Por Malú Kikuchi
”Milagrosamente” (dijo CFK) paró la lluvia para que Cristina Fernández, pudiera empezar a hablar. Milagrosamente, ella tuvo la gentileza de dar comienzo a su acto media hora antes de lo previsto, para que la gente no se mojara tanto.
Y ese fue el verdadero milagro, el que haya pensado en alguien más que en ella. Se supone que el acto fue en homenaje y recuerdo de los 20 años de la asunción de Néstor Kirchner, “el compañero” de Cristina, a la presidencia de la Argentina.
Fue una oda a su “compañero”. El hombre que vino a cambiar el país. A hacerlo “justo, libre y soberano”. Una mentira tras otra, como que recibió el país destruido cuando ya crecía al 5% anual. Remes Lenicov había manejado la devaluación.
Y Lavagna siguió el rumbo fijado y la soja y el resto de las commodities alcanzaron precios inverosímiles por encima de los US$600 por tonelada. Buen viento para el comercio exterior. Y Néstor tenía nociones de economía y era un buen administrador.
Mezclado con la oda a Néstor vino la infaltable oda a sí misma. La megalomanía y la mitomanía de Cristina Fernández no tienen límites. Inventora del yo-yo no deja de atribuirse logros imaginarios y los que no lo son sumieron al país en la desastrosa situación en que se encuentra. Fue un discurso caótico.
Las odas se sucedieron, una tras otra. Pero todas ellas sin orden cronológico ni argumental. Fue un discurso diferente. Hasta su vestimenta fue diferente. Deportiva, con zapatillas, ella tan cuidadosa de su apariencia. Y el discurso a pesar de las odas no tuvo la fuerza de siempre.
Oda en contra del FMI, del que depende el país y del que forma parte. Cuando Massa está tratando con muchas dificultades conseguir una ayuda extra antes de las PASO. El ataque al Fondo fue a fondo. Como de costumbre. Ya es un clásico.
Como no podía faltar, entre las varias odas tuvo un recuerdo para “¡ah!…pero Macri”. Aclaró sin aclarar, que este gobierno suyo y de Alberto F. es un pésimo gobierno, pero a pesar de todo, siempre es mejor que si hubiese sido el gobierno de Macri.
Oda en contra del poder judicial al que insiste en definir muy erradamente como “rémora monárquica”. Lo que demuestra que además de estar desesperada por su impunidad, sabe menos de historia que de economía.
En su oda contra el poder judicial se dedicó con saña a destruir a los jueces de la Corte Suprema de Justicia. La calificó de vergüenza nacional y urgió a remover la Corte, cuestión de no seguir teniendo jueces que según ella no fueron votados por nadie. Mentira..
Oda a las cifras falseadas. Con enorme imaginación inventó cifras o se las dieron y no las confirmó con nada, que no tenían nada que ver con la realidad. Mintió con la seguridad del que dice la verdad. Pero eran mentiras, una tras otra. La multitud gritaba “Cristina presidenta”.
¿A quién le hablaba? ¿A los que estaban en el palco? Una curiosidad. Detrás de ella estaban la ex mujer de Máximo con su actual novia y sus hijos, los nietos de Cristina. No estaban ni Helena Vaca Narvaja ni Florencia Kirchner. Pero el entorno era familiar.
Dicen que Cristina eligió uno por uno a sus 300 invitados. Es más importante saber a quienes no invitó o por lo menos quienes no fueron. No fueron invitados Luis D’Elía ni Moreno, ni Samid. La CGT no estuvo. Había sólo tres gobernadores, Alicia Kirchner, Axel Kicillof y Quintela.
Tampoco estaba Daniel Pichichi Scioli, tuvo un viaje imprevisto a Brasil. Ni siquiera estuvo el Presidente, no fue invitado, y partió hacia Chapadmalal con su guitarra a pasar el fin de semana con su familia. Nota de color. Fabiola Yañez no asistió a Te Deum en la catedral.
En primera fila, rodeándola, Kicillof, Máximo, Massa, Wado De Pedro. ¿Candidatos a algo? ¿A qué? No se sabe. Lo que quería conocer la multitud reunida en la Plaza era quién iba a reemplazar a Cristina como candidata a presidente. No lo dijo.
Quizás todavía no lo decidió. Necesita leer las encuestas, ver los últimos resultados de la inflación, si es mayor o menor que la de abril (8,4%), si se arregló algo tangible con el FMI. Aclarando que China no ayudará hasta tener el OK del FMI. Porque los chinos son muy amigos de la Argentina, pero no son tontos.
Volvió la lluvia y acortó el discurso. ¿Fue una despedida? Todo es posible aunque no probable. Pero entre tantas odas, todas conocidas hasta el cansancio, le faltó una.
La oda más importante, la imprescindible, la necesaria, era el 25 de mayo, había que recordar a Saavedra, Belgrano, Moreno, Paso, Alberti, Castelli, Larrea, Azcuénaga y Mateu, esos hombres corajudos que dieron el primer paso del sueño de fundar la Patria.