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Que al BCE no le gusta la forma en que los bancos españoles reparten el poder en su cúpula es un hecho. Basta ver que a esto de tener un presidente ejecutivo con muchas funciones en lugar de un presidente no ejecutivo (chairman) y un consejero delegado (CEO) lo llaman “modelo español”. Y cada vez que hay una renovación de la estructura de un banco nacional, como los equipos de rugby que pelean por avanzar unos metros en cada jugada, el BCE trata de arrancar alguna labor ejecutiva al presidente y dársela al CEO. Ahora le toca el turno a Goirigolzarri (CaixaBank) y eso que su presidencia es mucho menos ejecutiva que la de los otros dos grandes bancos españoles (Santander-Botín, BBVA-Torres). Los bancos españoles se defienden diciendo que qué más da la estructura siempre y cuando la que usen disponga de salvaguardas y cumpla los objetivos de gobernanza. Pero el BCE prefiere curarse en salud. Desde la crisis de 2008 ha asumido la supervisión de los grandes bancos del euro y tiene muy claro cuál es el modelo de gobernanza óptimo. Contrapesos y división de poderes: un Montesquieu bancario. La batalla de Goiri, si es que quiere darla, es la de Botín y Torres. Esto del BCE no es una moda pasajera.
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Fuente El Confidencial