Por Hugo Alconada Mon
El ciudadano argentino de origen namibio Ludwig Gisch no es de origen namibio, ni se llama Ludwig Gisch. Es ruso y su nombre sería Artem Viktorovich Dultsev, aunque una versión más aproximada a la ortografía de su país natal sería Artjom Viktorovič Dulcev.
¿Y ella? La ciudadana argentina de origen griego María Rosa Mayer Muños no es de origen griego, ni se llama María Rosa Mayer Muños. Es rusa y su nombre sería Anna Valerevna Dultseva, aunque una versión más aproximada a la ortografía de su país natal sería Ana Valerevna Dulceva.
Las revelaciones sobre la verdadera identidad de los ciudadanos argentinos detenidos en Eslovenia desde el 5 de diciembre pasado constan en un documento oficial de la Justicia de ese país, que los acusa de ser espías del régimen de Vladimir Putin y presentó cargos contra ambos que podrían llevarlos a afrontar hasta ocho años de prisión.
El documento oficial permaneció sólo unas horas en la plataforma digital del Tribunal del Distrito de Ljubljana, la capital eslovena, antes de que fuera dado de baja ya que el proceso que se instruye contra el matrimonio se encuentra bajo secreto de sumario por razones de seguridad nacional.
Tanto Gisch como Mayer Muños permanecen incomunicados y detenidos en celdas de máxima seguridad a la espera del juicio oral, cuya fecha de inicio no trascendió, en tanto que sus hijos, argentinos nativos de 7 y 9 años, quienes permanecen en la capital del país, sin que ningún abuelo, tío u otro pariente se haya presentado ante las autoridades para reclamar su custodia.
Ambos menores –un niño y una niña– permanecen bajo la tutela de las autoridades eslovenas desde el 5 de diciembre, cuando tropas especiales arrestaron a sus padres en un barrio residencial de las afueras Ljubljana. Viven en un hogar especial, con supervisión de asistentes sociales y psicólogos, que los asisten cuando no se encuentran en la escuela.
“Podemos confirmarle que la Oficina del Fiscal de Distrito en Ljubljana ha presentado una acusación ante el tribunal competente de la capital en este caso, que se está investigando de acuerdo a las disposiciones establecidas con la Ley de Enjuiciamiento Criminal”, indicaron fuentes oficiales eslovenas a La Nación, días atrás.
Desde la propia Fiscalía, en tanto, evitaron confirmar o desmentir cualquier otro dato. “La instrucción de este caso está clasificado como confidencial y, por tanto, no puedo informarle ningún otro detalle”, se excusó la fiscal jefa del distrito, a cargo de la acusación, Katarina Bergant, a La Nación.
Bergant sí aclaró, sin embargo, que “el proceso [de tutela] de los hijos no es parte integral de nuestro procedimiento criminal” contra sus padres, aunque de inmediato también se abstuvo de aportar más precisiones. “No estoy autorizada, ni estoy totalmente informada, sobre las consultas que usted me plantea”.
La Cancillería argentina, en tanto, ya contactó a su contraparte eslovena, aunque debe avanzar con cautela. Entre otros motivos, porque la investigación se instruye bajo secreto de sumario y el matrimonio podría integrar las negociaciones secretas para un intercambio de espías entre Rusia y potencias europeas, según informó el diario inglés The Guardian, semanas atrás.
Hasta el momento, sin embargo, el régimen de Putin evitó hacer declaraciones públicas sobre el arresto del matrimonio en Eslovenia, ni tampoco accedió a responder preguntas de la prensa local e internacional sobre lo ocurrido.
Desde la capital eslovena, en tanto, trascendió extraoficialmente que nadie se presentó por los menores. “Si los padres son, en efecto, espías”, deslizó una fuente al tanto de las tratativas, “quien se presente como pariente para pedir por esos menores tendría que mostrar evidencias probatorias de su parentesco que podría hundir aún más al matrimonio”.
Papeles argentinos en regla
En esa línea, en tanto, la jueza federal María Servini ya remitió a Eslovenia los resultados de una breve instrucción que desarrolló en Buenos Aires sobre los trámites que completaron Gisch y Mayer Muños para obtener la ciudadanía argentina, como así también la documentación respaldatoria que habían presentado.
Según consta en esa documentación, Gisch es o sería un experto en informática que montó una pequeña firma especializada, tanto en Buenos Aires como en Ljubljana, y dijo ser hijo de Helga Tatschke, una mujer que nació o habría nacido en Argentina, el 17 de octubre de 1942, y fallecido en Viena, el 19 de junio de 2010. Su padre, en tanto, sería el austríaco Franz Gisch, en tanto que el presunto espía habría nacido en Keetmanshoop, Namibia, en 1984, cuando su madre tendría 42 años.
Mayer Muños, en tanto, nació, habría nacido o dijo haber nacido en Grecia, también en 1984, y se dedicaba al arte, por lo que abrió un atelier y galería en Buenos Aires, lo que volvió a hacer al radicarse en la capital eslovena. Según sus documentos, es o sería hija del también austríaco Josef Mayer y de Candelaria Muños, mexicana, la misma nacionalidad que declaró la presunta espía cuando solicitó la ciudadanía argentina, que obtuvo en 2014, para un año después acceder a su primer pasaporte argentino.
Ese mismo año, 2015, Gisch y Mayer se casaron en Buenos Aires, con dos colombianos como testigos. Así consta en la copia del acta de matrimonio que la jueza Servini remitió a Eslovenia, donde insistieron que ningún familiar argentino, austríaco, namibio o mexicano contactó por los menores a las autoridades locales desde que sus padres fueron detenidos el 5 de diciembre, hace siete meses.
Fuente La Nacion