Con un asesinato cometido a plena luz del día y en una vía pública, 31 horas pueden parecer eternas. Y más, si en ese lapso de tiempo el principal sospechoso se ha presentado en dependencias policiales y ha salido por la puerta sin las esposas puestas. La sucesión de acontecimientos tras el último crimen machista en Madrid deja un relato trufado de giros, anzuelos a la vieja usanza y una detención final de los que apenas se han conocido detalles. El sigilo ha sido la tónica reinante de un caso con demasiado ruido mediático, amplificado por la publicación de la alcaldesa de Getafe de una primera detención que nunca fue tal.
Por orden cronológico, Carolina V. C., colombiana de 39 años y víctima de malos tratos por parte de su expareja, es atacada el sábado a mediodía en la avenida Arcas del Agua, a unos tres minutos a pie de su casa, por un individuo que no va con ella. La víctima, que forcejea primero y trata de huir después, es apuñalada en reiteradas ocasiones hasta caer desplomada en el carril bici de la acera de enfrente a una iglesia. Presenta heridas defensivas en los brazos, lo que evidencia que trató de zafarse como pudo antes de ser asesinada; y una penetrante a la altura del tórax.
Pese a los esfuerzos del Summa 112 por revertir la parada cardiorrespiratoria que sufre, la mujer fallece en la propia calle, lo que lleva a los agentes del Grupo VI de Homicidios a personarse en la escena del crimen, el primer tablero para su resolución. Su cadáver arroja las primeras pistas: la saña empleada en la agresión y el hecho de que sus pertenencias no hayan sido robadas. La hipótesis del móvil machista cobra fuerza al comprobar, además, que la mujer había denunciado a su ex por violencia de género.
Así, Daniel M., español de 50 años, está desde el minuto uno bajo el radar de los investigadores. Más aún, cuando sus compañeros de piso corroboran que el hombre ha estado allí de madrugada y ha amenazado a Carolina desde el otro lado de la puerta, cerrada con candado, de la habitación que mantiene alquilada en el Sector III de Getafe. Las cartas están sobre la mesa y las pesquisas se ciernen sobre él, hasta el punto de que los medios de comunicación ya recogen que ha sido su expareja la que ha acabado con su vida.
Pero algo se escapa a lo previsible. El aludido se presenta ese mismo sábado en comisaría y trata de acreditar que a la hora del asesinato no se encontraba en la zona. Para ello, asegura que estaba con unos familiares y ofrece supuestamente el teléfono móvil para que comprueben su ubicación, una circunstancia, la de la triangulación de antenas, que tiene que ser autorizada por un juez y que puede demorarse semanas o meses. Los agentes, que en ese momento no cuentan con las pruebas suficientes, no tienen más remedio que dejarlo ir.
Para entonces, ninguna de las partes es consciente de que todo se precipitará a la mañana siguiente, después de que la alcaldesa Sara Hernández escriba el siguiente tuit: «Acaban de informarme de que el Cuerpo Nacional de Policía ha detenido al sospechoso del asesinato machista de ayer en plena calle de Getafe. Espero que todo el peso de la justicia aclare este terrible suceso y tome las medidas contundentes y necesarias». La noticia del arresto corre en los medios como la pólvora, sin que desde el propio Cuerpo se advierta del error hasta tres horas y media después.
Una portavoz informa de que Daniel no se ha entregado (lo que demostraría culpabilidad) ni tampoco le han detenido; está en libertad pese a que no se contempla otra hipótesis que la del crimen machista, lo que da a entender que la investigación avanza por la misma vía. Tanto, que tras no respaldar los familiares la coartada aportada, los agentes acuden a última hora de la tarde «al lugar donde tenía que estar» y ya sí le colocan los grilletes. La información, sin embargo, no se hará pública hasta la 8 de la mañana de este lunes.
Sin medidas de protección
El delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín, indicaba poco después de conocerse la detención que la víctima había estado en el Sistema VioGén hasta abril, «cuando ella solicitó expresamente que se retiraran las medidas cautelares de protección» y, como consecuencia de ello, «quedó como inactiva dentro del sistema».
31 horas después del asesinato, el hombre que la maltrataba volvía a pisar una comisaría, aunque ahora no de forma voluntaria. Y lo hacía con una evidente cojera, quién sabe si sufrida en el mismo ataque. Confirmado el móvil, son ya cinco los crímenes machistas registrados este año en la región.
Fuente ABC