Pocos días después del inicio del bombardeo israelí sobre la ciudad de Gaza y las localidades del norte de la Franja, Hamás comenzó a pedir el alto el fuego.
Por Yohanan Tzoreff
Estas voces aumentaron cuando comenzó la maniobra terrestre [de las Fuerzas de Defensa de Israel].
Sinwar y sus asociados se dieron cuenta muy rápidamente de que la respuesta israelí esta vez era diferente de sus reacciones a los anteriores ataques de Hamás y la Yihad Islámica que condujeron a graves enfrentamientos dentro de la Franja.
La gran esperanza de que Israel se abstuviera de lanzar una maniobra terrestre mientras sus rehenes estuvieran cautivos en manos de Hamás no se hizo realidad.
Al comienzo de la guerra, a la luz de las acusaciones lanzadas contra Hamás sobre la inmoralidad del secuestro de mujeres, niños y adultos; la organización intentó alegar que las turbas que acompañaron a sus hombres –y no sus propios operativos– eran responsables de los secuestros y que la falta de un alto el fuego le dificultaba avanzar para su liberación.
Sin embargo, pronto quedó claro que pretendía negociar con los rehenes y extraer a Israel un precio similar por la liberación de las mujeres y los menores palestinos detenidos en las prisiones israelíes.
Desde entonces, Hamas ha tratado de equilibrar entre la necesidad de un alto el fuego, que se ha vuelto cada vez más aguda a medida que la maniobra terrestre [israelí] se profundiza y expande, y su interés en utilizar los numerosos rehenes en sus manos para alcanzar otro acuerdo de prisioneros que le conceda muchos puntos en la opinión pública palestina.
La liberación de los presos palestinos también podría ayudarle quizás a rechazar las críticas que le lanzarán después de la guerra respecto de la grave destrucción que ha provocado en la Franja de Gaza y tal vez a la causa palestina en su conjunto.
En una conferencia de prensa en Beirut el 21 de noviembre, Khalil al Hayya, un destacado líder de Hamas, presentó el acuerdo para la liberación de 50 rehenes israelíes, que fue aprobado unas horas más tarde por el Gobierno israelí, como un acuerdo del tipo hudna, es decir, una tregua temporal o una pausa.
Fue cauteloso y no mostró la misma presunción vista en el pasado entre los líderes de Hamás tras enfrentamientos con Israel de los que salieron con vida, o después de acuerdos previos de liberación de prisioneros.
Se negó a revelar muchos detalles sobre el trato; mencionó el número de camiones que entrarían diariamente a la Franja como resultado del acuerdo y habló mucho de la importancia de satisfacer las necesidades de la población.
Ismail Haniyeh, presidente de Hamás, y Azat al Rashak, miembro del Buró Político, también definieron el acuerdo como hudna.
Parece que la intensa fuerza que Israel ha utilizado hasta ahora en su guerra en la Franja de Gaza, y la que todavía pretende utilizar, dicta a Hamás una agenda que le exige hacer una pausa y reagruparse para examinar formas de asegurar su supervivencia como organización o movimiento político, así como la supervivencia de sus líderes.
Fuente: INSS – The Institute for National Security Studies
Fuente Aurora