LA HABANA, Cuba. — Los actos de homenaje que tienen lugar en Cuba por cumplirse este año el centenario del natalicio en 1923 del pintor Servando Cabrera Moreno son otra muestra de la manipulación y apropiación por el régimen castrista de la obra de prestigiosos artistas y escritores que fueron víctimas de las llamadas “políticas culturales de la Revolución”.
A pesar de ser uno de los pintores cubanos más reverenciados por críticos y coleccionistas, hace solo unos años Servando Cabrera ha empezado a gozar del reconocimiento de la cultura oficial.
A partir de 1959, siendo autor ya de una prolífica obra, Cabrera dedicó gran parte de su pintura al tema de la Revolución, a la que confirió un carácter épico al reflejar a sus protagonistas: barbudos y viriles guajiros y milicianos.
Las obras de esta etapa las expuso a fines de 1961 en el Museo de Bellas Artes, y en la serie “Héroes, jinetes y parejas”, que se exhibió en 1964 en la Galería de La Habana.
Luego de inclinarse hacia el expresionismo en la segunda mitad de la década del sesenta, hacia 1970, además de las series de muchachas habaneras, rostros de guerrilleros y de jóvenes tocados con sombreros de guano, se dedica a la pintura erótica.
Su pintura, muy sensual cuando mostraba cuerpos masculinos, aunque aún no llegaba a ser abiertamente homoerótica, despertó suspicacia y resquemor entre los comisarios que velaban por la pureza moral e ideológica del arte revolucionario.
Primero lo expulsaron, por homosexual, de su puesto como profesor de la Academia de San Alejandro. De aquella época, comenta el pintor Flavio Garciandía: “Los primeros perjudicados fueron sus alumnos, toda vez que les fue prohibida toda relación con él”.
A partir de 1971, durante el Decenio Gris, Servando Cabrera, a pesar de su alineamiento con el régimen, por ser homosexual, como mismo sucedió con el pintor Raúl Martínez, fue parametrado y condenado al ostracismo.
Unos años antes de su muerte, ocurrida en 1981, a Servando cabrera, que vivía en la miseria, le permitieron dar clases de dibujo a niños en la Casa de la Cultura de La Víbora.
A los artistas y escritores represaliados en los años setenta por motivos ideológicos o a causa de la homofobia como política de Estado, cuando el régimen ha tenido a bien rehabilitarlos, a ninguno de ellos —ni siquiera a los que les han concedido premios nacionales—, se les ha pedido perdón. Tampoco se ha reconocido que fueron víctimas de actos represivos ejecutados no por “algunos extremistas”, como quieren hacer ver, sino como parte de una política de Estado originada por el discurso de junio de 1961 de Fidel Castro “Palabras a los Intelectuales” y que alcanzó su máxima expresión luego del Congreso de Educación y Cultura, en 1971, durante el Decenio Gris.
Cuando el régimen rehabilita a esos escritores y artistas que durante décadas estuvieron excluidos del acervo cultural de la nación, lo que busca es apropiarse de su nombradía y de su obra.
Los presuntos rescates y reinserciones en la cultura oficial de los cientos de artistas y escritores que fueron represaliados y excluidos durante décadas tienen propósitos políticos e ideológicos. Quieren vender una imagen de apertura que no existe ni existirá mientras el castrismo y sus continuadores se mantengan en el poder.
La exposición “Memoria de los borrados”, dedicada a Servando Cabrera y que fue inaugurada el pasado 7 de junio en el Museo Nacional de Bellas Artes, no es más que otro hipócrita intento de lavado de cara del régimen, para que olvidemos la represión, las humillaciones, las vidas tronchadas, los aberrantes atentados cometidos y que aún se cometen contra la libertad de expresión y de creación artística.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org