Pasaban un par de minutos de las 14.30 horas cuando el colegio mayor Nuestra Señora de África, en Ciudad Universitaria, se quedó sin luz. Las 160 personas que había en el interior del número 8 de Ramiro de Maeztu pensaron que se debía a un fallo momentáneo en la instalación eléctrica, en algún fusible, pero nada más lejos de la realidad. Martín, de 18 años y estudiante de Matemáticas, estaba en el comedor tras haber finalizado una jornada de clases y exámenes. Segundos después de que las bombillas dejasen de iluminar, un «olorcillo a gas» le sobrevino. «Creíamos que no era nada muy serio», revela horas más tarde el joven. De hecho, tal fue la calma, que junto a otros compañeros y la conserje se dispuso a intentar sacar a un compañero que se había quedado encerrado en el ascensor. Lo lograron. Faltaban solo segundos para que una explosión de gas rompiese la tranquilidad de la que hasta ese momento era una jornada universitaria más.
Martín se encaminó a su habitación pero justo cuando estaba en el pasillo se produjo el estruendo al que siguió una llamarada de varios metros de altura. «Más que los pisos del edificio», afirmaron luego equipos de los servicios de emergencia desplazados hasta el enclave. El fuego alcanzó un árbol y «todo se tiñó de naranja», describieron los afectados.
El joven universitario pulsó la alarma de incendios. No hacía falta. Todos en el Virgen de África –y en los edificios contiguos– habían escuchado el estruendo. «Fuego, fuego, fuego» fue el mensaje que empezó a correr por los grupos de WhatsApp de los residentes. Los colegios mayores se desalojaron antes de recibir las órdenes oficiales. Los centenares moradores –y trabajadores de estos centros– salieron todos por su propio pie sin saber todavía qué estaba ocurriendo. Fueron largos segundos en los que se desataron los peores presagios.
La sala del 112 recibió a las 14.34 horas la primera llamada de alerta. Hasta el lugar se trasladaron catorce dotaciones de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid y efectivos de Policía Municipal y Nacional. «Todo fue muy rápido. Nos pusimos detrás de un cordón policial hasta que nos pudimos refugiar en la Escuela de Organización Industrial (EOI) [a la que está adscrita el Virgen de África]«, concluye Martín.
Bomberos y Policía ordenaron también el desalojo del colegio universitario Isabel de España (situado justo enfrente del afectado) y de unas instalaciones de la Universidad Politécnica de Madrid. Los residentes de este segundo centro evacuado ya pudieron regresar por la tarde noche; no corrieron la misma suerte los del Virgen de África.

Las llamas, desde el colegio mayor Isabel de España, desalojado durante horas
La explosión –que afortunadamente no causó heridos, pese a las impactantes imágenes de las virulentas llamaradas que dejó– se debió a una fuga de gas en una tubería en la vía pública. Hubo suerte, reconocían los expertos en el enclave. Nadie se quiere imaginar qué hubiese pasado si ese estallido se hubiese producido unos metros más adelante. «La primera actuación fue controlar las personas que había en el edificio y la propagación exterior», explicó Roberto González, jefe de guardia de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid. En el Virgen de África había unas 130 personas: el personal del centro y casi todos los estudiantes, excepto 33 que estaban en sus facultades y que fueron avisados de inmediato.
Corte de suministro
Los bomberos activaron los servicios técnicos de gas natural para que cortaran los suministros y evaluaron el estado del edificio. Ahora, comienza la investigación policial para dilucidar qué causó la explosión de gas.
Según ha podido saber este diario, hay una veintena de habitaciones afectadas por el siniestro, además de los desperfectos causados en la fachada del inmueble. Todos los alumnos han sido realojados y se les ha ofrecido atención psicológica. «El 40% lo ha hecho en casas de familiares o amigos; los demás se han repartido en colegios mayores de la Complutense, que nos han puesto más de cien plazas a disposición«, cuenta a ABC Diego Crescente, director de comunicación de la EOI. Ahora, esperan a que la Policía y arquitectos les permita regresar y utilizar el inmueble (que permanece sin suministros de agua, luz y gas), aunque todavía desconocen cuándo será.
Patricia y Terelu viven en el colegio de enfrente, el Isabel de España, que estuvo durante casi tres horas desalojado. Salieron con lo puesto: pijama y zapatillas, sin que les diese tiempo a una de ellas ni a coger el teléfono móvil. «Estaba en una clase ‘online’ cuando escuché un ruido. Me asomé a la ventana y vi las llamas. Todos empezamos a correr«, dice la primera de las jóvenes. Su amiga iba a dormir la siesta. »Pensaba que el ruido era un avión que se nos iba a estrellar«, añade a la explicación. Entonces empezaron los gritos: »¡Fuego, fuego, salid ya! Los primeros instantes fueron horribles, con las llamas y el humo, sin saber si había podido salir todo el mundo… Por suerte, se quedó en un susto«, suspira con alivio.
También María y Daniel, residentes en este segundo centro fueron afectados. Aguardaban –antes de saber que podrían regresar a su hogar– en una plazoleta cercana. «Fue un ruido súper fuerte y una llama que salía por encima del colegio, fue como si escuchásemos un tornado», dice la estudiante de segundo año de Ingeniería Industrial. Encontró a su amigo en el pasillo. «Salimos corriendo, estaba todo teñido de naranja por las llamas. Fueron segundos de mucho miedo. Empezaron a sonar las alarmas del colegio mayor, aunque ya habíamos desalojado todos. Tardamos 15 segundos en salir desde que escuchamos el estruendo», recuerda el alumno de Arquitectura, que no acertó ni a coger un abrigo.
En Ciudad Universitaria todos respiran aliviados. El temor de los primeros momentos, con el fuego desatado tras el reventón de una tubería de gas, se quedó tan solo en una anécdota para el recuerdo.
Fuente ABC