peso.
Algunos piensan que el operativo clamor en realidad acaba de empezar, que no hay que dar a la vice por bajada definitivamente. Yo elijo creerle: si dijo que está proscripta, está proscripta; si no hay que hacerse los rulos, me los saco; si ya dio todo lo que tenía para dar, bueno, qué tal si prolonga las estadías en El Calafate y espacia las lecciones magistrales, que, como está visto, se vuelven un poco cuesta arriba. ¿Y si prueba por Zoom? Prohibido mutear los micrófonos, cosa de que pueda escuchar las ovaciones. Por cierto, con la clase de ayer quedó inaugurada la Escuela Justicialista Néstor Kirchner, y entre los asistentes estaba Baradel: su primera vez en un aula.
Segunda reflexión. Yo entiendo que Cristina esté de punta con Alberto, tan zanguango (RAE: indolente, perezoso, torpe), y con el Fondo Monetario Internacional, culpable de todos nuestros padeceres. OK. Pero no entiendo otras cosas. Si Alberto resultó una catástrofe, ¿a qué mostrador deberíamos ir a presentar el reclamo? La gran profesora que diserta sobre los desastres económicos de este gobierno es, oia, la creadora de este gobierno. (Oia. RAE: interjección de perplejidad de origen sajón; en inglés, aclaranding quickly). Tampoco resultan fáciles de comprender las críticas al FMI, no porque no sea el brazo armado del capitalismo salvaje: en este momento, esos sujetos perversos nos están prestando plata para que les paguemos; es decir, saldamos deuda con la guita de ellos: la panacea de cualquier deudor. Además, Cristina dice que el dólar sube porque el Fondo le prohíbe al Banco Central usar reservas para intervenir en el mercado, cuando todos los días el Central informa cuántas reservas pierde tratando de contener el dólar; es cierto que los esbirros de Georgieva pusieron una cláusula que lo impide, pero acá, pillos, lo hacen igual. Cris, aclaranding quickly esa cuestión. No es grave que tenga ideas dispersas y confusas sobre un arte tan complejo como la economía; no es grave, porque expone esa incompetencia en forma magistral.
Tercera reflexión, derivada de esta última. Si el gobierno que supo inventar llevó la inflación interanual arriba del 100%, la pobreza al 45% y el blue hasta 500 pesos (después de recibirlo de Mauricio Ah pero Macri a 50), sin que ella haya podido corregir nada, sería conveniente que orientara sus clases a temáticas que la comprometan menos: el calentamiento global, la contaminación de los mares, los desafíos que plantea la inteligencia artificial o cómo convertir a un perejil en presidente de la Nación. Es decir, todas áreas en las que es una verdadera experta. Señora, lo suyo es la política, la ciencia y la vida. Deje la economía en manos de economistas; tipo Massita.
Es una lástima que Santi Maratea no sea kirchnerista. Podría hacer una colecta de dólares para pagarle al Fondo ahora mismo, sacárnoslo de encima y dar vuelta el sombrío panorama electoral del Frente de Todos. En la tarea de fiscalizar lo recaudado estaría bueno poner a Tombolini; para llevarlo hasta Washington, a su mujer; para dejarlo en las oficinas del FMI, a Josecito López.
–¿Cuánto estaría dispuesta a donar usted, Cristina?
–Yo ya di todo.
Fuente La Nación