Además de determinar quién se sentará en el sillón de Rivadavia a partir del próximo 10 de diciembre, las elecciones del 22 de octubre determinarán la futura composición del Congreso nacional y cómo quedarán repartidas las bancas entre las distintas fuerzas políticas.
Es mucho lo que está en juego ya que se renueva más de la mitad de los cargos de la Cámara de Diputados (130 de 257 escaños) y un tercio del Senado (24 de 72).
La irrupción meteórica de La Libertad Avanza en la escena política romperá definitivamente el actual mapa parlamentario bipolar dominado básicamente por las dos grandes coaliciones como son el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, y se configurarán nuevos equilibrios legislativos de los cuales todavía es difícil tomar una dimensión precisa.
Aunque haga una excelente elección con sus boletas para senadores y diputados de todo el país, como podría presumirse a partir de la mega encuesta que significaron las PASO de agosto, no le alcanzará a La Libertad Avanza para constituir una fuerza parlamentaria de tercio, pero sí para meterse de lleno como un jugador de mucho peso y poder de fuego en la dinámica legislativa.
En este escenario, el Frente de Todos (que compite electoralmente con la nueva marca “Unión por la Patria”) y Juntos por el Cambio son los que más tienen para perder. La alianza oficialista tiene 118 miembros en la Cámara de Diputados y arriesga nada menos que 68. El problema que enfrenta la fuerza política gobernante es que si se repitiesen los resultados de las PASO apenas llegaría a unas 91 bancas.
En el Senado, en cambio, Unión por la Patria enfrenta un panorama menos desafiante, dado que pone en juego 9 bancas de las 31 que tiene en la actualidad y las proyecciones que ofrecen las PASO le arrojan un resultado neutro. Esto le garantizaría quedar como la primera minoría en la Cámara alta. Y el otro dato positivo es que en la Cámara alta tiene varias fuerzas aliadas como el Frente de la Concordia Misionero, el Movimiento Popular Neuquino, Juntos Somos Río Negro y Unidad Federal.
La situación de Juntos por el Cambio es tan delicada como la del panperonismo. Arriesga 55 de las 117 bancas que posee en la Cámara baja. Los resultados de las PASO le auguran una caída en la cantidad de miembros, aunque el premio consuelo es que podría quedar como primera minoría.
Esto podría ocurrir en tanto y en cuanto no se rompa la coalición formada por el PRO, la UCR y la Coalición Cívica, que llega a octubre atada con alambre y muy tironeada entre “halcones” y “palomas”. No son pocos quienes sugieren que ante una derrota, los sectores más duros del PRO podrían migrar hacia una alianza con La Libertad Avanza, lo que alteraría sensiblemente el mapa político actual.
En la Cámara alta Juntos por el Cambio pone en juego nueve bancas de las 33 que tiene en la actualidad. Tendría que mejorar y mucho el resultado de las PASO para conservar su tropa. El camino es empinado hacia arriba.
El mileísmo, con su marcha arrolladora, es el gran candidato a engullir todas las bancas que sus rivales de Unión por la Patria y Juntos por el Cambio dejen en el camino. Si se replicasen los resultados de las PASO, obtendría cerca de 40 bancas en la Cámara de Diputados (las proyecciones dan por encima de esa cifra) y ocho en el Senado. Nada mal para una fuerza política primeriza.
El Frente de Izquierda y de los Trabajadores – Unidad tiene la posibilidad concreta de sumar una banca adicional en la Cámara de Diputados llegando a cinco integrantes, con la incorporación de un nuevo representante por la provincia de Buenos Aires.
Fuente Mendoza Today