MIAMI, Estados Unidos. – La contribuciones esenciales a la ciencia y la pedagogía del cubano Felipe Poey aún resuenan en las generaciones actuales. Nacido en mayo de 1799, Poey, hijo de padre francés y madre española, realizó sus primeros estudios en Francia y se graduó de bachiller en Leyes en el Real Seminario de San Carlos y San Ambrosio en La Habana.
Tras obtener la investidura de abogado en Madrid, regresó a Cuba y en 1826, viajó a París llevando consigo valiosos estudios sobre la flora y fauna cubana.
En París, entregó un tonel de peces cubanos recolectados y conservados en aguardiente a Georges Cuvier, fundador de la Paleontología, y a Achille Valenciennes, destacado zoólogo. Estos eminentes científicos introdujeron a Poey en la ictiología, rama de la zoología dedicada al estudio de los peces.
A su regreso a Cuba, Poey se abrió camino en la academia, fundando el Museo de Historia Natural y ocupando destacados cargos en la Universidad de La Habana, incluyendo la cátedra de Zoología y Anatomía Comparada, el decanato de la Facultad de Ciencias y la vicerrectoría. También fue uno de los 30 miembros fundadores de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales.
La Ictiología cubana o Historia natural de los peces de Cuba (1883) es una de las obras más representativas de Poey, en la que caracterizó 758 especies de peces, representadas por 1.300 individuos de todas las edades y otros elementos relacionados. Aunque la publicación completa de este voluminoso trabajo no fue posible hasta el año 2000, recibió una medalla de oro y un diploma de honor en la Exposición Colonial de Ámsterdam en 1883.
Poey no se limitó al estudio de la naturaleza; también contribuyó de manera significativa a la pedagogía. Impartió diversas materias desde la enseñanza primaria hasta la universitaria, participó en la formación de importantes figuras de la historia cubana y publicó varios textos escolares que impactaron en el desarrollo de la educación y las ciencias en Cuba.
Además, Poey fue reconocido por su amplitud de mente y la capacidad de cautivar a sus estudiantes con los temas más complejos, según su discípulo preferido, Carlos de la Torre.
A pesar de la lejana fecha de su fallecimiento, acaecido en enero de 1891, el legado de Felipe Poey continúa siendo un referente para la ciencia y la pedagogía en Cuba, y su vida y obra permanecen como un testimonio de la trascendencia de su contribución a la nación.
Fuente Cubanet.org