Por Germán Fermo
Las condiciones iniciales importan. Veo mucho votante esperanzado creyendo que podemos volver al menemismo de los 90, pero entre los 90 y el 2023 ocurrieron varias cosas con condiciones iniciales mucho más comprometidas que en los 90.
En economía, las restricciones y las condiciones iniciales son relevantes y la Argentina de hoy se enfrenta a una formidable restricción política a la hora de querer cambiar y una devastada condición inicial a la hora de querer comenzar.
Entonces, ¿cómo se define éxito para el próximo presidente? y, en dicho contexto, ¿qué valor habría en acciones argentinas, si es que hay alguno? Es posible que en 2024, con el nuevo presidente al mando, se nos venga encima un formidable vómito licuatorio.
Bajo este escenario tan severo y altamente probable, ¿cuál sería el selloff (venta) de activos argentinos? En esta coyuntura infernal, ¿qué estrategia dominaría: esperar para comprar o comprar y aguantar no importa lo que se nos venga? Pregunta difícil de responder incluso para el mismísimo satanás que nos mira desde el infierno sin comprender las cosas que venimos haciendo desde 1810.
Nadie espera un “USD 72” en GGAL ADR, pero si Argentina pudiera ordenarse mínimamente, ¿podría irse a “USD 25” y más aun con una Fed dovish (laxa monetariamente) para 2024? Si se encauza mínimamente Vaca Muerta, ¿podría YPF ir a buscar los máximos de la era Macri en “USD 26”?
Estos números implicarían retornos de +100% para ambos papeles, aun con un país todo medio roto. No percibo que haya nada grandioso ni virtuoso en la Argentina que se nos viene en 2024 a pesar de rebotes y rallies (subas) que eventualmente ocurran, pero los mismos pueden ser muy significativos, si es que ocurren, lo cual es toda una pregunta satánicamente compleja.
En esta coyuntura tan complicada que nos toca afrontar y con una ciudadanía que anda con ganas de esperanzarse ingenuamente de cara al futuro, ignorando la larga secuela de errores que venimos concediendo desde hace décadas, resulta útil mirar el bosque y definir cuáles serían los principales problemas del próximo presidente. Me permito esbozar las siguientes líneas:
- Inflación al 100%;
- Riesgo país en 2.500/2800 puntos básicos;
- Pasivos remunerados del BCRA subiendo a niveles críticos;
- Reservas del BCRA bajando;
- Una devaluación potencial en 2024;
- Cepo;
- Pobreza cercana a máximos;
- Presión fiscal aproximadamente en máximos históricos;
- Economía hiper-regulada;
- Reforma laboral pendiente;
- Un sistema jubilatorio muy complicado.
Estos y muchos otros dramas deberá afrontar nuestro próximo pobre mandatario que, más que un presidente, debería ser considerado un mártir lleno de patriotismo al borde de la mismísima ingenuidad.
Y, en este contexto, para una sociedad tan acostumbrada a una “crónica de grandeza” que no acepta errores, me permito definir el “éxito” del próximo presidente en 2027 en los siguientes puntos desde la óptica del argentino promedio, ese mismo que hace solo un año atrás decía que Messi era un “perdedor”:
- Alguna forma de licuación monetaria con alto costo social;
- Inflación anual: 50%;
- Riesgo país: 1.500 puntos básicos;
- Pasivos remunerados del BCRA: se fueron vía licuación;
- Reservas del BCRA: USD 15.000 millones;
- Devaluación sincerada;
- Eliminación del cepo;
- Pobreza cercana a máximos históricos: leve mejora;
- Presión fiscal cercana a máximos históricos: leve mejora;
- Economía hiper-regulada: leve mejora;
- Reforma laboral pendiente: sin cambios;
- Un sistema jubilatorio complicado: sin cambios.
¿Cuánto valdrían las acciones argentinas en dicho escenario?: condenados al éxito. Para un país normal, los números del párrafo anterior serían considerados como horrendos, pero para la Argentina de hoy debieran ser exaltados como altamente exitosos. Sin embargo, me sorprendería que los argentinos lo entiendan para entonces y, aun así, me permito imaginar qué debiera hacerse para conseguir semejante logro.
La cirugía económica. Resulta bastante claro lo que habría que hacer desde lo económico:
- Fuerte reducción del gasto público;
- Privatización de empresas públicas deficitarias;
- Apertura y desregulación de la economía;
- Desarticulación de los pasivos del BCRA con alguna clase de licuación bíblica;
- Liberación del tipo de cambio aun cuando dicho evento genere un salto inicial de la inflación;
- Eliminación del déficit fiscal y cuasifiscal.
Sin embargo, lo verdaderamente dificultoso es que
la economía es una disciplina sujeta a restricciones
y, en la Argentina que se nos viene, las mismas
serán múltiples
y en dicho contexto sobresale la siguiente de manera excluyente: “
la restricción política”
.
¿Cómo se consigue apoyo político para semejante transformación? Aquí está la principal pregunta que se hará Wall Street a la hora de comprar activos argentinos.
Esta vez todo rally (suba) de Argentina probablemente tenga un techo muy sólido ante una pregunta obligada: ¿cómo hará el próximo presidente para renovar su mandato? Las cirugías fiscales inevitablemente generan enormes costos políticos, ¿cómo hará el próximo sufrido mandatario para ser reelecto en medio de la cirugía fiscal más enorme que jamás hayamos tenido que implementar?
La plancha como estrategia perdedora. ¿Y si el próximo presidente decide hacerse el sota en todos los frentes? Si el próximo mandatario intentase hacer la plancha, el mercado probablemente se lo llevaría puesto en pocos días.
Pero, a la vez, si el próximo presidente decidiese ir por una cirugía fiscal múltiple, la sociedad probablemente se lo llevaría puesto también. ¿Cuál es el precio de semejante dilema para acciones argentinas? ¿Tendrá este dilema solución política? Si conocen el celular de satanás, llámenlo y avisen.
Fuente El Cronista