¿Por qué festeja el mercado hasta con rumores de renuncia de Massa?
Por Jairo Straccia
En la Argentina muchas de las amenazas de lo que puede llegar a pasar en tal o cual o escenario no pasan nunca de eso, puras advertencias, y finalmente se comprueba que no pasa nada.
Basta recordar el famoso “si la tocan a Cristina, qué quilombo se va a armar” para ver que hubo una condena a la vicepresidenta y la vida siguió. De hecho salieron cinco millones de personas a la calle a festejar un mundial. En un escenario más grave aún, hubo un intento de magnicidio y a lo sumo el Presidente decretó un feriado, hubo una marcha y una causa judicial. Fin.
Algo de este finalmente-no-pasa-nada se vino a la cabeza de empresarios y operadores del mercado financiero respecto de la continuidad o renuncia de Sergio Massa en el Ministerio de Economía.
En la semana en la que más fuerte se jugó la carta de “si no hay candidato de unidad” me las tomo y ya van a ver, pareciera que el mensaje que quedó fue el opuesto. Las variables financieras mejoraron y la inflación desacelera. O sea, otra vez, si se va Massa, ¿no pasa nada?
En el brindis del Día del Periodista, el ministro se molestó conmigo porque entendió que era una chicana la pregunta obvia, hecha así, en ese contexto: “Si finalmente hay PASO, ¿seguirías en el cargo?”. “No voy a responder chicanas para sacar un título”, expresó, tal vez presa del cansancio por una larga reunión que venía de tener con el presidente Alberto Fernández y porque también no había quedado claro que estábamos conversando de manera informal, quién sabe.
Cecilia Moreau lo dijo con todas las letras en radio La Red cuando le preguntaron sobre una posible salida del ministro: “No lo descarto, tampoco lo quiero afirmar, pero lo veo en un nivel de hartazgo importante”.
De todas maneras, a las 48 horas, su espada en el Congreso, Cecilia Moreau, la titular de la Cámara de Diputados, lo dijo con todas las letras en radio La Red cuando le preguntaron sobre una posible salida del ministro: “No lo descarto, tampoco lo quiero afirmar, pero lo veo en un nivel de hartazgo importante”.
Este sábado en el DirectTV Arena Massa tuvo la escenografía de su posicionamiento dentro del Frente de Todos. Con unos 12 mil delegados buscó recordar que tiene un sello propio en la coalición y se supone, reafirmar que agarró la papa caliente y que ahora hace falta responsabilidad en el resto de los socios para este momento. Reafirmó que quiere unidad, aunque dejó en claro que si hay PASO “ahí vamos a estar” y, obvio, le pegó a los que se pasean por TV como candidatos.
O sea, básicamente insistió en que se baje Daniel Scioli de su postulación presidencial y que termine siendo él el referente del oficialismo, o a lo sumo Wado de Pedro con el tigrense en la boleta a senador, quién sabe. “No me hacen falta los cargos para hacer política”, gritó en un tramo de un acto muy modelo 2015, cuando hablaba en el centro de una multitud que lo aclamaba. Eran los días en que La Cámpora cantaba “no pasa nada, si todos los traidores se van con Massa”. Las vueltas de la vida.
El tema es que con todo ese ruido, esta semana, en la que directamente se habló de una posible renuncia, el dólar blue bajó a $484, se redujo la brecha cambiaria y hubo un salto récord de bonos y acciones. ¿Entonces?
Esto le quemó el bocho a José Echagüe, el analista que hace los informes de Consultatio Financial Services, el brazo financiero del holding de Eduardo Costantini. En el reporte del viernes describió el cuadro electoral fragmentado con un marco económico cada vez más frágil y se preguntó por qué vuelan los activos argentinos.
Está bueno leerlo, es como ponerse los anteojos de un operador del mercado que compra o vende un título del país ahí en la soledad de su pantalla y tal vez termina influyendo en la estabilidad de la macro y en definitiva, en el precio de la yerba, en la fortaleza de un gobierno.
Aún la opción más heterodoxa disponible (el gobierno actual) llevó adelante durante el último año una política que contrasta con su propia historia. El espanto vence al odio.José Echagüe, analista de Consultatio Financial Services
Teoriza. Por un lado, puede responder a que “la agenda del próximo gobierno ya esté escrita” por lo que todo pase lo que pase el mercado espera una próxima gestión “amigable”. Es gracioso como lo dice. “Aún la opción más heterodoxa disponible (el gobierno actual) llevó adelante durante el último año una política que contrasta con su propia historia. El espanto vence al odio”, escribe Echagüe. Por otro, se puede tratar de precios de bonos y acciones que ya tienen incorporado el porrazo de estos años y solo queda subir. O también, por último, también puede ser todo un espejismo momentáneo y el temblor financiero esté por empezar en breve.
¿Todo eso mata lo relevante de Massa como garante de que no explote todo? O, de vuelta, ¿el escenario de que todo estalle es un pronóstico en loop que no llega mientras en cambio nos empobrecemos y nos hundimos suavemente como el agua que se escurre en un inodoro tapado?
Con piña o sin piña
El viernes llegaron los reportes de la inflación semanal, el nuevo opio de los que siguen el minuto a minuto de la transición. Se consolida el consuelo de la estabilización del desmadre en torno a un 8% mensual.
Así le da por ejemplo a la consultora PxQ, tras la primera semana de junio. Rumbo al 8,2%. El sexto mes del año no asoma con aumentos de tarifas como los meses previos y también desaceleran los alimentos. Lo mismo reflejó el seguimiento de la comida que hace la firma LCG, que midió un 0,3% hasta el viernes. En el Banco Central ubican el mes en torno al 8,1% y en la secretaría de Comercio dicen que en los supermercados el promedio en los últimos siete días fue 0,2%.
El miércoles saldrá el Índice de Precios al Consumidor de mayo y la medición de la Ciudad de Buenos Aires ya anticipó que es posible un dato por debajo del 9% que traiga algo de alivio. El alivio de un incendio en el que de golpe las llamas se achicaron un poco, pero alivio al fin.
“Todos están esperando una piña que tal vez no va a venir”, decía también entre periodistas Eduardo Elsztain, el dueño del grupo IRSA, dueño de shoppings, campos y edificios de oficinas. Es recurrente escuchar al magnate con pronósticos optimistas, pero en este contexto llamó la atención el hincapié que hizo por diferenciarse de los que ven un palo inminente.
De hecho, subrayó que hoy en sus centros comerciales hay más actividad que en 2019 y que los hoteles que maneja tienen “la mayor ocupación en décadas”, en un contexto en el que insistió en que el mundo va a jugar muy a favor de la Argentina, porque hay más emisión de moneda y por ende una mejora sostenida en los precios de lo que vendemos, que puede darnos otra oportunidad.
Está en la línea de los que empiezan a ver el 2024 con algunos guiños del destino. Tras la sequía, las lluvias ya adelantan una cosecha con US$20 mil millones más que este año. El famoso gasoducto Néstor Kirchner empezará a ahorrar divisas que hoy se van en importación de combustibles y hasta tal vez empiece un ciclo de tasas más bajas en el mundo.
Pero desequilibrios acumulados son desequilibrios acumulados y por eso, con o sin piña, los pronósticos que difundieron las consultoras que releva el Banco Central te llenan de cosquillas las zonas bajas. Inflación para el año, 148%. Para 2024, 179%. Dólar oficial al comienzo del año que viene, $659. O sea, no pasa nada, pero con sólo ajustar con algo parecido al costo de vida el tipo de cambio, es todo muy Beto Quantro, el personaje de Peter Capusotto que cantaba “algo está por pasar, algo está por venir” y no podía terminar porque le ocurría una tragedia.
Cómo atravesar ese desierto o cómo tratar de desactivar la bomba o enderezar el barco es lo que ordena hoy el mapa político más allá de las coaliciones que se terminen confirmando en la contienda electoral. El deadline de inscripción también es el miércoles, que con la difusión del dato de precios va a ser un “súper miércoles”, como titularían en medios gringos.
El equipo económico de Patricia Bullrich encabezado por Luciano Laspina prefiere volar las restricciones al dólar el día uno y hasta trabaja en un paquete de leyes que incluye hasta suspender un año los convenios colectivos de trabajo.
La dinamita o el shock o las medidas radicales sin importar consecuencias unifican obviamente el mundo libertario de Javier Milei con la estrategia que esboza Patricia Bullrich en Juntos por el Cambio bancada por Mauricio Macri. Su equipo económico que encabeza Luciano Laspina prefiere volar las restricciones al dólar el día uno y hasta trabaja en un paquete de leyes que incluye hasta suspender un año los convenios colectivos de trabajo, imaginate.
Del otro lado quedan desde Horacio Rodríguez Larreta hasta el peronismo de Juan Schiaretti y, claro, se podría incluir a Massa, que hoy juega en el equipo rival por esas cosas del mercado de pases. Se trata de un gradualismo más ordenado en el levantamiento del cepo y con idea de shock sólo aplicable al anuncio de un cuerpo de medidas con forma de plan con consenso parlamentario. El equipo que encabeza Hernán Lacunza trabaja, para comparar, en cambios en las multas que encarecen las indemnizaciones, no en otra cosa.
Esta es la diferencia de enfoque detrás de la jugada de Larreta de incorporar al peronismo no kirchnerista en la coalición opositora, más allá también de algún intento de recuperar la iniciativa en una interna complicada. Como ahora el plan parece diluirse, sus laderos explican que se trata de un acuerdo programático de largo plazo “para gobernar” y que haber mostrado esa carta permitió ingresar a José Luis Espert, un precandidato a presidente llamado a comerle votos a Bullrich, con quien el vínculo quedará marcado. “¿Esta mina que llegó en 2018 ahora es la que dice quién es del PRO y quién no?”, se escuchó entre los cruces de las últimas horas.
Fuente Diario con Vos