LA HABANA, Cuba. – Alina Bárbara es juzgada por los bárbaros. La barbarie de los bárbaros se ensaña con Alina Bárbara allá en Matanzas. Matanzas y sus jerarcas propician ahora la matanza y las barbaries. Alina es enjuiciada por los bárbaros; y no crea el lector que son visigodos esos bárbaros. Ellos no son, ni por asomo, anglos ni lombardos, ellos no son francos ni sajones… De ellos solo sé que son BÁRBAROS cubanos, así en mayúsculas. Y no porque enfrenten a un imperio grande y poderoso, ellos no son bárbaros que enfrentaran a ese imperio romano que no existe…
No son bárbaros porque enfrenten a imperios poderosos, ni hablan el latín vulgar, pero sí algo parecido al latín vulgar, peor que el latín vulgar. Ellos son bárbaros porque pasan todo el tiempo inventando imperios y agresores. Son bárbaros, porque se inventan enemigos, porque enjuician a Alina Bárbara, que no es bárbara ni se acerca a las barbaries. Alina es una mujer pacífica y con formaciones académicas. Alina, la bárbara de estos días, es una bárbara en la acepción cubana, y es abogada.
Alina es una bárbara porque es valiente, porque usa las leyes, que muy bien conoce, para enfrentar a quienes hacen las leyes en Cuba; esos que sí son bárbaros, y más que bárbaros son crueles, son salvajes, son bestias desalmadas; y lo peor es que serán capaces de propiciar una y mil barbaries. Cuba, la de Fidel y Raúl, la del “puesto a dedo,” es una barbarie. Cuba es un estado primitivo de crueldades recurrentes. Cuba, la de los comunistas, es un retorno al salvajismo.
Cuba es el ensañamiento, un retorno a las ferocidades de la selva. Y hoy, curiosamente, la selva está en Matanzas, en esa bellísima ciudad que hace recordar, al menos con su nombre, a las peores hecatombes. Matanzas, la de mar y puentes que juntan, que acercan, se hace ahora grosera, se hace cruel. Hoy la selva que es Matanzas se vuelve muy feroz, se hace inhumana cuando está juzgando a Alina Bárbara.
Alina es una bárbara, una bárbara en la acepción cubana del término. Alina pone al poder frente a sus limitaciones. Alina, la abogada valiente quiso defenderse sola, que pa’ eso es abogada, pero el poder cubano no iba a permitir tal cosa. Alina la abogada podía defenderse sola, pero esas prerrogativas podrían chamusquear la historia que pregonaron los comunistas. Fidel se defendió él mismo y Batista lo permitió; y para eso están Raúl y sus secuaces, para que la historia no se repita.
Ese don de la ubicuidad, ese don de estar en la piel del acusado y en la del abogado defensor es una prerrogativa solo para Fidel, una prerrogativa que permitió Batista al coterráneo de Fidel. Alina no podrá hacer su autodefensa porque una cosa así crearía precedentes, y serían muchos los que querrían ampararse a sí mismos, y quizá exigirlo a grito pela’o. Ese don de la ubicuidad es solo para Fidel.
Fidel es el único que puede estar en todas partes, el único que puede ser “definitivo” y ubicuo, el que se extiende a todas partes, como hace poco nos lo hizo ver Juan Carlos Cremata con imágenes; aquí y allá, y acullá. Alina Bárbara no pudo defenderse. ¿Y qué hizo ella para merecer eso? Quizá eso se preguntaron los comunistas. La presencia de Fidel es la única que puede estar en todas partes, en el lugar del acusador, en el sitio del acusado, y Alina Bárbara es solo una valiente abogada matancera que no comulga con los comunistas seguidores de Fidel Castro. Ya ha comenzado el juicio, hágase, pues, la farsa.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org