Carlos Alcaraz no se iba a ir de las ATP Finals sin luchar. Se crece ante la adversidad y supera su propio cansancio físico y mental para doblegar a Andrey Rublev y ganarse la oportunidad de permanecer con todas las papeletas para clasificarse para las semifinales. Ejerce el español de domador del ruso con la potencia recuperada de sus piernas y de su derecha; pero sobre todo porque es cuatro o cinco niveles más hecho mentalmente. Alcaraz gana por 7-5 y 6-2 en una hora y 15 minutos y suma opciones para clasificarse. Se enfrentará el viernes a Daniil Medvedev. Pero, hoy, toca celebrar.
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Aprende rápido Alcaraz de sus errores. Sabía que debía mejorar esa consistencia, aguantar los intercambios un poco más, la única manera de llevarse una victoria en un torneo que premia los saques porque la pelota vuela en esta rapidísima superficie. Y aprende tan rápido que 48 horas después de caer ante Alexander Zverev por esa rémora, la utiliza a favor contra Rublev para sumar su primer triunfo en la Copa de Maestros y mantenerse en pie para clasificarse.
Mucho más activo que en el debut, Alcaraz fue de menos a mucho más ante el ruso, que es un buen rival para esto de ganar sensaciones y poner en marcha nuevas estrategias. Porque tiene un saque descomunal y una derecha supersónica, pero también entra en barrena si se le aprieta. Y Alcaraz apretó de lo lindo.
En esta pista, apenas cuatro intercambios si hay potencia en lugar de estrategia, incontables saques directos, entendió Alcaraz que todo pasaba por no desesperarse con los primeros servicios y atacar el segundo del ruso, punto débil a 135 kilómetros por hora y sin demasiada intención.
Pero Alcaraz sí tenía intención en todos sus golpes en esta jornada. Activó la derecha, más rápida que el día ante Zverev (117 a 127 kilómetros por hora), 21 ganadores y solo 11 errores, pleno de aciertos en la red (6) y 40 de 47 puntos ganados con su primer servicio.
El de El Palmar rescató una opción de rotura con 4-4 gracias a una mejoría de movilidad desde el fondo, pues suyos eran todos los intercambios que superaban los cinco golpes (31 de 55). Y aunque Rublev la apagó con otro saque directo (4 en total), volvió a tirar de paciencia y a esos ánimos que no se le vieron en la previa. Vamoooos, gritaba después de defenderse de las derechas del ruso y apretar con el revés, incluso en escorzo, incluso cayéndose. No se desesperó; ni tampoco desaprovechó ninguna opción de poner la primera pelota en juego si eso era posible. Ese otro error que lo había anulado ante Zverev.
Ahí encontró el camino. No desaprovechar la oportunidad de presionar a Rublev con la primera pelota del resto, tan sorprendido el ruso de que se la devolvieran, tan rápida la pista, que no tenía tiempo de reaccionar. Y a la tercera opción de rotura, con 5-5, la consistencia se hace fortaleza. Y la defensa de Rublev se vuelve mantequilla.
Desesperado el ruso desde ese momento, ya no acierta con lo que hace, con lo que piensa, con lo que ejecuta. Se golpea la rodilla con la raqueta seis veces hasta hacerse sangre. Grita a su palco, que ya no tiene recetas para enmendar su desvarío. Abatido, acierta a sumar dos juegos cuando ya el parcial de Alcaraz era de ocho puntos consecutivos, con un break tempranero al inicio del segundo set con el que el partido se acaba.
No hay más Rublev y cada vez hay más Alcaraz. «Ha sido un partido totalmente diferente, también yo he sido totalmente diferente. He tenido tiempo para entrenar y eso se ha notado también en mis sensaciones. La pista es superrápida y se nota sobre todo en los servicios. He mostrado un nivel altísimo. Y me he ganado una oportunidad para seguir avanzando. El partido contra Zverev no entendía dónde estaba mi nivel, pero este partido me da más ganas de jugar el siguiente partido», explicaba después.
Primera victoria en las ATP Finals, candidatura impoluta para clasificarse para las semifinales y, más importante que nada, recuperadas las energías, la confianza y las sensaciones. El viernes, Medvedev, pero hoy toca celebrar.
Fuente ABC