Rodolfo Pérez Algaba, el hermano del empresario que hallaron descuartizado en un arroyo en Lomas de Zamora, negó que su hermano tuviera vinculaciones criminales y dio su hipótesis sobre el crimen que asombra a los investigadores. Los brazos y piernas de Fernando Pérez Algaba, de 41 años, estaban dentro de una maleta. En el mismo cauce de agua, en Ingeniero Budge, los peritos dieron con su torso y, dentro de una mochila, la cabeza.
“Mi hermano no era ningún mafioso ni estafador”, sostuvo el hermano de la víctima en medio de las versiones y las sospechas que emergieron. “Él había comprado un terreno, no recuerdo si era en La Reja. Iban a emprender unas construcciones ahí con un socio. Tenía que ir a buscar un dinero, creo que para los albañiles, y después no sé qué pasó”, explicó en declaraciones a eltrece.
En medio de las hipótesis que se tejen, Rodolfo Pérez Algaba dio la suya. “Fue a buscar un dinero y, para mí, lo siguieron y lo mataron por plata. Encima con una brutalidad terrible”, razonó. “El que hizo esto debe ser un sanguinario”, manifestó.
No obstante, el hermano admitió que hay elementos que no cierran. “Si le hubiesen pegado un tiro, puedo pensar que haya sido un ajuste de cuentas, pero lo que no me cierra es que lo hayan cortado como lo cortaron”, señaló durante otra entrevista que brindó a Crónica TV.
“Lechuga”, como era conocido el hombre, comercializaba vehículos, la mayoría de alta gama, y motos de agua en el estado de Florida, costa este de Estados Unidos. Hasta inicios de este año había vivido en Miami tras fundar su propia compañía, Enjoy Rental Car, pero luego decidió mudarse a la ciudad de Barcelona, España.
En medio de las distintas notas que dieron cuenta de los negocios de su hermano, Rodolfo Pérez Algaba contó que “Lechuga” se vio beneficiado por una herencia, un detalle poco conocido. “Nadie dice que aproximadamente a los 17 años mi papá falleció y dejó una herencia, la cual la cobramos todos. Ahí es como que él empezó a hacer otra clase de negocios comprando autos de baja gama”, señaló.
Pérez Algaba comentó que “Lechuga” se encontraba bajo “tratamiento psiquiátrico” por ansiedad. Y explicó que hace “tres meses” no se veía con su hermano por una discusión que habían mantenido.
No obstante, recalcó su intención de que avance la investigación. “Vengo desde hace tres días que casi prácticamente no duermo, pensando, rompiéndome la cabeza, cómo pudo llegar a pasar esto”, planteó. “Yo no voy a quedarme quieto, no voy a hacer justicia con mis propias manos, pero espero que se haga justicia”, ahondó.
El empresario asesinado había llegado a la Argentina hacía pocos días para instalarse, desde el 13 de julio, en un departamento que había alquilado, a través de un contacto en redes sociales, en la calle Olazábal del municipio de Ituzaingó. Tenía previsto regresar a Europa el 19 de julio, pero llegada esa fecha desapareció sin dejar rastros. La propietaria del inmueble radicó la denuncia que activó su búsqueda.
Quién era Fernando Pérez Algaba
“Los sueños se cumplen con disciplina y constancia, acá no hay suerte ni magia”, había escrito una semana atrás Fernando Alejandro Pérez Algaba. Además de su negocio con autos de alta gama, se mostraba en sus perfiles de redes sociales como un empresario dedicado también a operaciones en criptomonedas en un departamento de Puerto Madero. Antes, cuando se emancipó, había comenzado como repartidor de pizzas.
Pérez Algaba estaba calificado como un agente “irrecuperable” por sus moras en el sistema financiero argentino. En sus registros contables, el hombre figuraba en situación 5, con una deuda financiera en entidades bancarias de 1.227.000 pesos, consignó la agencia Télam.
Con casi un millón de seguidores en su cuenta de Instagram, Pérez Algaba era popular en su ambiente y se mostraba conduciendo autos de lujo y vehículos que utilizaba para circular por médanos y playas, como motos y cuatriciclos. Solía escribir frases motivacionales en cada posteo, como “la vida no te debe nada”, tal vez influido por su historia de vida y que había hecho popular en algunas entrevistas periodísticas. Uno de sus hobbies más recurrentes era ir al gimnasio y en las imágenes solía mostrarse con su perro bulldog francés.
En una charla con el medio Aires de Santa Fe, el hombre contó en marzo de este año que su camino “no fue fácil”. “Cuando era chico también tuve una casa de repuestos y un lavadero de autos, hasta fui coordinador de viajes de egresados. Tuve que encontrarle la vuelta para juntar plata. Ahora trabajo de lo que me gusta”, aseguró.
Cuatro meses atrás, en diálogo con Ámbito Financiero, Pérez Algaba dio mayores detalles de sus negocios: “Empecé invirtiendo USD100.000 y me llevé el 100% de las ganancias en cuatro días, haciendo un total de USD200.000. Empecé con poco estudio, no tuve buenos resultados. Luego armé una oficina con 25 traders y ahí me di cuenta de que yo no era el problema, sino que los traders en general tienen un inconveniente que es el tema de la psicología a la hora de trabajar”. Por eso, aseguró, se puso a trabajar con la psicología en el trading para poder llegar a la raíz de ese problema que sufren los que empiezan a operar en este tipo de negocios.
Fuente La Nacion