Tarjetas de la corrupción: si salvan a “Chocolate”, dejan impunes 11.870 delitos en la Provincia
Por Héctor Gambini
Son las causas que se abren por descubrir a los culpables “con las manos en la masa”.
Si la Justicia bonaerense adoptara el criterio de los camaristas de La Plata que anularon la causa de las tarjetas de la corrupción -porque entendieron que debía haber “orden de requisa”-, miles de delitos quedarían sin investigar.
Exactamente, 11.870. Ése fue el número de causas abiertas durante 2022 por “flagrancia”. Es decir, investigaciones penales que comienzan porque la Policía actúa mientras el delito se está cometiendo en ese mismo momento. Allí nomás.
La cantidad equivale a un delito cada 45 minutos, los 365 días del año, en cada rincón de la Provincia de Buenos Aires.
Cifras oficiales a las que accedió Clarín muestran que la mayor cantidad de esas causas se abrieron en Lomas de Zamora (1.873), Mar del Plata (1.531), San Isidro (1.445) y, justamente, en La Plata (1.068).
Al menos en las estadísticas, el sistema funciona bastante bien: 9 de cada 10 casos se resolvieron entre investigaciones que se elevaron a juicio oral (más de la mitad de las causas), juicios abreviados (una pena que acuerdan fiscal y defensor ante un delito menor) o probation (se suspende el proceso a cambio de una prueba que suele ser trabajar gratis en acciones solidarias).
Todos esos casos hubiesen quedado impunes si se pidiera “orden de requisa”.
Obviamente, cuando llegue la orden los sospechosos ya no estarán allí y la acción cometida habrá finalizado. No habrá flagrancia. Nadie con las manos en la masa.
¿Ve a alguien saltar desde la terraza del vecino y salir corriendo con una notebook en las manos? No se preocupe. El policía de la esquina pedirá una orden para requisar al señor aunque, claro, cuando la orden llegue no podrá requisarlo porque el señor ya habrá escapado sin tener la gentileza de aguardar a la culminación del trámite administrativo.
Los ladrones no son gentiles.
El dato desnuda aún más contradicciones que las del desatino naturalizado de un brazo de la justicia protegiendo al poder político en lugar de investigarlo.
Por ejemplo, ¿qué harán los policías la próxima vez que vean a una o varias personas pasándose en cadena decenas de tarjetas para vaciar cajeros automáticos, llenar bolsas con billetes y acomodarlas en un coche estacionado en las narices de un oficial?
La Justicia se los dijo: no hagan nada.
Tras el escándalo, el fallo se apeló.
¿Y qué hace el ministro Berni -siempre tan afecto a opinar de cualquier cosa- cuando le dicen a la Policía que él conduce que ante el delito in fraganti se tiene que quedar en el molde?
Se queda en el molde él también, como su jefe Kicillof.
“Yo soy un soldado”, suele decir Berni. Saludo uno, saludo dos, y a otra cosa mariposa.
Ya lo vimos en la escena del crimen de Nisman.
El código de barras impreso en el envoltorio de Chocolate (el hombre que operaba decenas de tarjetas de débito en los cajeros de La Plata) lleva a Sergio Massa, el que iba a barrer a los ñoquis de La Cámpora y ahora es candidato de Cristina. También, a Máximo Kirchner.
En medio del barullo, la Corte bonaerense ordenó revisar la situación de todos los presos de la Provincia para tratar de mandar a sus casas a la mayor cantidad posible.
Como no hay plata para obras, no se puede evitar que estén hacinados.
La política bonaerense -donde en cada elección se libra la madre de todas las batallas- ordena las cosas a su modo.
En vez de barrer a los ñoquis, los cubre. En vez de mejorar las cárceles, larga a los presos.
Ahí se discute todo, menos la caja.
Fuente Clarin