Más de 700 pérdidas israelíes. La mayoría que no pasan los 35 años. Un grupo completo de jóvenes que departía en una fiesta en el bosque dentro de un kibutz en Sderot, ciudad colindante con Gaza.
Más de 3000 heridos, vidas de civiles y de policías como también soldados que están en varios de los casos luchando por vivir.
Un Israel que, en vez de amanecer destrozado y aterrado, se levanta de inmediato de las cenizas y continúa con la labor de sobrevivir, tal como en 1948 por primera vez se defendió de las amenazas a las que el mundo árabe tenía de entrada preparadas.
Israel en solo 75 años se ha convertido en un país, en una nación, en un Estado, que a pesar de lo pequeño que es demográfica y geográficamente representa un lugar muy alto en el mundo y dentro de las naciones.
Los países árabes se han empeñado casi que en su mayoría en “tirar al agua a los judíos”. Su fin es la aniquilación de los judíos y de Israel. De hecho, fue el mufti palestino Amin Al Husseini (yimakh shemo v’zikhro) quien en los años 40 se reunió con el mismo Hitler (yimakh shemo v’zikhro) y le pidió no solo oponerse al movimiento sionista, sino que le aconsejó con el exterminio de los judíos de Europa, idea que ya el seguro tenía.
Israel ha sobrepasado como pueblo cientos de tragedias, incluida la Shoá. Pero la Shoá no cesó. Pues, desde que Israel se crea como un Estado moderno, desde esa declaración de independencia.
Lo que sucedió el 7 de octubre de 2023, es lo mismo que sucedió en la Guerra de Iom Kipur en donde todo el mundo estaba ayunando, rezando o durmiendo.
Pero hay un hecho en la historia un tanto olvidado y anterior y es cuando el oscuro y siniestro mufti reinaba en la mal llamada Palestina. La matanza de Hebrón de 1929, en la cual fueron masacrados judíos sin distinción entre niños, ancianos, mujeres y hombres, es el inicio oficial de la violencia entre los pobladores árabes que residían la tierra de Israel, contra los judíos que la residían y apenas empezaban a ascender (Aliá).
En la matanza de Hebrón fueron asesinadas más de 70 personas. 70 personas que significaban casi un tercio de toda la antigua comunidad judía de Hebrón. Fueron asesinados en shabat mientras nadie lo esperaba. Fue exterminada bajo los cuchillos y los palos que los terroristas palestinos del entonces utilizaron en contra de los judíos de Europa que habían llegado al lugar a unirse con sus hermanos sefardies que hacía mucho habitaban esta ciudad sagrada, en donde una vez fue coronado David.
El testimonio de uno de los sobrevivientes y héroes de aquel momento, Raymond Cafferata, lo deja en claro.
“Al oír gritos en la habitación ingresé a través de un pasaje abovedado en una sala y vi un árabe en el momento de cortar la cabeza de un niño con una daga. Ya lo había golpeado y se disponía a golpearlo nuevamente, pero al verme se da vuelta y corrió sobre mí, pero se equivocó; fue prácticamente a la boca de mi fusil. Yo le disparé bajo, en la ingle. Detrás de él había una mujer judía cubierta de sangre con un hombre que me admitió ser un agente de policía llamado Issa, comisario de Iafo. Él estaba de pie sobre la mujer con un puñal en la mano. Me vio y echó el cerrojo en una habitación adyacente gritándome en árabe: “Su Señoría, yo soy un agente de policía… Penetré en la habitación y le disparé”.
Hoy tenemos 700 muertos, pero la tierra es nuestra. Y, mientras que la mayoría de gente ataca a Israel en varios de los casos, ahora tenemos fuertes aliados y amigos o al menos simpatizantes.
Israel saldrá victorioso hoy y siempre, pues a pesar de en ciertos momentos haber estado al borde de la desaparición la mano divina se asienta en la espalda ancha de quienes gritan Am Israel Jai y en memoria de quienes han recitado un Shema Israel, aunque en silencio en el fondo de sus corazones antes de partir, o a gritos como el gran Rabi Akiva.
En memoria de todas las almas asesinadas de Israel.
David A. Rosenthal
Twitter: rosenthaaldavid
Fuente Aurora