Por Alejo Sánchez Piccat
La decisión trascendental que enfrenta la Fuerza Aérea Argentina con respecto a la adquisición de cazas supersónicos para la modernización de su flota se desprende una lucha geopolítica de las grandes potencias militares, lo que conlleva un planteamiento no solo estratégico, sino político diplomático que pone en manifiesto la lucha por el poder global de Estados Unidos y China en la región.
El medio hermano Zona Militar presentó ambas propuestas desde los aspectos técnicos y operativos. Washington y Beijing se disputan por las distintas ofertas que se le presentaron al país. Por un lado, los F-16 A/B Fighting Falcons usados de Dinamarca y por otro cazas Chengdu JF-17 Thunder Block Three de fabricación asiática.
Pero la decisión de uno sobre otro implica mucho más. Se tiene noción de que Washington está presionando a Buenos Aires para que elija el F-16 con el fin de evitar que China aumente su presencia en América Latina.
La preocupación sobre el aumento de la influencia de China en América Latina no es ningún secreto. Recientemente, la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, la General Laura Richardson, lo dejó claro al decir que la inversión china en la región significa que Beijing está “en la línea de 20 yardas de nuestra patria, o podríamos decir que están en la primera y segunda cadena de islas hacia nuestra patria y la proximidad en términos de esta región”.
“Aún no hay una base china en este hemisferio. Pero veo con toda esta inversión en infraestructura crítica”, agregó Richardson más tarde, “que podría haberla en algún momento”.
Con respecto a los cazas, en las últimas semanas se avanzó con la propuesta norteamericana, lo cual enfrenta algunos desafios. En primer lugar, Dinamarca también ha prometido F-16 a la defensa de Ucrania. Durante los últimos dos meses, Dinamarca, los Países Bajos y Noruega han acordado enviar algunos de sus aviones: 19 de la Real Fuerza Aérea Danesa (RDAF), 42 de la Real Fuerza Aérea de los Países Bajos (RNLAF) y posiblemente hasta 10 de la Real Fuerza Aérea Noruega (RNoAF).
Por otro lado, el posicionamiento político argentino con respecto a Estados Unidos se encuentra marcado por la relación económica que mantiene Buenos Aires con el Fondo Monetario Internacional (FMI) lo que muchas veces tensa los posibles entendimientos entre ambos para concretar la transferencia de los aviones.
Además, la situación electoral que se manifiesta este año en el país es un factor de incertidumbre a la hora de terminar de definir una postura definitiva a favor o en contra de los grandes poderes militares. Todo esto contribuye a no poder establecer un escenario claro con respecto a la elección que debe tomar el Ejecutivo Nacional.
A principio de año, Estados Unidos delimitó las tres “líneas rojas” con respecto a la relación estratégica de Argentina con China. Estas son: En primer lugar, Estados Unidos no puede permitir que Argentina incluya a China en el Polo Logístico en la provincia de Tierra del Fuego, en segundo término la inclusión del 5G asiático en territorio nacional es una grave preocupación para Estados Unidos y por último, Washintong ve como una necesidad que Argentina no incorpore de manera sistemática material militar proveniente de China.
Avanzar en consideraciones técnicos militares con Pekín en términos más amplios, sumado a grandes compras de armamento, se traducen, en palabras del embajador Stanley, se traduce como “como una amenaza directa no solo al propio Estado sino al status que se prepondera en la región sudamericana”.
Claro esta es que Estados Unidos en los últimos años vio como los últimos diez años, China ha consolidado su posición como el principal socio comercial de América Latina, estableciendo alianzas estratégicas con varios países de la región. En Argentina, China se destaca como el principal socio comercial, mientras que Estados Unidos se posiciona como un socio clave en términos de inversión. Este proceso de fortalecimiento de relaciones no se limita solo al ámbito comercial, sino que también se extiende al ámbito militar y estratégico.
En este punto, la disputa y las proyecciones en materia de establecer lazos con Argentina son otro punto más de fricción entre las potencias, en los cuales la adquisición de un nuevo caza adquiere una cierta relevancia no solo para el futuro de las Fuerzas Armadas del país sino también en la reconfiguración del tablero regional y el “patio trasero” de Estados Unidos.