LA HABANA, Cuba. – Desde hace mucho tiempo el transporte público en la capital es pésimo. Ocasionalmente, el servicio ha tenido breves períodos de mejoría por la inyección de nuevos vehículos o la recuperación de otros que yacían en los talleres, pero luego retrocede hasta caer al punto semimuerto que atraviesa en la actualidad.
El tiro de gracia lo vino a dar la crisis de combustible. Desde abril, más del 50 por ciento de los ómnibus disponibles no rueda por falta de diésel y, aunque se esperaba una recuperación del servicio en mayo, el mes vive su último día sin ningún cambio.
Según dieron a conocer a CubaNet empleados del paradero El Calvario, entrevistados bajo condiciones de anonimato, durante el último mes las rutas P6 y P8 pudieron salir de tres a cuatro veces al día, y hubo jornadas de una sola vuelta. Ambas líneas son de las más importantes en la provincia, pues recorren los municipios más poblados y con mayor población flotante.
Por esa misma realidad transitan las demás terminales de la ciudad. De acuerdo con el reporte de Alain Rodríguez Verdecia, trabajador de la terminal de Lawton, desde que comenzó la escasez de diésel varias rutas solo transitan par de veces al día y en los horarios picos de salida y retorno de estudiantes y trabajadores.
“Las hay que son fantasmas, como la A18”, explicó Rodríguez.
Para moverse con mayor rapidez la alternativa pasa por el sector privado, aun cuando los particulares no desaprovechan la oportunidad de pescar en río revuelto. Si desde hace años alegan que sus pasajes encarecen a la par de las piezas de repuesto y el combustible, los problemas para comprar gasolina o petróleo justifican aún más la actual escalada de los precios.
En calidad de fuente anónima, un inspector del Ministerio del Transporte (MITRANS) aseguró a CubaNet que, a pesar de la escasez y las colas en los servicentros para adquirir combustible, se estima que en estos momentos en la capital existen más de 30.000 vehículos particulares vinculados a la actividad del transporte. De ellos, al menos 20.000 lo hacen sin licencia.
Asimismo, señaló que en los últimos dos meses más de 4.000 “boteros” entregaron su patente, la cual debían pagar a pesar de encontrarse sin laborar por falta de combustible.
“Siguen trabajando sin pagar impuesto y con total libertad; con el lío que hay con el combustible a nosotros mismos nos tienen aguantados para evitar un poco las quejas y los comentarios. ¿Cómo siguen circulando? Fácil, compran [el petróleo o la gasolina] por fuera y luego se lo sacan del lomo a la gente”, comentó el funcionario.
A tenor de las colas que deben hacer y la cantidad de combustible que el Gobierno les permite comprar ―40 litros―, la única manera de que los transportistas privados puedan mantener el ritmo de trabajo es comprando gasolina o petróleo en el mercado informal.
Alejandro Rivero López, quien “tira pasaje” en su vehículo particular, precisó que “en la calle” el precio del litro de petróleo llega a los 180 pesos. “También aparece más fácil”, dijo, en relación a la gasolina, cuyo valor oscila entre los 300 y los 600 pesos el litro, según su clasificación.
Al principio de la crisis, amplía, la mayoría de los choferes estaban reticentes a pagar un sobreprecio tan elevado que, en consecuencia, también conllevaría a un alza nunca antes vista en el costo de los pasajes.
“Tienes que sacar la inversión del combustible y tu ganancia. Muchos pensamos que el negocio se había acabado porque prácticamente había que duplicar el precio de los pasajes y, como está la cosa, no esperábamos que la gente aceptara pagarlos. Pero había que intentarlo, o de lo contrario cambiar de oficio”, refirió Rivero.
Con el alza, rutas como la del Eléctrico-Vedado subieron de 150 a 250 pesos, al igual que Habana-La Lisa y Santiago de las Vegas-Habana. Del Parque El Curita a Playa el incremento fue de 150 pesos, mientras que abordar algún vehículo que cubre la ruta Habana-Guanabo cuesta 500 pesos.
En el caso de los tramos, aunque se trate de distancias menores a dos kilómetros, los precios escalaron de 50 a 100 y 150 pesos.
“No solo es el combustible: métele el lápiz a la libra de arroz que ya está a 200 pesos, luego compra un pedazo carne de cerdo en 500 pesos la libra y un litro de aceite en 1.000; y entonces me dices a cómo uno tiene que cobrar para poder sobrevivir”, dijo Orestes Vega Ledesma, un taxista de la ruta Cotorro-Habana.
Sin embargo, no pocas personas hacen cuentas y denuncian que semejante incremento de los precios es un robo, puesto que la mayoría de los autos que se utilizan para el transporte privado están remotorizados con piezas modernas que consumen petróleo y superan los 10 kilómetros por cada litro de combustible.
Yoan González Barrios, quien vive en La Habana Vieja pero trabaja en Playa, razonó que para cubrir la distancia entre ambos sitios un automóvil debe emplear menos de dos litros de combustible.
“Son menos de 20 kilómetros, con unos 300 pesos se paga el petróleo. Ahora, todos estos carros traen de ocho a diez plazas. Recogen de 2.000 a 2.500 pesos sin contar los trasbordos. Con el cuento del combustible le están sacando el sumo a la gente que, claro, como no hay guaguas, tiene que pagar obligado”, dijo González.
Fuente Cubanet.org