AREQUIPA, Perú. – Zulueta es una de las calles habaneras más frecuentadas. Desde los límites del Parque Central, atraviesa lugares emblemáticos de la capital como el hotel Plaza y el Museo Nacional de Bellas Artes.
Aunque en 1909 se le dio el nombre de Ignacio Agramonte en honor al héroe revolucionario cubano, la población sigue refiriéndose a ella como Zulueta, nombre acuñado en 1874 y que persiste a pesar de los cambios oficiales.
La calle lleva el nombre de Julián de Zulueta y Amondo, marqués de Álava y vizconde de Casablanca, promotor del capitalismo en Cuba a través de la trata de negros y chinos, el cohecho y la corrupción oficial.
Asimismo, resaltó por burgués esclavista, comerciante, hacendado, alcalde, noble titulado y otros varios cargos públicos que lo hicieron memorable para la historiografía de la Isla.
Tras llevar una vida ambiciosa y exuberante, Zulueta falleció el 4 de mayo de 1878 a causa de la caída de un caballo en su palacete de San Ignacio, número 14.
Pocos días antes de su muerte, ideó un gran proyecto constructivo en la manzana entre las calles Monserrate, Zulueta, Neptuno y San Rafael, frente al Parque Central, para un gran comercio que no pudo concluir.
Esta iniciativa, conocida como “las ruinas de Zulueta”, fue posteriormente terminada por “Chichón” Gómez Mena y se convirtió en la Manzana de Gómez, considerada pionera entre los centros comerciales modernos.
Contrario a algunos supuestos populares, la paralización de la obra de la Manzana de Gómez no se debió a la quiebra económica de Julián de Zulueta por los gastos en su ferrocarril de Zaza. El testamento, ratificado un día antes de su muerte, reveló el legado de considerables fortunas a su esposa e hijos.
La viuda recibió más de tres millones de pesos oro, mientras que cada uno de los 11 hijos heredó más de medio millón cada uno. Además, se mencionan propiedades y concesiones que beneficiaron a la familia como ingenios, fábricas y ferrocarriles.
Tras la muerte de Zulueta, la mayor parte de su familia emigró a España, mientras que otra permaneció en Cuba. Uno de sus nietos, propietario de varios lucrativos negocios, permaneció en la Isla hasta mucho después del inicio del régimen castrista en 1959.
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Fuente Cubanet.org