CDMX, México. – “Por favor, busco a una persona seria y responsable que viva en un país libre que quiera adoptar a un niño de 12 años. Soy su padre y tengo la autorización de la madre”, escribió el viernes 12 de mayo Jorge Yanko Heredia en su muro de Facebook.
No tener cómo alimentarlo en un país que va “al precipicio” fue el principal argumento que esbozó este padre de 39 años, residente en Santiago de Cuba. De inmediato, la publicación se viralizó y cientos de usuarios dejaron sus criterios en los comentarios. Para algunos era injustificable que estuviese dispuesto a ceder la custodia del niño. Estos le lanzaron fuertes críticas. Otros leyeron en su publicación un grito hondo de desesperación y le ofrecieron ayuda.
Jorge Yanko Heredia no es opositor, ni activista. No pertenece a ningún grupo contrario al régimen, aunque sí manifiesta públicamente que no apoya al Gobierno. Si tiene que definirse prefiere decir que simplemente es “un ciudadano harto”, que ya se rindió porque sin importar lo que haga no puede pagar un par de zapatos para su hijo. CubaNet lo contactó, para que sea él quien cuente por qué ofreció a su hijo en adopción.
―¿Por qué hizo esta publicación? ¿Realmente estaría dispuesto, si fuese posible, a entregar la custodia de su hijo a un desconocido?
―Sí. No hice esto de la nada. He estado pensándolo y es la única solución que veo para que mi niño deje de pasar trabajo. Todo el que me conoce sabe que este niño es por lo que miran mis ojos, pero no puedo darle ni para que desayune antes de ir a la escuela.
No quiero que él siga condenado en un país que atenta contra el progreso de todos y no tiene contemplación con nadie. Aquí lo mismo está sufriendo un niño, un anciano, que un adulto.
Todo padre desea tener a su hijo al lado. Lo que me lleva a hacer esta publicación es que verdaderamente me encuentro en una posición muy desventajosa. No me alcanza el dinero ni para lo imprescindible. Cuando mi hijo me pide para comprarse alguna bobería no se lo puedo dar porque, entonces, ¿cómo compro el arroz para que almuerce?
No estoy pidiendo nada para mí, sino que me ayuden a sacarlo de este infierno. Tendría que ser muy desvergonzado para querer cambiar a mi hijo por dinero. Y no, no quiero eso. Lo que busco es que crezca en un país libre, con oportunidades, sin adoctrinamientos. Me tengo que cohibir hasta de contarle a mi hijo lo que pienso de este Gobierno y cómo nos tiene viviendo, para que él no tenga problemas en la escuela.
―¿Jorge, usted trabaja? ¿Cómo sostiene a su familia?
―Soy panadero pero no trabajo desde hace seis años, ni volveré a trabajar para el Estado. Prefiero morir de pie, antes que vivir de rodillas por un salario miserable que no me alcanza para nada. El sueldo de un panadero es menos de 3.000 pesos, y un cartón de huevos cuesta 1.600. Si mañana volviese a la panadería seguiría en las mismas.
También, como panadero colocan todos los ojos encima de ti porque tenemos una reputación malísima. Solo dicen que somos unos ladrones, pero nadie apunta a la causa del problema. Si el Estado paga un salario de 2.600 pesos que se te acaba a los dos días, ¿qué dignidad tú le estás pidiendo al ser humano? No quiero robar, sino tener un trabajo que me permita alimentar a mi familia.
Esto no significa que me quede con los brazos cruzados dentro de la casa. Salgo todos los días para la calle a hacer mandados, tomo el encargo que aparezca. A veces me gano 150 pesos en un día, quizá 200, otros nada; pero ¿qué es eso hoy en Cuba?
―¿Y los riesgos de poner a un niño en manos desconocidas? Podría ser abusado, maltratado… ¿Ha pensado en eso?
―Sé que la publicación es muy fuerte y que muchas personas no me entienden porque no saben con detalle cómo vivimos. No están en mis zapatos. Soy un hombre que cree en Dios y sé que en el mundo hay personas magníficas de muy buen corazón, que podrían darle una vida digna a mi hijo. El sueño de él es ser pelotero de Grandes Ligas y aquí no hay ni comida en las escuelas de deporte. Incluso, si se hace pelotero en Cuba, tendría que irse en una lancha para triunfar. No quiero eso para mi hijo. En este país no hay futuro ni oportunidad. Quiero para él una vida mejor que la que tuve. Para sentirse hoy bien en Cuba hay que estar loco, haber perdido la noción de la realidad.
―Su publicación recibió muchas críticas de padres y madres que dijeron que lo que proponía no era correcto y que estaba poniendo en riesgo al niño. ¿No comparte esos temores?
―Claro que sí me da miedo que caiga en malas manos, pero con la bendición de Dios confío en que eso no pasará. Si hay que hablar de malas manos, ¿cuáles pueden ser peores que en las que estamos los cubanos? ¿Qué mayor peligro que criarse en este infierno?
Yo no tengo quien me ayude a salir de aquí. Para mí, no hay salida. Toqué fondo: ni de alimentar a mi familia soy capaz, pero quizá mi hijo aún está a tiempo de no repetir mi historia.
Estoy loco por comprarle un par de zapatos porque lleva dos años con los mismos, que no le quedan casi, y no puedo. Mi mayor miedo es que mi hijo se quede en este infierno de país.
Fuente Cubanet.org