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Mientras Pedro Sánchez despluma el ganso de la amnistía y de la resurrección civil de Carles Puigdemont, se intensifican las quinielas sobre la disposición de las piezas en tablero de la influencia económica en la próxima legislatura. Nadia Calviño, previo acomodo de las exigencias (nucleares) francesas, tiene la proa enfilada hacia Luxemburgo. España ganaría una presidenta del BEI y perdería una VP1. El vacío de poder es importante, pero Sánchez necesita cada vez menos a Calviño. Con un Sumar domesticado y de tintes eurófilos (Ernest Urtasun, eurodiputado amable, como escudero de Yolanda Díaz) y con Pablo Iglesias en el desván de la historia política española, ¿quién necesita ya una figura identificada con la ortodoxia bruselense? Además, la salida de la VP1 permite a Sánchez contentar a esa parte del PSOE que siempre ha visto con recelo (y probablemente envidia) cómo un cuerpo a priori extraño al partido ha ido ganando peso desde 2018. ¿Quién sustituiría a Calviño? Por galones políticos, María Jesús Montero debería ser una de las favoritas. Por galones económicos, José Luis Escrivá podría pedir la vez. El problema de Escrivá se llama PNV. Andoni Ortuzar no lo pueden ver. Y no sería extraño que esa ficha forme parte del flanco vasco de la negociación de investidura. Pero el calendario político es caprichoso. En breve habrá que ponerse a buscar gobernador para el Banco de España (Hernández de Cos sale en junio de 2024). Y si Sánchez quiere a uno que deje de criticar la contrarreforma de las pensiones, quién mejor que su autor…
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Fuente El Confidencial