AREQUIPA, Perú.- Existía un inmueble en La Habana que tenía un torno en uno de sus laterales. Allí las madres que se veían imposibilitadas de criar a sus bebés los depositaban y, con el toque de una campanilla, el dispositivo giraba entregando al infante del otro lado a las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul. El sitio era conocido como la Casa de Beneficencia y Maternidad, aunque hoy en su lugar se erige el imponente hospital Hermanos Ameijeiras.
Antes de 1959, los niños y niñas de la Beneficencia solían participar en desfiles y eventos cívicos, llevando una gran bandera cubana. Además, dos niños varones de la Casa eran los encargados de “cantar” los números en los sorteos de la Lotería Nacional por radio, anunciando los números agraciados y las cantidades de dinero que se ganaban.
Cada abril las chicas de la Beneficencia salían a la calle para recaudar donaciones. Llevaban una alcancía de lata con el lema: “Con lo que a usted le sobre puede hacer feliz a un niño”.
Durante su paso por la institución las pequeñas vestían uniformes blancos, gorros del mismo color y pañoletas negras, mientras que los varones también tenían uniformes, aunque se desconoce cómo eran. Todos los niños y niñas llevaban el apellido “Valdés”.
La Casa de Beneficencia y Maternidad en la Isla tuvo varios nombres y ubicaciones a lo largo de su historia. Se originó como Casa Cuna en 1687 o 1688, fundada por el obispo Diego Evelino de Compostela. Sin embargo, tras su muerte en 1704, la institución quedó incompleta y cayó en desuso debido a la falta de fondos y al abandono gubernamental.
En 1830, Antonia María Menocal dejó un legado para obras de caridad, el cual fue utilizado para establecer una Casa de Maternidad con dos departamentos: uno para madres solteras y otro para la crianza y educación de niños hasta los seis años. Esta institución se ubicó en el Paseo del Prado en 1831.
Paralelamente, existía la Casa de Beneficencia, fundada en 1794 por habaneros ilustres, que admitía solo a niñas y enfrentaba dificultades financieras constantes. Los problemas económicos terminaron a partir de 1824, cuando el capitán general Francisco Dionisio Vives estipulo impuestos sobre billetes de lotería y peleas de gallos para apoyar a la institución. En la misma época, un incendio en la barriada de Jesús María permitió que la Casa de Beneficencia adquiriera terrenos y los vendiera posteriormente.
En 1852, las Casas de Beneficencia y de Maternidad se fusionaron en una sola institución bajo el nombre de Casa de Beneficencia y Maternidad, y se ubicaron en diferentes sitios a lo largo de los años para llevar a cabo su tarea humanitaria.
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Fuente Cubanet.org