
El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha expresado este domingo que tiene «muchas dudas» de que la legislatura que acaba de comenzar en el Congreso de los Diputados dure cuatro años. Además, cree que habría «abandonado su acta» en la investidura de Sánchez y se ha mostrado «muy escéptico» con que la futura amnistía pueda ayudar a la reconciliación.
Ha sido durante su participación en el programa ‘Salvados’ de ‘la Sexta’ donde García-Page ha referido sus dudas respecto a la legislatura, en la que ve «dos momentos distintos»: una parte la sitúa «hasta que Puigdemont pase por La Junquera, tranquilamente» y la otra «cuando ya esté» aquí.
En este contexto, ha asumido que, para el PSOE, «plantear la amnistía y hacer que quepa en la Constitución es un «peaje político» y ha criticado que la amnistía «se hace porque lo exige Puigdemont», aunque, a su juicio, «el derecho a decidir no puede arrogárselo solo una parte».
Ha trasladado también sus dudas sobre el hecho de que la amnistía traiga la reconciliación, porque hay «tres cosas que no se pueden mezclar»: que los que se van a beneficiar de ella «dicen que volverán a las andadas», que los mismos que se van a ver favorecidos «son los que se votan a sí mismos» y que fue declarada por el Gobierno de España como «inconstitucional», porque, cuando se abordaron los indultos, «no cabía en la Constitución».
Sobre si considera que el presidente y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha sido desleal a su programa electoral, ha comentado que no le ha gustado «nada», y no solo por parte del líde del Ejecutivo, sino «por más gente», que se haya extendido la teoría de que «da igual lo que digas en campaña» y «que, cuando se gobierna, puedes cambiar de opinión». «Es más honesto con la gente reconocer que se necesitan los votos y que, donde he dicho digo, digo Diego», ha afirmado.
«No es lo mismo si la mayoría absoluta del PSOE hubiera planteado una amnistía a que la amnistía sea consecuencia, con una dosis para mí de baja moral por las peticiones de los independentistas, de chantaje y amenaza. No es lo mismo querer perdonar, a que la amnistía la firmen y aprueben los mismos que son amnistiados», ha declarado.
Al hilo de esto, ha revelado que no tuvo «ninguna duda» de los votos que iban a expresar los parlamentarios socialistas en el Congreso. «Conozco muy bien a los compañeros. Un diputado, cuando discrepa de una opinión, puede hacerlo, pero, si en el grupo se decide una posición por mayoría, hay que aceptarla», ha subrayado. En este sentido, ha confesado que, si él hubiese tenido que acudir a esta votación como parlamentario, «seguramente hubiera abandonado» su acta.
La pregunta «placebo»
«Yo he dado la misma opinión en la calle, en el partido. Otros no lo han hecho así. No quiero dar lecciones a nadie, pero yo he ido a la última reunión del Comité Federal del partido, donde realmente se cortaba el aire a cuchillo, un aire muy difícil y hostil», ha recalcado, antes de añadir que habría sido «más fácil» haberse «puesto enfermo».
El presidente de Castilla-La Mancha, que ha desvelado que intentó convencer a su hermano gemelo Javier -que se dio de baja como militante por sus discrepancias sobre la amnistía- de que «aguantara un poco más», ha hablado sobre la consulta que realizó el partido a la militancia. Ha reconocido que él se mostró a favor del pacto con Sumar y también con el de Podemos -«que era un poco más duro»-, pero «no» a favor del pacto con Junts o ERC, y ha tachado de «pregunta placebo» la que se planteó.
En cuanto al expresidente catalán Carles Puigdemont, ha reconocido que no le perdonaría lo que hizo, pues «el perdón católico requiere confesión del pecado, propósito de enmienda y contrición» y, «a estas alturas, ese perdón como tal no sería válido»: «Es el culpable de dénde estamos, él es el desencadenante de los acontecimientos que provocaron el 155 y la intervención constitucional».
Emiliano García-Page ha reconocido que, aunque no hubiera preferido ir a nuevas elecciones, «no lo temía», y ha opinado que, desde el primer minuto, debió mantenerse una «posición negociadora más dura». «Lo razonable es ponérselo difícil a los independentistas. Si desde el primer día nos empeñamos en dejar claro que íbamos a gobernar al precio que fuera, el precio subía», ha censurado.
El referéndum «no se va a dar»
Tampoco ha querido dejar de subrayar que, en el pacto con Puigdemont, este firma que acepta un referéndum en toda España «y el PSOE dice que no está de acuerdo», luego «no hay un compromiso cerrado» para esa consulta.
«Todo referéndum que no sea para cambiar o modificar la Constitución, por supuesto, yo lo recurriría al Constitucional con carácter previo, al margen de que no se va a dar», ha apostillado.
Interpelado por si ha llegado a pensar estos días que debía pedir perdón al presidente del Gobierno por las críticas que ha realizado, se ha mostrado tajante y ha asegurado que «no, bajo ningún concepto». «Ni él a mí», ha añadido.
Igualmente, ha reiterado que intentará ser secretario general, también «bajo ningún concepto». «Lo he dicho mil veces, no tengo la más mínima intención y, lo más seguro, la más mínima posibilidad tampoco», ha bromeado.
El socialista ha reconocido que no siente que se haya quedado solo en la defensa de su posición. «En la forma, en la expresión pública, probablemente dé una imagen de mayor soledad», ha dicho, pero «de fondo no». No obstante, ha señalado que, hace dos meses, le planteó al presidente del Gobierno «tener una reunión tranquila para hablar», que no se ha producido. «Es evidente que está ocupado», ha justificado.
A la hora de puntuar del 1 al 10 su relación con el presidente del Ejecutivo, el socialista le da un 8 en lo que a política social se refiere, pero admite que «en los temas de unidad nacional y acuerdos territoriales» no pasaría del 2. Su relación con el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, es de «cortesía institucional» y la deja en un 5.
Fuente ABC