AREQUIPA, Perú.- La construcción de caminos y carreteras en La Habana tiene una historia que se remonta al 14 de febrero de 1575, según un acta del Ayuntamiento de la villa que ordenaba a indios y negros horros abrir una vía en Guanabacoa.
En ese sentido, la siguiente obra de magnitud data de 1796 cuando la Junta de Fomento decidió empedrar el antiguo camino de Jesús del Monte, comenzando por el tramo entre el puente de Chávez y la Esquina de Tejas.
La tarea incluyó la excavación de una extensa área y el trabajo de 100 hombres durante 45 días, lo que resultó en un costo elevado de 30.734 pesos.
No fue hasta 1823 que se hizo un primer intento de regular la construcción de caminos en Cuba. La Junta Económica del Real Consulado asignaba fondos para la apertura de senderos y establecía estándares, indicando que los caminos centrales debían tener 50 varas de ancho, los provinciales 24, los vecinales 12, y los domésticos seis.
En 1860, el documento “Memorias de obras públicas”, que abarca los años de 1795 a 1858, refleja la preocupación del gobierno colonial por lo que se denominaba el Camino Central de la Isla.
Y así se iniciaron trabajos que fueron aportando a lo que eventualmente llegaría a ser la Carretera Central. En un principio, solo una vía en piedra, fragmentada, con un ancho de cinco metros.
Su desarrollo y mejora continuaron, especialmente bajo la presidencia de Mario García Menocal, quien impulsó la inversión en la obra mediante una ley de agosto de 1919 que autorizaba destinar 1.200.000 pesos anuales a su perfeccionamiento.
Tiempo después, bajo la administración de Gerardo Machado se llevaron a cabo trabajos para optimizar y prolongar trechos de la carretera. En ese momento, la vía tenía ya alrededor de 650 km de extensión, distribuidos de manera discontinua en las seis provincias de la época.
Sin embargo, la carretera presentaba importantes deficiencias, con tramos en mal estado, curvas cerradas y una anchura insuficiente. Se destacaban como excepciones las distancias de diez kilómetros entre La Habana y San Francisco de Paula, así como el recorrido de 15 km entre La Habana y Arroyo Arenas, los cuales fueron ensanchados y adoquinados con granito entre 1913 y 1914.
El 1 de marzo de 1927 comenzó entonces a cabalidad la acometida de la Carretera Central por San Francisco de Paula. Esta impresionante obra finalizó con una extensión total de 1.139 km, de los cuales 690 km cruzaron zonas donde no existían otras vías de comunicación, y 450 km utilizaron total o parcialmente las explanadas de las carreteras previas. La vía conectó extensas y fértiles zonas, atravesando 60 pueblos y ciudades en su trayecto.
Considerada una de las siete maravillas de la ingeniería civil cubana, la Carretera Central es elogiada por especialistas como la obra del siglo XX en Cuba. Destaca como una de las mejores carreteras de América Latina y sirve como ejemplo de construcción duradera.
Su existencia contribuyó significativamente a acortar distancias y conectar distintos rincones de la geografía cubana. Además, impactó en diversos aspectos de la vida en la Isla, incluyendo lo humano, social, cultural, científico, político y económico.
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Fuente Cubanet.org