Marcos Calvente, hoy Secretario de Obras de Guaymallén viene haciendo curiosas declaraciones y promesas respecto a su candidatura.
Asegura a quien quiera escucharlo que, no solo desea ser la continuidad de Marcelino Iglesias, sino que quiere llevar a ese municipio a la altura de las grandes ciudades. Eso sí, adelanta que el vecino deberá tener paciencia y tiempo para padecer esas transformaciones que supuestamente mejorarán sus vidas.
Como ejemplo, resalta el orgullo de haber impulsado la remodelación integral del Carril Godoy Cruz. Curioso, porque no se trata de ninguna “patriada”.
Dicho proyecto, efectuado allá por el año 2016 con fondos tripartitos, Nación, provincia y municipio, tenía un presupuesto de casi 400 millones de pesos incluyendo la red semafórica inteligente.
La demora en realizar tan noble renovación de casi 7 kilómetros de extensión, que, dividida en 5 etapas —cada una con distintos actores en su rol constructor según las licitaciones respectivas— se harían incluso en partes simultaneas, no iría más allá de los 36 meses, ¡lleva 72 meses!
Siendo generosos con lo prometido -deducción pura, aun calculando posibles contratiempos- todo debería haber finalizado, como mucho, en el 2020.
Estamos entrando en el último cuatrimestre del 2023, y la eterna obra sigue, no solo incompleta, sino que las partes faltantes a ejecutar son las más complejas, no solo eso…
Dejando de lado que ninguna etapa se realizó en tiempo y forma, como otras obras, aparte de ser ejecutada en forma desordenada, mal señalizada convirtiendo Guaymallén en un laberinto difícil de transitar, eso sí es marca “Calvente”.
Los perjuicios
Los perjuicios son muchos: tala indiscriminada de árboles, casas arruinadas sin resolver, litigios judiciales (la “casa pileta” es una de ellas) y más. Incluso, la “red semafórica inteligente” que es graciosa, por no decir boba. Si bien funciona —desde hace poco— el tramo completo desde Costanera a Sarmiento, de “inteligente” no tiene nada, cada semáforo hace lo que quiere, coordinación ninguna, casi como la obra misma.
A su vez, de Sarmiento al Este hay semáforos que aún no estan definitivamente plantados como corresponde, por lo cual se giran para el lado que va el viento, asemejándose a esas mangas de aeropuerto que indican de dónde y a qué velocidad corren las ráfagas. No solo eso, hay al menos dos intersecciones ¡con semáforos apuntando a baldíos!
Seguramente las quejas de rigor serán las de siempre, el gobierno nacional que no envía dinero, pero recordemos que esto comenzó en la era Macri y debía finalizar poco después de cumplido el ex presidente su mandato.
Respecto a los 400 millones de pesos, es digno de pedir el VAR y ver cuánto nos costó tanto yerro, tanta desorganización, tanta desidia, y tanto juicio por perder por dichas negligencias.
Y Calvente está orgulloso, como se sentirá también por la insufrible obra del Barrio Santa Ana, barrio que es hoy más apto para motocross, spedway y aventuras 4 por 4, que para circular como se merece.
Barrio que desmejoró no solo su calidad de vida, sino su valuación como tal, con el agregado de la falta de control de negocios clandestinos, entre ellos geriátricos, que sin control alguno por parte de la misma gestión de Iglesias que también ocupa a Calvente se multiplican de a decenas.
El muchacho tiene facha, lo sabe, y muchas adoratrices del municipio lo llaman “el bomboncito”, todo bien, pero a la receta haría falta agregar un poco de chispa, carisma, y compromiso real, no comprar o vender buzones.
Por último y volviendo al Carril, es imposible de deducir el costo final, el que seguramente se habrá multiplicado por 20, y por lo cual cualquier Fiscalía de Estado en un país normal ya hubiera pedido rendiciones correspondientes. Acá un tal Fernando Simón mira para otro lado.
Marcelino decía que mejor que prometer es ver los resultados, casi como Perón, bueno, acá están los dichos resultados. ¿En serio alguien tiene ganas de seguir comprando buzones?
Fuente Mendoza Today