Por Enrique Guillermo Avogadro
“Un estúpido es un estúpido. Dos estúpidos son dos estúpidos. Diez mil estúpidos son una fuerza histórica”. Leo Longanesi
Transformé en cenizas los primeros volúmenes de ciencias políticas cuando aparecieron líderes que tenían éxito electoral, en la región y en el resto del mundo, a pesar de sus propuestas tan disruptivas y hasta autoritarias. Por ello, recibí con calma la vertiginosa irrupción de Javier Milei en nuestro escenario político. Pero el fuego tomó nuevo impulso cuando arrojé más libros al observar, atónito, como una alianza de partidos (Juntos por el Cambio), que tenía asegurado su triunfo hace pocos meses, decidió privilegiar una salvaje confrontación entre sus propios candidatos y poner así en serio riesgo la probabilidad de consagrar a uno de ellos en octubre.
Pero el miércoles volví a arrojar muchísimos a la chimenea cuando nuestro país ingresó, resignadamente, al pabellón psiquiátrico global: ¡el Gobierno en pleno, encabezado por el propio Meme Presidente, hizo una huelga contra la oposición! Aquí ese acto realmente fascista, convocado para intentar la misión imposible de acercar votos al candidato oficialista, no llamó la atención porque, el día anterior, la eternizada cúpula de la CGT, acompañada por Máximo Kirchner y otros líderes kirchneristas, que tan ominoso silencio ha guardado durante los últimos cuatro años mientras la inflación se espiralizaba (12,4% mensual y 150% anual), la pobreza alcanzaba nuevos records (48%), el hambre campeaba y el poder adquisitivo de los salarios se derrumbaba, en especial en el caso de los trabajadores informales, concretó una marcha a Plaza de Mayo para aplaudir al Ministro/candidato, principal responsable de tamaña catástrofe.
Las estanterías que destiné a los estudios electorales, conservan aún manuales que, presumo, podré conservar después de octubre. Son aquéllos que aseguran que, en esta desastrosa coyuntura socio-económica, las chances de Sergio Massa de llegar a la Casa Rosada son por completo nulas, aunque siga, en su doble rol de Presidente de facto y candidato, endeudándonos (la deuda en Leliqs alcanza ya a la friolera de dos billones de pesos) y tirando pornográficamente montañas de papelitos sin valor, propios y ajenos, a la calle. Creo que él mismo está convencido de que lo espera un negro futuro y, por eso, ha detonado un “plan bomba” cuyas consecuencias mediatas sabe que no deberá afrontar; la irresponsabilidad con la que actúa, debiera sí acarrearle derivaciones penales, aunque supongo que no sucederá.
En julio de 2018, escribí una columna (https://tinyurl.com/dvusrx4c) en la que denuncié que, detrás de los “fondos buitre” que acaban de obtener contra la Argentina una enorme sentencia –¡US$ 16.000 millones!- (o sea US$ 340 por cada habitante, aunque sea recién nacido, carezca de vivienda, de agua y cloacas, de salud y educación o ni siquiera pueda alimentarse regularmente) estaban la propia Cristina Fernández, actual Vicepresidente, y sus hijos. El próximo gobierno debería impulsar la causa penal que investiga lo sucedido, que duerme desde hace años en el despacho del remolón Juez Ariel Lijo. Quizás así podríamos evitar, al menos, que una parte (US$ 4.800 millones, por el 30% del juicio que se reservaron los Eskenazy cuando le “vendieron” el derecho a Burford Capitals), vuelva a engordar los tan angurrientos bolsillos de los Kirchner o de sus testaferros, si éstos, como se dice en los mentideros, hubieran “mexicaneado” a la abogada exitosa tras la muerte de don Néstor.
El monumental desaguisado de la expropiación se ejecutó mientras ella se desempeñaba por segunda vez como Presidente y el subnormal Axel Kiciloff ejercía como Viceministro de Economía, y fue votado con algarabía por una gran mayoría de nuestros imbéciles legisladores (la lista detallada, en https://tinyurl.com/yrfma6nw), muchos de los cuales no sólo habían festejado con vivas y risas el default de 2002, sino que aún siguen medrando en el H° Aguantadero. La presencia estelar de Carlos Chino Zannini, cómplice necesario en el saqueo de los Kirchner, en todo el proceso (era Secretario Legal y Técnico en 2012 y ahora es Procurador del Tesoro y, como tal, “casualmente” responsable de la defensa de los intereses argentinos en el juicio de Nueva York), lo convirtió en tragedia cuando desistió de cuestionar ante la Justicia española el negocio Eskenazy/Burford por falsedad y corrupción, como sí había hecho Bernardo Saravia Frías, su antecesor en el cargo durante la administración macrista.
La gestión de Kiciloff como responsable de la economía cristinista, además de esa montaña de dinero, ya nos costó el pago a Repsol por US$ 10.000 millones (intereses incluídos) y los nefastos acuerdos que firmó con el Club de Paris, reconociendo hasta los intereses punitorios, que siempre son condonados al regularizar la situación de la deuda. Esta misma semana, sin vergüenza, relacionó el fallo con la campaña electoral, diciendo que es parte de la lucha de los maquiavélicos poderes sinárquicos contra las fuerzas “nacionales y populares” que, aseguró, encabeza Cristina Fernández.
En un país medianamente serio, después de tantos desastres provocados por sus ruinosas gestiones, el Aceitoso y el Chiquito, no podrían siquiera estar en libertad; sin embargo, como Argentina es tan neciamente excepcional, no sólo lo están sino que participarán en las elecciones y, peor aún, es probable que este Gobernador tan delirante y costoso logre su reelección; si fuera así, obviamente motivará la grandiosa quema final de libros de mi biblioteca. Mientras tanto la oposición, en lugar de unificarse para echarlo a patadas de la Provincia de Buenos Aires, sigue demostrando que es férreamente ombliguista y suicida.