La milenaria historia del Israel bíblico incluye las últimas décadas, cuando nació el moderno Estado de Israel, a poco de crearse las Naciones Unidas. La Argentina mantuvo desde un principio, y conserva, excelentes relaciones de profunda amistad, formalizada en relaciones diplomáticas. Estas sirven de marco para muy variadas e intensas relaciones económicas y culturales.
Es por ello que son gran mayoría los países como la Argentina que tienen sus embajadas funcionando en Tel Aviv. Son muy pocas las embajadas que están en Jerusalén, incluyendo a los Estados Unidos -sólo desde 2018, durante la presidencia Donald Trump-. Lo hacen debilitando la vigencia del derecho y favoreciendo la prepotencia, si no en las intenciones, sí en los hechos.
Es preciso que la comunidad internacional aliente el respeto recíproco de los derechos legítimos que asisten a los palestinos no menos que a los israelíes, a fin de que pueda lograrse un acuerdo global que consolide la paz y la necesaria cooperación entre dos pueblos que se necesitan recíprocamente.
Una decisión de impacto mediático, como la que propone Javier Milei, puede vulnerar también el derecho, la justicia y la paz. Los argentinos haríamos bien en mantener nuestra Embajada en Tel Aviv y abstenernos de seguir el mal ejemplo de Trump.
Por Vicente Espeche Gil
Fuente Vis a Vis