Ni siquiera las cosas previstas especialmente para favorecer al Gobierno terminan logrando su objetivo. Cuando nada viene bien, todo sale mal, resumía en la semana un observador neutral después de ver los resultados del viaje presidencial a Brasil, originalmente programado para darle algo de relevancia al cada vez más desdibujado presidente de la Nación, pero también para conseguir fondos tan necesarios en este tiempo de penurias.
En el plano comunicacional, en lo más alto del poder pensaron que la difusión de una fotografía de trabajo durante el vuelo a Brasilia le vendría bien a Alberto Fernández. Pero no parece haber sido tan lograda: apenas se lo veía ahí al presidente y hasta la figura preponderante en la imagen era Sergio Massa. Voceros oficiales aseguraron que el objetivo era mostrar a un presidente rodeado de sus colaboradores más cercanos.
A propósito, ¿le habrán facturado a Victoria Tolosa Paz su presencia en el acto de Cristina en La Plata tomando la foto cuando ella fue al baño?
La frase lanzada por el presidente Lula durante la conferencia de prensa que compartió con el mandatario argentino resumió bien la situación, aportándole una cuota de patetismo a la incursión argentina en tierras brasileñas: “Alberto Fernández es un compañero que llegó bastante aprensivo y va a volver más tranquilo. Es verdad, sin ningún dinero, pero con mucha disposición política”, expresó Lula y Fernández no pudo más que reírse fuerte, como buscando aclarar que lo de su amigo era solo un chiste.
Son escenas que rozan el patetismo y pintan claramente el momento difícil que vive la Argentina. Pueden ser emparentadas con las notas que proliferaron los últimos días en el puerto de Buenos Aires, o en Gualeguaychú, mostrando a sonrientes uruguayos que habían vivido como reyes unos días en la Argentina y se iban con ropa o electrodomésticos comprados muy barato, con la “prepotencia” de monedas fuertes que desnudan la endeblez de un peso argentino en caída libre. Igual que la autoestima argentina.
Menos mal que al menos ganamos el Mundial, para tener algo de lo que alardear…
La búsqueda de fondos para compensar la carencia extrema de dólares se le está haciendo azarosa al Gobierno argentino y terminamos dependiendo de la buena voluntad de Estados Unidos, para que pueda llegar a influir en los países cuyos votos necesitamos para destrabar el aporte de plata fresca que le permita a esta administración llegar con resto al final del mandato. Este gobierno que vive denostando al anterior por haber vuelto al Fondo Monetario, termina mendigando dólares mientras desde su propio seno siguen las bravatas contra nuestros acreedores/salvadores. Vale aclarar en este contexto que durante la presente gestión no se pagó nada de la deuda contraída por el demonizado Mauricio Macri, sino que los fondos remitidos habían sido previamente enviados por el FMI para evitar defaultear.
La decisión no está tomada en el Fondo y con toda lógica los contactos de sus miembros no se limitan a Sergio Massa y su gente. También se hacen con economistas de la oposición: les interesa saber qué harán quienes tengan que pagar lo que se le vaya a enviar a esta administración. Un sector duro de Juntos por el Cambio entiende que el mejor escenario sería evitar que la mecha se extienda para que tenga que apagarla el gobierno que venga -sea el que sea-, y que el eventual estallido suceda antes de las elecciones. Que sea así el gobierno actual el que deba hacerse cargo de su propia debacle.
Este razonamiento no es el dominante en el campo opositor. Porque un naufragio de la actual administración podría llevar a un adelantamiento de la entrega del poder y eso significaría trasladarle a la oposición un problema antes de tiempo, cuando no han sido resueltos allí los liderazgos, algo que solo sucederá en agosto con las PASO. Además, semejante situación representaría que el trabajo sucio deba hacerlo el que sigue, con una ciudadanía cada vez más urgida y en consiguiente una luna de miel muchísimo más breve.
Puede suceder también que un estallido de la economía llevara al electorado a optar por propuestas extremas, consagrando de ese modo al ascendente Javier Milei. Una alternativa totalmente impensada aun cuando el líder de La Libertad Avanza crecía fuertemente, pero hoy posible, como lo muestran las encuestas que -tal cual anticipamos aquí hace dos meses- hablan de un escenario electoral dividido en tres tercios.
La eventual llegada del extravagante candidato al poder representaría todo un desafío para las instituciones, justo en el momento de cumplir la democracia recuperada 40 años. Es que más allá de sus particulares ideas, se trataría de un presidente sin estructuras partidarias que lo sostengan: siguiendo la lógica de tres tercios, estaríamos hablando de una Cámara baja con apenas 40 diputados propios, con lo que le faltarían 90 para el quórum. Imposible hacer pasar una ley sin una búsqueda de consensos que hoy se da de bruces contra su imagen de predicador contra la casta… Pero sigamos: ni un solo senador, ningún gobernador propio, ni siquiera intendentes que lo representen. Con mucho más, pero siempre por nuestras crisis recurrentes, han caído en estos cuarenta años los dos presidentes que tuvo el radicalismo.
El economista Juan Carlos De Pablo ponía el viernes paños fríos a las prevenciones respecto del líder libertario, al aclarar en LN+ que “el Milei que yo conozco no es la caricatura que aparece en televisión… que probablemente sea una estrategia, porque es lógico que dice: me hago el loquito y voy ganando, ¿por qué me voy a hacer el cuerdo? Y yo le digo: el único problema que tenés con esto es que de tanto hacerte el loquito, podés enloquecer…”.
Como hemos dicho, la irrupción de un tercer actor preponderante en el escenario electoral es lo que ha hecho reverdecer esperanzas en el seno del kirchnerismo. Porque imaginan que al que más votos les saca es a Juntos por el Cambio y lo suponen un candidato al que pueden vencer en un balotaje.
De ahí que no se entienda que haya sido Mauricio Macri el que sugiriera un balotaje entre Juntos por el Cambio y Milei, con el kirchnerismo desplazado a un vergonzante tercer lugar. Si el principal líder opositor alienta semejante alternativa, no hace más que promover al voto blando de Cambiemos a inclinarse por el libertario con el objetivo supremo de arrastrar al kirchnerismo al tercer lugar. Con el riesgo muy probable de que sea el propio JxC el que termine ocupando así ese lugar.
En ese marco es que la semana cerró con el reverdecer de las esperanzas kirchneristas porque su líder sea finalmente candidata en octubre. La especie la lanzó el periodista Gato Sylvestre desde una radio oficialista y sirvió para recrear el viernes las mejores expectativas en el mundo K. Si bien el periodista no dijo para qué cargo sería la eventual candidatura, sonó como que estaba hablando de la presidencia. Sobre todo porque ubicó como candidato a senador a Máximo Kirchner. Fuera del kirchnerismo duro, donde se reforzó así el “operativo clamor”, ni en la oposición, ni mucho menos en la Casa Rosada le dieron demasiado crédito a la especie. Por el contrario, se habló de “una operación” para reforzar expectativas en un momento en el que el Frente de Todos también ve migrar mucho voto que le fue propio hacia el campo libertario, transformado el mismo en la expresión coyuntural del “voto bronca”.
Lo cual no implica que CFK no vaya a ser candidata. Por el contrario, es muy probable que termine encabezando la lista de senadores en la provincia de Buenos Aires, como en 2017, no necesariamente para tener fueros -que son siempre bienvenidos-, sino para reforzar con su nombre las posibilidades de ganar en la provincia de Buenos Aires.
Aunque tampoco es de descartar que no sea candidata a nada, como prometió en diciembre pasado. Porque refuerza así el aura de proscripción que tan bien parece sentarle y le serviría como reproche a un ganador opositor en octubre o noviembre, y también como solidaridad hacia su hija, que podría quedar involucrada en la causa Hotesur-Los Sauces, sin cargos que la resguarden de una eventual condena.
Y dicho sea de paso, solo el oficialismo pareciera atender que en la próxima elección se eligen senadores por la provincia de Buenos Aires, donde Juntos por el Cambio defiende las dos bancas por la mayoría que consiguió en 2017. Porque a la principal oposición le sobran precandidatos para la gobernación, mas pareciera desentenderse por ahora de reforzar ese tramo clave de la boleta sábana.
Fuente Mendoza Today