Por Federico Fahsbender
Fue localizado durante un allanamiento realizado por la Policía de la Ciudad. Muestra las siglas del Primeiro Comando Capital y el Comando Vermelho, las corporaciones narco criminales más grandes de Sudamérica junto con las FARC. El dealer quedó detenido
A fines de agosto, la Policía de la Ciudad detuvo en el barrio de Recoleta a J.P.P, un dealer brasileño de 19 años, sin documentos argentinos. Le encontraron 571 pastillas de éxtasis de poder medio, con logos conocidos como el del chocolate Kit Kat.
J.P.P, sin embargo, tenía una pieza potencialmente más preocupante que un lote de pastillas que abundan en el mercado local: un cartel con las siglas del Primeiro Comando da Capital y el Comando Vermelho, organizaciones narcocriminales que se ubican entre las más poderosas y letales de Sudamérica junto con las FARC, originadas en las cárceles de Sao Paulo, con un control sanguinario del tráfico de drogas en Brasil y Paraguay.
La causa en su contra comenzó cuando personal de la División Investigaciones Drogas de Diseño y Precursores realizaba una recorrida por la zona. En la plaza Emilio Mitre, en el cruce de las avenidas Pueyrredón y Las Heras, observaron a un sujeto en una actitud sospechosa. Los policías se acercaron a identificarlo y verificaron que se trataba de J.P.P. Allí, lo requisaron y le encontraron las pastillas de éxtasis. Tenía un primer cartel en su poder, con la sigla del Comando Vermelho.
Luego, allanaron su departamento en la calle Agüero, donde encontraron a otra joven brasileña, que resultó imputada y detenida, en un expediente a cargo del Juzgado Penal, Contravencional y de Faltas N° 28 bajo la magistrada Rocío Di Muro. En el departamento, precisamente, se encontró el cartel.
Los sectores de inteligencia y las fuerzas de seguridad monitorean hace años el riesgo de infiltración del PCC en Argentina, particularmente a través del sistema de cárceles. El tema, por ejemplo, es un item de preocupación entre miembros de alto rango del Ministerio de Seguridad bajo Aníbal Fernández y fue un foco particular de la hoy disuelta Área 51, el ala de inteligencia del Servicio Penitenciario Federal.
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Durante los últimos 25 años, el PCC, el Primeiro Comando da Capital, creado en las cárceles de Sao Paulo en venganza por la brutal masacre de Carandirú de 1993, pasó de ser una simple banda de sicarios y narcotraficantes a convertirse en la fuerza asesina más brutal debajo del Ecuador, con el no menos temible Comando Vermelho con el que se disputa territorios en enfrentamientos armados, lo que genera dudas sobre el cartel encontrado en Recoleta, lo que equivale a encontrar un trapo que River y Boca.
Marco Alcaraz, fiscal nacional adjunto antidrogas de Paraguay, decía a Infobae en 2019: “El PCC es netamente imperialista. No permite que los paraguayos entren al mercado brasileño de la marihuana, incluso se enfrenta con el Comando Vermelho en territorio paraguayo”.
De todas formas, en el mundo del hampa, las enemistades no son tan férreas cuando prima el dinero.
En las prisiones argentinas, el PCC tuvo dos hombres clave, Renato Dutrá y Thiago Ximenes, protagonistas de la fuga del penal de Ezeiza de agosto de 2013, asaltantes y pistoleros incontrolables. Uno de ellos, por ejemplo, fue iniciado dentro de las filas de la organización en un penal patagónico. Otros operativos del Primeiro Comando fueron arrestados en Argentina a lo largo del tiempo.
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Laura Casuso era una abogada de Formosa que defendió durante años a Jarvis Chimenes Pavao, uno de los hombres más fuertes en la historia del PCC. Jarvis Cayó en 2009 en su mansión con un pequeño arsenal de armas largas, la cima de una pirámide de 200 hombres. Se dijo que hasta había montado una flota propia de aviones para mover droga, la aerolínea de bandera del PCC. Lo condenaron cinco años después a 17 años de cárcel. Casuso fue asesinada de diez tiros en noviembre de 2018 en Pedro Juan Caballero.
Sin embargo, nunca se probó la existencia de una célula operativa del PCC o el Comando Vermelho a nivel local. De comprobarse, sería preocupante: su presupuesto y su poder de fuego superan al de cualquier narco argentino, lo mismo sus formas de matar.
Fuente Infobae