LA HABANA, Cuba. – En un artículo publicado en estas mismas páginas a fines del pasado octubre, refiriéndome a la única confrontación directa que está previsto que sostengan Javier Milei y Sergio Massa de cara a la segunda vuelta de las elecciones argentinas, expresé lo siguiente: “Para el éxito de Milei confío en el debate público que deberá tener lugar el próximo 12 de noviembre, una semana antes de la votación definitiva”.
Esa opinión mía estribaba fundamentalmente en la diferencia en el número de los participantes en cada debate: cinco en el primero; solo dos en el celebrado este domingo. Esa reducción hacía más difícil que un político hábil (como lo es sin dudas Sergio Massa) escurriera el bulto, eludiera los emplazamientos directos que se le hicieran; en una palabra, que como se dice coloquialmente en Cuba, “embarajara”.
Lamento tener que reconocer que mis sueños no se materializaron. Y más aún lo deploro ahora, cuando acabo de ver un emotivo mensaje de apoyo dirigido hace algún tiempo por Milei a los cubanos anticastristas. Aunque no puede afirmarse que este candidato haya tenido una actuación desastrosa ni que haya sufrido una debacle a manos de su oponente, me parece justo reconocer que el gobiernista Massa salió mejor parado.
En ello, creo, se puso de manifiesto su mayor experiencia en este género de lides (¡como que, según Clarín, ha sido candidato en nueve de las últimas 11 elecciones!). Lo anterior se une a que Milei, según todo indica, “no hizo su tarea”. Porque precisamente debido a haber llegado a la política en fecha más reciente, debió haber recurrido a un asesoramiento intenso, que lo preparara para salir airoso en la confrontación.
¡Argumentos tenía para ello! Y esto lo puso de manifiesto hace unos días, en el debate entre los dos candidatos a vicepresidente, Victoria Villarruel, compañera de fórmula de don Javier en La Libertad Avanza. En el encontronazo con Agustín Rossi, también un experimentado “manengue” de larga trayectoria pública, la joven política alcanzó un indudable éxito.
Considero que la falta de preparación de Milei se puso de manifiesto de modo especial en el primer bloque temático abordado en el debate presidencial. Se trataba nada menos que de la economía, tema en el que Massa llevaba todas las de perder, como que es en la actualidad el ministro de la especialidad, y le ha tocado encabezar el galopante proceso inflacionario y de empobrecimiento generalizado que ha provocado la justa indignación de los argentinos.
Sin embargo, el candidato gobiernista, con sus preguntas habilidosas, evitó sufrir el cuestionamiento de su adversario y logró capear ese bloque temático, que era sin dudas el más peligroso para él y su partido. En lo adelante, las cosas se equilibraron notablemente entre ambos, pero, creo, ya el mal estaba hecho.
En mi modesta opinión, hubo en ese primer bloque un solo momento en el que el candidato anti-establishment resultó deslumbrante. Fue cuando, en medio de las acusaciones de “mentiroso” que prodigó a su contrincante, tuvo una ocurrencia simpatiquísima. Fue cuando le espetó a Sergio Massa: “Si fueras Pinocho, ya me hubieras lastimado un ojo”. Fue, creo, lo más brillante de la noche.
En resumidas cuentas, Javier Milei desaprovechó la oportunidad de apabullar a su adversario con el montón de datos objetivos que demuestran lo pésimo de la gestión de este al frente de la economía argentina. Algo que con seguridad lo habría ayudado a atraer a su bando a buena parte de los aún indecisos; de aquellos que, a estas alturas del juego, todavía no han decidido por quién votar o se inclinan por no sufragar a favor de uno u otro.
En cualquier caso, ya se sabe que una elección se decide no únicamente en base a un debate televisivo. Cada uno de los candidatos cuenta con una base de partidarios sólida, que no solo suele mantenerse firme en apoyo de su preferido, sino que incluso suelen verlo salir ganador en cada uno de los debates en los que participa.
También está, claro, el apoyo que Milei y Massa puedan recibir de otras fuerzas políticas no representadas en el balotaje. En esto creo que el candidato libertario ha ganado de calle, pues ha recibido el apoyo de los principales líderes de la tercera propuesta más votada en la primera vuelta (la de la candidata de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, y el expresidente Mauricio Macri).
En cualquier caso, el domingo venidero todos saldremos de dudas. Se verá si hay exactitud en los resultados de las encuestas, que arrojan un empate técnico entre ambas candidaturas presidenciales, aunque con una ventaja mínima para la de Milei-Villarruel. Veremos, pues, si la Jefatura de la Nación será asumida por el izquierdista Massa (de quien cabe esperar una política continuista, aunque haya hablado de hacer un “gobierno de unidad nacional”) o por Javier Milei, quien promete realizar cambios profundos.
Mientras esto sucede en la fraterna Argentina, los cubanos solo podemos contemplar esos sucesos como si ellos tuvieran lugar en una lejana galaxia. En tanto que el próximo domingo los ciudadanos del gran país del Plata, como soberanos de su tierra, decidirán qué rumbo tomará la Nación durante el próximo cuatrienio, en esta Gran Antilla lo único que cabe esperar, cuando convoquen a votar, es que salgan “victoriosos” todos los candidatos del Estado-Partido Único, pues, mientras dure el tramposo sistema actual, otro resultado es imposible.
Pero es tanta la tirria que los castrocomunistas sienten por todo lo que huela a pluralismo o discusión política que los cubanos ni siquiera pudimos ver el debate argentino por los medios nacionales. Me refiero a la televisora chavista TeleSur que, al igual que la cadena rusa RT, cuenta con el privilegio de disponer de todo un canal para difundir sus ideas en nuestra Isla.
Desde hace días, los locutores de la televisora chavista anunciaban con insistencia la transmisión del debate. Ya cerca de las 7:00 de la noche (hora de Cuba), anunciaron el esperado pase a Buenos Aires… En vano. Lo único que pudo verse en La Habana fue el inicio de una película estúpida sobre unos motociclistas que jugaban fútbol. Solo este lunes, en el Noticiero del Mediodía, pudo verse algo, solo que no el debate completo, sino un fragmento que resultó especialmente grato a los castrocomunistas.
Se hace evidente, pues, que para los burócratas del tenebroso Departamento Ideológico del único partido, los cubanos (con todo y ser “el pueblo más culto del mundo”, dicen) no somos dignos de presenciar una confrontación civilizada de ideas, algo que sí está al alcance de venezolanos, nicaragüenses y otros espectadores de TeleSur.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org