El año entrante, si el clima y la naturaleza acompaña, la Argentina podría llegar a tener un crecimiento económico del 4,5%, según Ricardo Arriazu, titular del estudio que lleva su nombre y asesor de empresas. Con el potencial del campo y la oportunidad energética, el país podría exportarle al mundo y recomponer las flacas reservas del Banco Central (BCRA). “Pero ahí llegan los políticos”, agregó quien es uno de los economistas más escuchados por el mercado.
Para el economista, la Argentina tiene una “gran cantidad” de problemas estructurales, que explican por qué la inflación actual se encuentra en torno al 115% anual y subiendo. A ese escenario se le sumó en 2023 una sequía histórica que le costó al país US$20.000 millones y una emisión de pesos que “la gente no quiere tener”. En consecuencia, los billetes terminan en el mercado cambiario (lo que aumenta la brecha) o en la compra de bienes y servicios (que alimenta la inflación). De continuar en la misma línea, el país puede enfrentar un “peligro de evento muy serio”.
En 2024, la oportunidad viene de la mano del campo que, con la llegada del fenómeno El Niño, podría llegar a generar millones de dólares de exportaciones. Otra oportunidad está en el sector energético, teniendo en cuenta que la Argentina es el segundo país en desarrollo de recursos no convencionales y tecnológicos.
“Todo eso debería hacer que el año que viene haya un potencial. Pero ahí llega el problema fundamental argentino, que es la confianza”, completó, durante la décima edición del evento Expo EFI, convención de economía, finanzas e inversiones que se lleva a cabo hoy y mañana en La Rural. Esto se debe a que la política y la confianza se reflejan en los movimientos de capitales de las empresas, ya que el dinero va hacia donde existan las mayores tasas de retorno. En definitiva, cada dólar que se va fuera del país, es dólar que no se gasta en el país. Y, para atraerlos, es necesaria la confianza.
“Tenemos una nueva oportunidad, la naturaleza nos la da. La Argentina es famosa por desaprovechar toda oportunidad. Pero esta oportunidad bien manejada permitiría reordenar las cuentas externas y bajar las restricciones, la brecha cambiaria, y hasta la inflación. Pero se tienen que hacer las reformas estructurales”, afirmó el economista, ante una pregunta realizada por el periodista Paulino Rodrigues, conductor de LN+ y moderador del panel.
Sin embargo, el eje de la charla se enfocó en el escenario global, un factor fundamental para entender las oportunidades que tiene la Argentina. Para Arriazu, el mundo atraviesa una etapa “particularmente incierta”, porque enfrenta un doble problema: inflación y burbuja de activos (precios demasiado altos). ”¿Ha pasado en la historia que estos dos eventos coincidan? Yo no encontré ninguno. O hay una burbuja, o hay inflación, pero no ambas. ¿Cómo se resuelve?”, reflexionó, y luego respondió que la clave es efectuar un ajuste en la política fiscal y monetaria de los países.
Para combatir la inflación, en Estados Unidos la Reserva Federal (Fed) llevó las tasas de interés a su nivel más alto de los últimos 40 años. Una receta que también aplicaron en Europa y Japón, por mencionar otros ejemplos. “Cada ajuste de inflación o de burbuja causó una recesión. Esta es la primera vez que no la está causando. Para 2023, solamente hay dos países con caída en su actividad económica, que son Alemania y la Argentina, según proyecciones del FMI. Rusia, aún con guerra, no está en recesión”, enumeró.
Para cerrar el panel, concluyó: “El mundo tuvo inflación y burbuja por malas políticas. No las iniciales en la pandemia, sino a posteriori, sobre todo en marzo 2021, cuando le dio a la gente plata cuando no la necesitaban. Pésimas políticas, y demoraron demasiado en subir las tasas. Pero el mundo reaccionó y lo hizo bien: tuvo la peor crisis de su historia con la pandemia, un 30% de caída instantánea, la más corta de la historia, sin colapso social como pasó en la peste negra. Por lo tanto, realmente hay que maravillarse con todo lo que pasó. Generaron un problema, pero lo están resolviendo y sin recesión, es un milagro”.
Con él coincidió José Siaba Serrate, titular del estudio homónimo, quien agregó que el mundo está en un proceso de aterrizaje de la economía sin recesión ni estanflación. Dos de los grandes riesgos que se preveían en 2022, y que el mercado había comprado el año pasado. Ahora, la incertidumbre bajó, la inflación desciende, aunque el especialista considera que la Fed aumentará una vez más las tasas de interés en noviembre.
“En 2022 era una situación pico de incertidumbre, pero ahora estamos mejor. Testeamos los cisnes negros de los últimos años y hay una visión más clara de este terreno minado. Pisamos donde estaban indicadas las minas y no tuvimos crack financiero ni bancario, más allá de una crisis bancaria regional. El mercado reaccionó como reacciona, sacó provecho de información que antes no tenía. Para nuestra sorpresa, las tasas de interés no son cero y los negocios funcionan bastante bien”, sumó.
Con la mirada puesta hacia adelante, todavía amenaza la irrupción de nuevos cisnes negros que lleguen para redefinir la geopolítica. Sobre ese tema disertó Inés Capdevila, secretaria de Redacción en LA NACION, quien mencionó los temores de una guerra en Taiwán (con Estados Unidos y China en el centro de la escena), una nueva carrera nuclear, el avance de los populismos, que el crimen organizado gane poder político y la multiplicación de los eventos extremos. Temas que marcarán la agenda de las próximas décadas.
“Tuvimos una pandemia, una guerra que acentuó una oleada global de inflación. El mundo nos golpeó con sus cisnes negros, nos hizo preguntarnos cuántos más tendremos. Hoy, este mundo es un poquito más estable que hace cuatro, tres, dos años. ¿Va a seguir así?”, cerró.
Devaluación “débil” y “tren hacia la hiperinflación”
Por la tarde, también dijo presente Emmanuel Álvarez Agis, economista y titular de la consultora PxQ, quien opinó que en un país que llega con sequía, sin mercado de capitales, sin reservas, sin espacio para tomar deuda con el FMI, la única opción era devaluar. Pero aclaró: “Sin embargo, probablemente debido a que tenemos un ministro que no es economista, se aplicó una medida un poco más propia de las pymes. Es decir, si un cliente te deja colgado con una factura grande, la estrategia es darse vuelta y dejar colgado al proveedor. Hicimos eso por el equivalente a dos meses de importaciones hasta las PASO: no se pagaron importaciones, hoy debemos de manera forzosa al mundo US$10.000 millones”.
Y agregó: “Desde el momento que el Gobierno de facto muestra que no hay más dólares, porque las SIRA tienen una fecha que para mí es una dimensión desconocida, que para mí es noviembre, no hay incentivo para no ir al CCL. La demanda de estas semanas es más dura y es menos permeable hacia tasas, curva de pesos, duales. Por eso es complicado de bajar. En consecuencia, pusimos mucha demanda en el CCL y ninguna oferta. Por eso hay rumores de que algunos exportadores podrían tener un 25% de libre disponibilidad de las divisas de exportación. Porque si no se alimenta la oferta, y no se pagan importaciones, la cuenta es que el CCL va as seguir subiendo. Esto es consecuencia de una devaluación que, desde el punto de vista técnico, es increíble. Nunca en mi carrera profesional me tocó ver algo tan débil desde lo técnico. Una elegancia francesa lo que digo, porque los primeros cinco adjetivos los eliminé”
Respecto del futuro electoral dijo: “Vamos a un escenario donde probablemente haya tres candidatos, pero dos programas. Piensan que Milei es el más incierto, pero para mí es el de Massa. El resto de los espacios políticos propone competencia entre monedas, bimonetarismo o salir del cepo de un día para otro, es todo lo mismo. Son formas elegantes de que la gente pueda elegir entre pesos o dólares”.
También fue contundente Fausto Spotorno, de OJF & Asociados, quien se preguntó: “¿Qué pasa si seguimos en el escenario actual, si no hacemos nada?” Y respondió: “Aún si la cosecha rebota, nos lleva a una hiperinflación. Este tren dice ‘destino final: hiperinflación’. Si no cambiamos y no hacemos cambios, aunque llueva y tengamos el gasoducto, pueden que entren dólares por las exportaciones. Pero la inflación no va a ser del 160% que esperamos para este año, sino del 240%. El otro escenario, que es el que creo que va a pasar más allá del candidato que gane, es que el año que viene se intentará acomodar las cuentas públicas”.
Fuente La Nacion