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Esta nota está muy lejos de ser una crónica. La realizamos sin pretensiones de poner en su consideración un artículo de opinión o lo que es mejor, se construyó con la más mínima intención de intentar un ensayo.
Solo nos ponemos a soltar estas líneas cargadas de sentimientos honestos y humildes reflexiones, muchas de ellas contradictorias luego de finalizados los particulares comicios que desde 2011 se denominan PASO.
Algo así como una autoterapia que solo busca encontrar explicación de algo que muy pocos vieron venir. Sí amigos, el León rugió bien fuerte y de verdad en esta ocasión pretende ser el rey de una selva conocida como República Argentina. ¿Lo logrará?
Lo primero que se nos ocurre es confirmar de una vez y para siempre, el valor muy relativo de las desprestigiadas encuestas. Dicho medio de pronóstico dejó a la vista una vez más, que por mucho que se amparen en el pretexto justificador de posible error en el más o menos 3%.
En la mayoría de los casos el trabajo de esta gente, se dispara hacia el lugar menos pensado o previsible, muy lejos de los números, gráficos y progresiones que con elegantes ropas y voz ceremoniosa los encuestadores y consultores exponen a sus clientes.
El resultado final se rió a carcajadas de las supuestas y fallidas tendencias. No tuvo piedad de concienzudos y profundos estudios (ponéle) o focus group e hizo lo que quiso para sorprender a propios y extraños.
Repasemos juntos: El León Milei, tenía hace un par de meses un pico de 27 o 28%. Una cima que poco a poco descendió hasta el también válido 23 al 25 % con mucha furia, pero muy superior a los guarismos (linda y fina palabra) obtenido en 2021 cuando el apodado Rey de la Selva pudo legítimamente asumir una banca en el Congreso de la Nación.
Recordemos que La Libertad Avanza en 2021 obtuvo un 15 % promedio y crecer 10 puntos no era para nada despreciable, sin estructura, sin fiscales y con pocos recursos económicos para hacer campaña. Sintesis, superó el 30%.
Por su parte Juntos por el Cambio en esas predicciones hoy sin sentido, al igual Unión por la Patria hasta el viernes pasado registraban un “empate técnico” de 32 a 34 % o una leve tendencia de no más de dos puntos para un lado u otro. Como se vio o resultó, nada de eso pasó o sucedió.
Basta de números y porcentajes y hagamos el ejercicio de la buena memoria. Si partimos del dicho “El pueblo nunca se equivoca” o “Los países no se suicidan” deberíamos estar tranquilos.
En búsqueda de la ansiada paz y esperanza como la que teníamos en el 83 con Raúl Alfonsín que comandó la transición y años después entregó el bastón y la banda presidencial el 9 de julio de 1989 en lugar del 10 de diciembre de ese año a Carlos Menem.
Imposible olvidar el veranito de Carlos Saúl de Anillaco que luego de vender las joyas de la abuela y regalarnos el engañoso uno a uno con plan canje de autos incluido, se marchó dejándonos lo que un par de años después le explotó al poco asertivo Fernando de La Rúa.
Y el resto se conoce: Néstor, CFK y más cerca en el tiempo el particular “Ángel exterminador” de ojos celestes y su regreso al Fondo Monetario Internacional. Sí, ya sabemos, esta retrospectiva le arruinó el momento, pero es lo que hay.
Pasan las horas y lo que primero fue sorpresa, desconcierto y enojo va en búsqueda de la tranquilidad. Cual arqueólogos responsables pasamos el cepillo y limpiamos al sacar desde la tierra restos de una pieza de optimismo.
Por algo los ciudadanos de entre 18 a 35 años de edad y los enojados decepcionados buscaron una nueva propuesta. Resultó altísimo el porcentaje de chicos de 17 años que fueron a votar y como es tradicional fiscales y presidente de mesa aplaudieron a esos sufragantes que debutaban contentos.
Nos aferramos como muestra de fe a dos frases. Una más antigua que dice “vox populi vox Dei”. La otra pertenece a Eduardo Duhalde y abogamos para que se concrete de una buena vez eso de ser “un país condenado al éxito”.
Fuente Mendoza Today
