Una noche de intensa lluvia es suficiente para convertir la vida cotidiana en un infierno. Lo vivieron en carnes propias los vecinos de Villa del Prado, Aldea del Fresno, Villamanta, Chapinería y otros municipios de la zona afectada por la DANA de comienzos de septiembre. Pero más allá de la noche de pesadilla que pasaron sus vecinos, temiendo en muchos casos por sus vidas, después llegaron semanas durísimas en las que todos tuvieron que volver a sus rutinas sin apenas carreteras, sin posibilidad de comunicación y con enormes esfuerzos personales. Muchos han tenido que hacer hasta 80 kilómetros extra al día para ir y volver de sus trabajos, y han pagado por ello en tiempo –más de una hora de demora en muchos casos– y en dinero: hasta 300 euros de incremento en la factura del combustible.
La vida siempre se abre camino, y por eso los miles de vecinos de estas poblaciones afectadas por la riada han tenido que buscar todo tipo de estrategias para llegar a sus trabajos, a sus centros de estudio, a las citas médicas o a cualquier otra gestión. «Ha habido gente que dejaba un coche en un lado del puente y otro al otro, y lo cruzaba por donde podía», relata la alcaldesa de Villa del Prado (6.400 habitantes), Belén Rodríguez.
Aunque en Villa del Prado los daños en domicilios no fueron tan grandes, los problemas de comunicación han sido muy agudos. «Nosotros somos la huerta de Madrid», recuerda la alcaldesa, que aporta datos: 40 camiones salen para Mercamadrid cada día. Además, en el municipio está el hospital de media estancia Virgen de la Poveda, y para llegar a él muchos pacientes han pasado de recorrer 5 kilómetros a menos de 50 kilómetros por hora.
La salida que quedó, por la carretera de Maqueda (Toledo) para enlazar con la A-5, «le suponía a la gente unos 30 minutos más en transporte privado, y hasta una hora más en transporte público». Un tremendo gasto en tiempo y esfuerzo: Luis Miguel Jiménez, vecino de Villa del Prado, ha recorrido a diario desde septiembre ese trayecto para llegar a la fábrica en la que trabaja. Eso le suponía «unos 40 kilómetros más de ida y otros tantos de vuelta, y además que todos los coches íbamos por el mismo recorrido». Unos 40 minutos más de su tiempo cada día, y «300 euros al mes de gasto extra de combustible».
La situación ha cambiado desde esta semana, cuando se han abierto ya dos infraestructuras provisionales que darán servicio hasta que reconstruyan los tres puentes que se cayeron por el arrastre del agua, a finales del año próximo. El consejero de Vivienda, Transportes e Infraestructura, Jorge Rodrigo, visitó las dos estructuras provisionales: un desvío alternativo de 650 metros de calzada pavimentada en dirección a Villa del Prado, para vehículos y peatones; y un acceso a Chapinería por una carretera de 310 metros de un solo carril con semáforos en sus extremos, que regulan la circulación.
«Ahora, no hay comparación», señala Luis Miguel Jiménez, «hay que esperar un rato en los semáforos hasta que te toca pasar, pero es muchísimo mejor que antes», con pocas rutas viables y tráficos muy intensos: «De Navalcarnero a Maqueda se hace eterno», asegura. Destaca este vecino además el ahorro económico que tendrá gracias a las vías ahora abiertas: «Van a ser 80 kilómetros menos al día».
Los viernes, peor
Coincide otra vecina de la localidad, Juana Castro: sufría a diario «hasta 50 kilómetros extra en coche, entre 30 y 40 minutos más para ir a trabajar; un estrés tremendo». Por eso, tras poder atajar por los nuevos accesos, aseguraba: «Voy a llorar de la alegría que tengo».
Especialmente complicado resultaba moverse por la zona los viernes: «Era horroroso, con la M-501 cortada también, todos íbamos por Maqueda». Y peor aún, señala Juana, lo pasaban quienes tenían que utilizar el transporte público: «Conozco a gente que salía a las 4 de la madrugada para poder estar a las 8 en el trabajo». Eso, tras la odisea de tener que bajarse de un autobús «en el cruce a Cadalso y San Martín, y esperar allí a oscuras a otro, hasta media hora, en plena noche».
«Había gente que dejaba un coche en un lado del puente y otro al otro, y lo cruzaba por donde podía»
Belén Rodríguez
Alcaldesa de Villa del Prado
La alcaldesa Belén Rodríguez recuerda a los chavales del centro de educación especial de Móstoles que tuvieron que «reubicar en la biblioteca municipal». «Y todo el personal del centro, los profesores, los fisioterapeutas, las enfermeras, han estado desplazándose hasta aquí como podían», recuerda. Y llegar al Hospital de Móstoles, suponía «entre una hora y media y dos horas, cuando lo normal son tres cuartos de hora».
Fuente ABC