Era previsible, tras las sucesivas y fuertes tormentas de la tarde del domingo, que sus efectos se transformaran en problemas de movilidad y de poder cumplir con los horarios de viaje y traslado habituales para miles de trabajadores. Con esa incertidumbre y a sabiendas de desconocidos inconvenientes, un trabajador de la comarca de La Sagra se dirigía ayer por la mañana, como todos los lunes, a una cita laboral en medio del Polígono de Santa María de Benquerencia. Era el viaje habitual de todos los lunes de cada semana en el que se invierten unos 25 minutos. Todas las semanas menos la de ayer.
El caso es que el viaje transcurría con normalidad y placenteramente por la N-400 dirección Toledo hasta que, de manera sorpresiva, una larga caravana se hacía cada vez más larga a algo más de un kilómetro del cruce existente a la altura de la antigua estación de tren de Algodor. Después de largos minutos llegando al lugar, las vallas impedían seguir en dirección Toledo y había que optar entre la dar vuelta por la misma N-400 o coger dirección a la derecha rumbo a la localidad de Mocejón.
Una vez elegida esta última opción con el objetivo marcado siempre en el Polígono de Toledo, otro inconveniente surge al llegar a la glorieta de las afueras de Mocejón. Una nueva valla impide hacer la circunvalación y obliga a entrar en el pueblo, donde tras callejear por un itinerario exterior se podían observar imágenes tristes y lamentables de vecinos sacando de sus casas a la calle sus enseres totalmente empapados.
Pasado este trago, de nuevo rumbo a Toledo, pero otro inconveniente estaba a la vista, ya que el itinerario más rápido y cómodo, el que significaba coger la parte de la autopista Toledo-Madrid libre de peaje para entrar por el Salto del Caballo, se encontraba también cortado. La opción: seguir de frente para entrar por la carretera que conduce al barrio toledano de Azucaica.
Menos mal, pero poco duró la tranquilidad porque en la glorieta de acceso a este barrio toledano, nuevo inconveniente por culpa de una importante capa de barro que ocultaba totalmente el asfalto. El problema era que el paso más seguro era una parte de la calzada, ya que la otra estaba totalmente marcada de rodaduras de barro, presa fácil de vehículos bajos. Allí, aunque algún policía se empeñaba en que se utilizaran ambas calzadas se optó por dar paso alternativo temporal a un sentido y otro.
Pasado el barrizal y el tramo que emboca ya en el Salto del Caballo, el conductor opta por la carretera de circunvalación de Toledo que en dirección a Ciudad Real permite el acceso al Polígono residencial. Nuevo susto al tomar el acceso ante la aglomeración de vehículos de todo tipo. Por fortuna, esta espera fue mucho más liviana de lo que aparentaba y ya, sin mayores contratiempos, el resignado conductor llegó a su destino. Eso sí, 85 minutos más tarde de lo previsto y con el coche listo para pasar por el lavadero.
Fuente ABC