España cerró su preparación para el Mundial con victoria ante República Dominicana (86-77). Un partido de trámite, porque las cartas están ya echadas. Y son muy positivas, pues la selección, pese a las bajas y a la escasa confianza que despierta el rojo y amarillo en las casas de apuestas, ha vuelto a formar un grupo temible, competitivo hasta la médula y con la paciencia en el arte de la caza del rey de la selva. Muestra orgullo el combinado nacional, que llegará a Indonesia como campeón continental y mundial. Una manada ya hecha que además ha añadido las garras de los jóvenes Núñez y Aldama y que siempre cuenta con las cicatrices de las batallas pasadas. Como siempre desde hace muchos años, España vuelve a generar ilusión.
Además, tras el encuentro, Scariolo proporcionó la lista final de los jugadores que irán al sudeste asiático: Alberto Díaz (si no puede ir por lesión, irá Jaime Fernández), Juan Núñez, Sergio Llull, Darío Brizuela, Rudy Fernández, Álex Abrines, Víctor Claver, Joel Parra, Juancho Hernangómez, Santi Aldama, Willy Hernangómez y Usman Garuba.
Juan Núñez es un malabarista, un caudillo nacido para liderar, porque es muy difícil de explicar que, con tan solo 19 años, sea capaz de hacer bailar a la selección española con tanta facilidad. Siete puntos de los diez primeros de España llevaron su firma, inicio prometedor de los de Scariolo que pronto se enfrió, pues los dominicanos, pura pasión y músculo, comenzaron a volar con el paso de los minutos gracias al liderazgo de Karl-Anthony Towns, estrella de los Minnesotta Timberwolves de la NBA. El pívot fue un dolor de muelas para Santi Aldama y, luego, para Usman Garuba. Sus movimientos eran indefendibles, ya fuera cerca del aro o desde la larga distancia, y los visitantes comenzaron a construir una sólida ventaja en el marcador a su vera.
España no acababa de encontrarse en defensa, su mayor fortaleza como grupo (la baja de Alberto Díaz, todos pendientes de su rodilla, tampoco ayudaba), y los fallos en el lanzamiento comenzaban a ser un problema. Les pidió Scariolo a sus pupilos que no perdiesen la fe, y eso mismo hicieron. La selección se lo dejó todo en el rebote ofensivo y las posesiones se multiplicaron. Fue ahí cuando el balón comenzó a atravesar la red, de tres en tres, con aciertos de Jaime Fernández y de Juancho Hernangómez. España se creció, sacó el orgullo innato que le caracteriza y, tras un espectacular mate de Willy Hernangómez y una bandeja de Núñez, consiguió llegar al descanso con una ventaja de cuatro puntos (hubieran sido siete si no fuera porque Feliz, jugador del Joventut, anotara un inverosímil triple sobre la bocina).
Se puso serio el partido tras la reanudación, mucho contacto y un guion difícil de descifrar, con ambos bandos luchando por definir quién era el cazador y quién era la presa. Incluso hubo un enganchón entre Aldama y Vargas, solventado rápidamente por el cuadro arbitral eso sí. En ese difícil panorama, fue Abrines quien decantó la balanza para los locales. Dos triples del alero del Barcelona rompieron el partido y Joel Parra, en el último segundo del tercer cuarto y tras una gran circulación colectiva, puso la puntilla para que España se tomase un merecido respiro.
Con la frustración corriendo por las venas de los dominicanos, Towns mostró lo mejor y lo peor de su baloncesto en unos pocos segundos. El astro metió un triple estratosférico, muy punteado por la defensa española y, mientras volvía a su campo, comenzó a hacer gestos a la grada granadina y a los colegiados. Actuación estelar cercenada por una segunda técnica que lo mandó directo al vestuario.
Con su estrella desaparecida, República Dominicana no quiso entregarse a su rival. Dos triples consecutivos la metieron de lleno en el encuentro ante una España que pecó de falta de colmillo. Mandaba el combinado nacional en el marcador pero la brecha no era ni mucho menos definitiva. Fue Núñez, frío como el invierno, el que, con una gran bandeja, acabó por enterrar a los caribeños.
Fuente ABC