Finalmente se cumplió el pronóstico de Sergio Massa. El hombre más influyente del Gobierno dijo, en innumerables ocasiones, que no era compatible ser ministro de Economía y candidato a presidente de la Nación al mismo tiempo. La semana que pasó ofreció una comprobación de esa premisa política: el mercado cambiario volvió a alterarse ante la demora del cierre del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el dólar blue escaló hasta los $551, hasta que se frenó luego de que el organismo anunciara el entendimiento. Aunque a esa altura ya había quedado claro que la incertidumbre económica volverá a ser uno de los factores determinantes en las dos semanas que restan hasta las PASO.
El pulso de las encuestas
Según admitieron a La Nación fuentes de Unión por la Patria (UP), provoca inquietud en la coalición oficialista que en medio de este escenario, la candidatura de Massa quede estancada y con escaso margen para crecer justo cuando el electorado comienza a enfocar sus preferencias y a definirse hacia donde se inclinarán los indecisos, que las encuestas ubican en un 20 por ciento de los consultados. No obstante, sostienen que el país se encuentra frente a una “elección amesetada” en la que los candidatos se ubican en su piso de apoyo -lejos de sus techos- y que eso pone a Massa en igualdad de condiciones con Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y Javier Milei, sus principales contendientes.
El lastre de una economía que afronta graves dificultades recae sobre las espaldas de Massa. El ministro-candidato acumula un 101 por ciento de inflación desde su desembarco en el Palacio de Hacienda, sin contar el dato de julio de 2022 que publicó el INDEC en los primeros días de su gestión pero que, en realidad, correspondía al tándem Martín Guzmán-Silvina Batakis, sus antecesores en el cargo. El tigrense logró bajar inicialmente el índice de precios, pero con el comienzo de 2023 la inflación se recalentó. Hasta que en abril pasado hubo una primera corrida cambiaria que hizo tambalear al Gobierno. La diferencia con la incertidumbre actual es que las elecciones están a la vuelta de la esquina.
“Desde el punto de vista económico, los procesos previos a las elecciones, sobre todo a las presidenciales, siempre son más inciertos y eso se observa en una mayor tendencia a la dolarización”, advirtió el economista Ricardo Delgado. “En la Argentina, además, las elecciones se dan en un momento del año donde estructuralmente faltan dólares. El primer semestre es líquido en dólares y el segundo semestre tiende a ser ilíquido”, prosiguió el director de Ecolatina ante una consulta de este diario. El profesional abundó en su explicación de la coyuntura: “En esta elección se combinan la escasez de divisas producto de la sequía y la mala praxis del gobierno en materia de acumulación de reservas”.
En tiempos de campaña electoral, la clave para los candidatos es decodificar cómo afecta la economía a sus ambiciones políticas. Los oficialismos siempre tuvieron más chances cuando la economía fue percibida como un factor positivo -como sucedió con las reelecciones de Carlos Menem en 1995 y de Cristina Kirchner en 2011-, mientras que los opositores llevan las de ganar cuando el bolsillo de los argentinos sufre la situación del país. Los cambios de gobierno en 1989, 1999, 2015 y 2019 se verificaron en medio de una oleada de rechazo a las políticas económicas. “Para nosotros la economía es la que define la elección, al menos hasta que Massa nos pruebe lo contrario”, ironizó un dirigente que asesora a Larreta.
En ese punto es donde se instala la batalla por la percepción de la realidad económica. Massa ya blanqueó los pilares de su discurso de campaña en las recorridas por el conurbano y el norte argentino: “Viene el tiempo de buscar una nueva independencia, que es la independencia económica. Ellos nos llevaron nuevamente al Fondo, nosotros vamos a sacar a la Argentina del Fondo, vamos a pagar lo que debemos y vamos a elegir nuestro destino de Nación”, dijo ayer en Tucumán (ver aparte). El ministro-candidato busca trasladar así la responsabilidad originaria de la crisis actual a la gestión de Mauricio Macri, que en 2018 firmó el primer acuerdo con el FMI, refrendado por Alberto Fernández en 2022.
“La inflación es un factor central para fijar las expectativas negativas sobre el rumbo de la economía, porque desorganiza a las familias y a las empresas”, explicó a LA NACION el sociólogo Pablo Romá, director de la consultora Circuitos. De todos modos, sostuvo que la percepción que registran sus encuestas no perjudica solamente a Massa: “No hay ningún candidato que genere expectativas y entusiasmo sobre la resolución del problema económico”, advirtió. De hecho, tanto el oficialismo como Larreta aprovecharon en los últimos días un traspié discursivo de Patricia Bullrich, quien prometió un “blindaje” del FMI sin percatarse de que una medida de esas características fracasó en la antesala del aciago 2001.
Massa insistirá con su propia línea discursiva: “Los que ahora hablan de orden son los que desordenaron el país y la vida de todos los argentinos”, dirá el ministro-candidato, anticiparon fuentes de la campaña de UP, que también hará hincapié en la deuda que tomó Cambiemos con el FMI. “Todavía no le explicaron a la gente donde está la plata ni para qué se endeudaron”, será otra de las consignas que repetirán los postulantes oficialistas. Las fuentes consultadas reconocieron además que les “preocupaba mucho” la creciente presión sobre el tipo de cambio “hasta antes del nuevo acuerdo con el Fondo”, que se anunció el viernes. “Ahora consideramos despejado el frente externo hasta noviembre”, indicaron.
Sin embargo, la corrida del blue y las medidas anunciadas por el Gobierno en el marco de las negociaciones con el FMI -el “Impuesto PAIS” a las importaciones y el nuevo “dólar agro”- podrían tener un traslado a los precios. “La necesidad tiene cara de hereje”, admitió un colaborador del gobernador Axel Kicillof, que no pierde la práctica de seguir al detalle la política económica.
¿Y cómo serán estas dos semanas que quedan hasta las PASO?: “El mini-acuerdo con el Fondo era una condición necesaria pero no suficiente para calmar las expectativas dolarizadoras. Es difícil que veamos un estallido cambiario, una crisis o una corrida en el estilo clásico, pero sí reacomodamientos en el tipo de cambio”, aseguró Delgado.
En la oscilación entre la incertidumbre y la estabilidad económica podría jugarse la candidatura de Massa en las próximas semanas. El cualquier caso, el ministro-candidato se presentará como un piloto de tormentas que no es conveniente cambiar en medio de una turbulencia.
Fuente La Nacion