LA HABANA, Cuba. – La historia de la música cubana está llena de grandes soneros, pero solo dos se han ganado el calificativo de “sonero mayor”: Benny Moré y Abelardo Barroso. Cuando el “Bárbaro del Ritmo” era todavía un niño en su Lajas natal, ya Barroso era cantante principal del Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro.
Nacido en el barrio habanero de Cayo Hueso, cuna de rumberos y soneros famosos, Abelardo Barroso se mantuvo durante cuatro décadas en el favor del público. En la ciudad de Nueva York realizó grabaciones junto a varios ensambles de música tradicional cubana y, como parte de la compañía de variedades Salmerón, tomó parte en una gira por España.
Una vez de regreso en la Isla, a inicios de los años 30, colaboró con diversas agrupaciones de prestigio en el panorama musical nacional. En 1933 fundó junto a Orestes López la Orquesta López & Barroso, que alternó con otros proyectos hasta que, en 1939, se unió a una de las más importantes orquestas de la época: la charanga Maravillas del Siglo, en la cual permaneció hasta bien entrada la década de 1940.
En 1955 pasó a formar parte de la orquesta Sensación, que aunó a varios de los mejores músicos del momento, como Miguel Santacruz, Jesús Esquijarrosa, Eloy Martínez y Rolando Valdés. Con Barroso, Sensación vivió un período de esplendor justo en pleno apogeo de las grandes agrupaciones de música popular cubana. Era grande la competencia y de la mejor calidad, pero el “Caruso del son” imprimió su sello y estilo personal en la orquesta, que en 1957 ganó un Disco de Oro por una placa que incluía los temas En Guantánamo y Arráncame la vida.
Su paso por la Orquesta Sensación marcaría la etapa final de su carrera artística. Después de varios viajes y presentaciones en Miami y Nueva York, Barroso se retiró de los escenarios en 1969. Tres años después, el 27 de septiembre, el primer sonero mayor moriría en La Habana.
Fuente Cubanet.org