El secreto de cualquier “operación de prensa” es justamente ese: que no se note que es una operación de prensa. Que no sea demasiado obvia y que logre hacerse pasar como información de interés público.
Cuando ello no ocurre, cuando todo es demasiado evidente, la farsa se transforma en ridículo. Y la gente se da cuenta rápidamente. Y, en consecuencia, se burla de aquellos periodistas que han quedado expuestos.
Lo antedicho refiere a una serie de fotografías donde se puede ver a Omar De Marchi mostrando bombachas que le habían arrojado algunas de las mujeres presentes en el contexto de un improvisado bingo en el Día de los Abuelos en Las Heras.
Cualquiera de los presentes podrá explicar lo ocurrido: el líder de La Unión Mendocina preguntó a las mujeres presentes quién tenía “algo raro” para mostrar dentro sus carteras. Y allí apareció la fémina que revoleó la ropa interior de marras.
Deformando por completo lo ocurrido, los medios “pauteros” de siempre —sumado a algunos referentes cornejistas impresentables— salieron a coro a hacer una caza de brujas contra De Marchi. Como si se tratara del mismísimo victimario de Morena Domínguez, la chica de 11 años asesinada en Buenos Aires.
Como siempre, se los pudo ver a la cabeza a Mendoza Post y el Memo-lotudo, con una obviedad que espanta. Los demás venían operando también, pero con mucha más “carpa”. Para eso les pagan, de más está decirlo.
Más de uno podría decir: “Alguien tiene que contar todo esto de las bombachas”. Tal vez, es posible. Lo suspicaz es que se lo cuenta de manera tergiversada. De hecho, el lugar donde ocurrió la situación de las bombachas estaba plagada de mujeres y ninguna se dio por ofendida. Ni una solita.
Por otro lado, sorprende que esos medios que ostentan la valentía de “escrachar” las bombachas de De Marchi, nada publiquen sobre los curros interminables en Guaymallén. Ni tampoco digan nada sobre los abusos sexuales en la misma comuna.
Y que persistan en su mutismo ante la entrega de El Azufre a un grupo de impresentables. Y que nada publiquen acerca de la compra de chalecos flojos de papeles al testaferro K Gustavo Dorf.
¿Qué onda, muchachos? ¿Acaso es más relevante lo de las bombachas que el curro de fondos públicos? ¿O se olvidaron ya lo que era hacer periodismo? ¿Tanto les piden a cambio de la pauta, que se bajen los pantalones?
No es mi intención defender a De Marchi, quien sabe hacerlo solito, sin mi ayuda. Tengo incluso severas críticas sobre su armado, que las he publicado en este mismo diario.
Pero me indigna soberanamente la estupidez. Porque suele haber cura para la mayoría de los problemas de la sociedad, pero pareciera que no la hay para la infinita idiotez de algunos medios.
Ya lo dijo Serrat allá lejos y hace tiempo, y no se equivocó: “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.
Fuente Mendoza Today