MIAMI, Estados Unidos. — El 27 de septiembre de 1917 murió en París Edgar Degas, uno de los principales exponentes del impresionismo, aunque él siempre rehuyó esa definición y prefirió considerarse un artista independiente. En su estilo perviven algunos rasgos del academicismo y la pintura realista, pero al entrar en contacto con sus contemporáneos, renovó su lenguaje pictórico y se centró en temáticas más novedosas.
A diferencia del resto de los impresionistas, Degas no buscaba la luz natural. Su proceso creativo transcurría dentro del taller y solía dedicar mucho tiempo a una misma obra. Atraído por la vida en la ciudad moderna, eligió representar pequeños grandes mundos de la vida cotidiana en París: cafés, teatros, carreras de caballos y, muy especialmente, el ballet.
En toda su obra se repite insistentemente la presencia de dos figuras: el caballo y la bailarina. Aficionado a la danza clásica, acudía a los ensayos buscando una representación lo más perfecta posible. Su sensibilidad y capacidad para observar, así como la rapidez con que realizaba bocetos, le permitió captar a las bailarinas en la espontaneidad del ejercicio, sus gestos delicados y elegantes, la genuflexión, la expresión concentrada del rostro, la vaporosidad del vestuario.
Llegó a contratar a varias bailarinas para que posaran en su estudio, pero prefería el movimiento y la luz in situ, el espectáculo íntimo de las prácticas de danza, que, en pocas horas, se convertiría en una obra de arte para el gran público.
También en la escultura reflejó su obsesión con capturar el movimiento. Trabajó con moldes de cera o terracota, pero no se aventuró a fundir ni tallar. Algunas piezas fueron realizadas después de su muerte por prestigiosos fundidores franceses.
Hacia 1880, el talentoso pintor comenzó a perder la visión. El mal avanzó tan rápidamente que debió limitarse a los colores pastel y la línea en sus cuadros se volvió imprecisa.
Quiso la vida que el maestro muriera casi completamente ciego y poco reconocido entre sus contemporáneos; pero el tiempo revindicó su arte y hoy resulta imposible hablar del impresionismo sin dedicarle un largo y sustancioso apartado al solitario Degas, el eterno enamorado de la danza clásica, de París y de la pintora estadounidense Mary Cassatt.
Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de WhatsApp. Envíanos un mensaje con la palabra “CUBA” al teléfono +525545038831, también puedes suscribirte a nuestro boletín electrónico dando click aquí.
Fuente Cubanet.org